sábado, 21 de septiembre de 2013

Poema de Hölderlin a su abuela



A MI VENERABLE ABUELA, EN SU 72º CUMPLEAÑOS

Querida abuela: tú has pasado por muchas cosas y ahora descansas dichosa. Y todos, familiares y extraños, pronuncian con amor tu nombre. También yo te venero bajo la plateada corona de la vejez, rodeada de niños que maduran, crecen y florecen. Por ser tan dulce has vivido tanto tiempo y la esperanza fue tu sostén amigo en el dolor. Porque eres apacible y devota, igual que la madre que antaño dio a luz al Hombre mejor, amigo de nuestra tierra. Lamentablemente ya nadie parece recordar el paso del Altísimo entre los pueblos y así casi por completo se ha olvidado lo que fue su vida. Pero algunos aún lo frecuentan, y a menudo, en medio de agitados tiempos, su celestial imagen disipa los nubarrones. Perdonando todo y en silencio, Él pasaba entre los mortales, Hombre sin par, animado por el espíritu divino. Nadie que viviera era un extraño a su alma y estrechaba contra su corazón dolorido todos los dolores de este mundo. Así acogió a la muerte, como amiga, por amor al prójimo. Y ascendió triunfalmente hasta su Padre, desde el dolor y los tormentos. También tú lo sabes, abuela mía, y sigues su ejemplo sublime en la fe, la paciencia y la dulce serenidad. ¡Mira! estas filiales palabras me han rejuvenecido y lágrimas brotan, como antes, de mis ojos. Y en mi fantasía veo días hace ya mucho terminados y mi corazón solitario se complace recordando la patria; allí estaba la casa donde crecí con tus bendiciones y donde, nutrido de ternuras, el niño floreció mejor. ¡Ah! He pensado que un día te haría feliz, cuando me veía en el futuro, activo en el vasto mundo. ¡Cuánto he probado y soñado desde entonces, y cuánto gasté mi corazón en el combate! Pero vosotros, todos los que amo, me curáis pronto. Y sabré vivir tan largos años como tú, abuela querida. Apacible y devota en la vejez. Voy hacia ti, bendice una vez más a tu nieto y así pueda el hombre cumplir la promesa del niño que fue. (Dass dir halte der Mann, was er, als Knabe, gelobt.)

Según traducción de Federico Gorbea (1977) para Ediciones 29.

Clara Corral matiza: "no sé si está bien traducida la última palabra "gelobt", porque "loben" significa alabar, encomiar, o sea, que sería más bien
"que mantenga (en tu beneficio, para ti) el hombre, lo que admiró/alabó de niño", es decir, que el niño admiraba, encomiaba algo, cosas, que se esperan que mantenga de adulto.


lunes, 9 de septiembre de 2013

Actividad y soledad

Numquam se plus agere quam nihil cum ageret, numquam minus solum esse quam cum solus esset. (Catón)
"Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo."

No es necesario que salgas de la casa. Quédate a tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, sólo espera. Ni siquiera esperes, quédate en absoluto silencio y soledad. El mundo se te ofrecerá para que lo desenmascares, no puede evitarlo; arrobado, se retorcerá ante ti.
Franz Kafka
(Traducción de Claudia Cabrera)

No es necesario que salgas de casa. Quédate junto a tu mesa y escucha atentamente. No escuches siquiera, espera sólo. No esperes siquiera, quédate totalmente en silencio y solo. El mundo se te ofrecerá para que le quites la máscara, no tendrá más remedio, extático se retorcerá ante ti.
Franz Kafka
(Traducción Carmen Gauger.)

martes, 3 de septiembre de 2013

Desconfiar de las respuestas automáticas

Continuamente, nos enfrentamos a situaciones, problemas o dilemas en los que nuestro razonamiento se pone a prueba. No siempre la primera respuesta, solución o decisión que damos es la más adecuada. Algunas veces, la primera opción -aunque parezca evidente que es la mejor- no lo es. Debemos entrenarnos, de un modo incesante, para ser capaces de ir más allá de las apariencias y detener los automatismos que nos conducen a respuestas claramente erróneas. Pongo dos ejemplos, muy sencillos pero muy ilustrativos.

El problema de la ruleta rusa.
En el tambor de un revólver normal - de seis recámaras - se ponen dos balas contiguas. Se gira el tambor y se efectúa un disparo. La probabilidad de sobrevivir es de 4/6 (66.66%).
Lo que uno piensa -de un modo automático- es que con el segundo disparo la probabilidad de sobrevivir descienda a 3/5 (60%).
Sin embargo, no es así. La probabilidad, ahora, es de 3/4 (75%). La clave está en que las dos balas están situadas juntas.
Es una solución muy contraria a la intuición inmediata.
El problema de las tres puertas.
Hay tres cajas  A, B y C. Dentro de una de ellas hay un premio. Elijo una de ellas. Una vez hecha la elección, se me muestra otra caja que no contiene el premio. En ese momento, se me ofrecen dos opciones: (1) no cambiar mi elección inicial y (2) cambiarla. ¿Qué me interesa más?
La respuesta automática es que da igual.

Sin embargo, me interesa cambiar. Y ello porque 2/3 de las veces que cambie ganaré el premio. O dicho de otro modo, sólo 1/3 de las veces que no cambie obtendré el premio.

Ahora bien, si esto ocurre con ejemplos tan triviales o banales, qué no nos ocurrirá con los verdaderos problemas de la vida personal, familiar, social o política. Para ello debemos ejercitar no sólo el razonamiento sino también el pensamiento.

domingo, 1 de septiembre de 2013

En la estela de Hannah Arendt

Este verano he leído pocos libros pero los recomiendo muy vivamente.
Sobre la violencia (1969) y Sobre la revolución (1963), ambos de Hannah Arendt. En ellos la autora practica eso que ella misma denomina pensamiento: un silencioso diálogo de la mente consigo misma. Su pensamiento arroja mucha luz, ilumina muchas sombras, sobre los dos fenómenos que estudia: violencia y revolución. En los dos ensayos hay momentos memorables.
Precisamente por sugerencia de H. A. he leido Billy Budd, marinero (1891) de Herman Melville. H. A. hace un análisis de este relato -en el capítulo 2 de Sobre la revolución- portentoso. (Lo relaciona con "El Gran Inquisidor" de Dostoievski.) Según ella, H. M. muestra cómo "la bondad absoluta es casi tan peligrosa como el mal absoluto." Atención, porque este pensamiento es muy complejo y de una sutileza extrema.
De H. Söderberg he leido Doctor Glas (1905). Plantea -nada más y nada menos-  que la posibilidad del asesinato ético. El fondo de la novela es repugnante pero la maestría con la que está escrita causa estupor. La novela anuncia claramente el neopaganismo de la sociedad europea contemporánea. Es un reto leer este relato. Es un test para la conciencia de cada lector. ¿Con quién estamos con el Doctor o con la detestable víctima?
Todo lo contrario que los dos relatos de Alexandr Solzhenitsyn: La casa de Matriona e Incidente en la estación de Kochetovka. El primero, un prodigio de concisión, versa sobre la realidad misteriosa del bien y de la bondad en el lugar más insospechado. El segundo es una obra maestra sobre la banalidad del mal y sobre la cooperación necesaria de los mediocres y vulgares en el surgimiento del mal absoluto.
Por último, Paisajes de la metrópoli de la muerte, de Otto Dov Kulka (1933) es un testimonio de alguien que ha conocido en persona el mal radical. El libro es muy perturbador. Desasosiega y no deja vivir porque no permite olvidar el mal causado por los totalitarismos tan bien estudiados por Hannah Arendt.

(Saludos a todos los seguidores rusos y americanos -del norte y del sur- de Juicio propio.)