lunes, 9 de diciembre de 2013

Acontecimientos

Geoffrey Parker ha escrito un libro portentoso: El siglo maldito. Ha conseguido explicar de un modo global -nada menos que- todo el siglo XVII, desde oriente a occidente. Sostiene que ese siglo vivió “más rebeliones y revoluciones que cualquier otro periodo comparable de la historia del mundo”. Hubo una combinación de desastres naturales y humanos que produjeron consecuencias duraderas y profundas. Lo extraordinario de su trabajo es que parece haber encontrado la causa última de esa crisis global y universal: el enfriamiento, la pequeña edad de hielo, que se abatió sobre la tierra. Una inusual baja actividad solar, combinada con el fenómeno conocido como El Niño y una alta actividad volcánica pudieron producir un enfriamiento global que arrasó a un tercio de la humanidad. Hambrunas, pestes, suicidios, infanticidios, migraciones masivas, disputas dinásticas, rebeliones, guerras, destrucción, búsquedas de chivos expiatorios, muerte, desolación… Su libro es una novedad absoluta en el campo de la historiografía. Le ha llevado, desde que tuvo la intuición global de lo que quería hacer, 15 años terminarlo. El resultado es asombroso. Nadie antes que él había conseguido un grado de integración y de explicación de un conjunto tan amplio de sucesos históricos. Es ejemplar. Creo que ha instaurado un nuevo modo de hacer historia. A partir de este estudio ya nada será igual. Quien quiera aspirar a lo más alto en este campo, tendrá que leer el libro en profundidad, asimilarlo y generalizar su método de hacer historia a nuevas realidades y datos. Verdaderamente, lo estimo como un acontecimiento, uno de los tantos que se vienen sucediendo en este bendito año 2013.

Otro acontecimiento que me ha sido dado conocer es también deslumbrante. Un equipo de investigadores de la Comunidad de Madrid ha conseguido enseñar a personas ciegas a leer y escribir. Lo llaman visión táctil pasiva. Mediante el uso de una sofisticada tecnología de última generación he visto -con mis propios ojos- cómo niños ciegos pueden leer de corrido y escribir como los niños videntes. Eso podría conducir a que pudieran prescindir sin ninguna dificultad del método Braille, que exige una estimulación táctil activa. Además, como esta estimulación táctil pasiva termina activando las áreas cerebrales de la visión, que las personas ciegas no utilizan, algunos de ellos, tienen la experiencia subjetiva de ver. Sienten que ven. Y, efectivamente, no es una metáfora: ven. Porque, realmente, el que ve es el cerebro al reanalizar los datos que le llegan a través de los sentidos. Da igual que vengan vía ojos que lo hagan vía piel de las manos o de cualquier otra parte del cuerpo sensible a la estimulación táctil pasiva. Cuando tienes ocasión de asistir a algo que parece imposible pero que es, al mismo tiempo, real se experimenta un júbilo incomparable. Estos fenómenos en los que se producen conjunciones entre lo real y lo imposible han sucedido -más de lo que es habitual- en este año asombroso año 2013.

lunes, 21 de octubre de 2013

El no apego

Los psicólogos del desarrollo hablan de varios tipos de apego. Se da por descontado que el mejor es el apego seguro. Sin embargo, podría ocurrir que hubiera un tipo de apego superior. El no apego. Aquí he traducido una escala que evaluaría el no apego (Sahdra, Shaver y Brown, 2010).

1.       Acepto el flujo de sucesos en mi vida sin colgarme de ellos o alejarme de ellos.
2.      Puedo dejar de lamentarme y de sentir insatisfacción sobre el tiempo pasado.
3.      Veo que puedo estar tranquilo o feliz incluso si las cosas no salen como me gustaría.
4.      Me cuesta apreciar el éxito de otras personas cuando me superan.
5.      Estoy abierto a lo que la vida ofrece independientemente de si parece deseable o indeseable en un determinado momento.
6.      Disfruto de experiencias placenteras sin necesitar que duren para siempre.
7.      Veo los problemas que surgen en mi vida como oportunidades más que como razones para desanimarme o desmoralizarme.
8.      Disfruto de mis propiedades sin que me turbe su daño o destrucción.
9.      La cantidad de dinero que tengo no es importante a la hora de valorar quién soy.
10.  No disfrazo ni niego mis cualidades negativas o errores.
11.  Acepto mis defectos.
12.  Disfruto de mi familia y amigos sin sentir que necesito colgarme de ellos.
13.  Si las cosas no  salen como a mí me gusta me contrarío.
14.  Disfruto de los placeres de la vida sin sentir tristeza o frustración cuando terminan.
15.  Siento alegría por los logros ajenos sin sentir envidia.
16.  Puedo ser feliz casi independientemente de cómo vaya mi vida.
17.  En lugar de evitar o negar las dificultades de la vida, me enfrento a ellas.
18.  Soy capaz de reflexionar sobre mis errores y fallos pasados.
19.  No me ofusco con lograr una vida “perfecta” e “ideal”.
20.  Me siento bien siendo normal y no un ser humano perfecto.
21.  Estoy abierto a los pensamientos y sentimientos que vienen a mi mente aunque sean negativos o dolorosos.
22.  Veo mis problemas y defectos sin intentar culpar de ellos a alguien o algo fuera de mí.
23.  Cuando experiencias placenteras concluyen  me encuentro bien pensando en lo siguiente que vendrá.
24.  A menudo estoy preocupado por amenazas y temores.
25.  No soy posesivo con la gente que quiero.
26.  No me cuelgo de la gente que quiero a toda costa; puedo dejarles marchar si ese es su deseo.
27.  No siento necesidad de escapar o evitar malas experiencias en mi vida.
28.  Puedo admitir mis fallos sin pena o vergüenza.
29.  Experimento y reconozco la pena asociada a pérdidas significativas pero no me aplasta, me hunde o me incapacita para las demás exigencias de la vida.
30.  No soy posesivo con las cosas que me pertenecen.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Las condiciones del pájaro solitario y los 36 hombres justos

Al parecer, en cada generación, hay en toda la tierra 36 personas justas.
Diversos autores hacen referencia a este misterioso hecho. Por ejemplo, Joseph Roth (El anticristo). También, Hannah Arendt: "La misma convicción se expresa en la historia de los treinta y seis hombres justos, en consideración a los cuales Dios salva al mundo y quienes no son conocidos por nadie, y menos aún por sí mismos." (La condición humana, página 89 de la edición castellana, subrayado propio.)
Por su parte, el Padre Fray Juan de la Cruz, se refiere en diversos lugares al pájaro solitario. Para ser un pájaro solitario -según su doctrina- hay que cumplir cinco condiciones: primera, irse a lo más alto; segunda, no aceptar compañía ni siquiera de los que son de su misma naturaleza; tercera, no tener color definido; cuarta, cantar suavemente y quinta, poner el pico al aire.
A mi me parece que los 36 justos reúnen las cinco condiciones requeridas para ser un pájaro solitario. Ahora bien, se podría ser un auténtico pájaro solitario y no ser uno de los 36 justos que sostienen al mundo. Por ejemplo, en el último libro de José Corredor-Matheos (Sin ruido, septiembre de 2013) se puede leer: Cómo decirle al pájaro que el mundo no ha perdido su misterio, pero que él y yo tendremos que escondernos para seguir cantando.  A mi me parece que este poeta reúne algunas, si no todas, de las condiciones del pájaro solitario.
Creo conocer o haber conocido a algún pájaro solitario a lo largo de mi vida. Pero, ¿habré conocido -sin saber- a algún justo, que por ser tal, no puede ser reconocido, so pena de perder su verdadera naturaleza?
Sí. Sé seguro que he conocido a uno de ellos. Pero su misterio oculto me obliga a callar su nombre.

martes, 1 de octubre de 2013

T. S. Eliot y san Juan de la Cruz

Eliot (1888-1965) escribió (según traducción de José María Valverde, 1978):

¿Lo volveré a decir? Para llegar allí,
para llegar donde estás, para llegar desde donde no estás,
tienes que ir por un camino donde no hay
éxtasis.
Para llegar a lo que no sabes
tienes que ir por un camino que es el camino de la
ignorancia.
Para poseer lo que no posees
tienes que ir por el camino del desposeimiento.
Para llegar a lo que no eres
tienes que ir por el camino en que no eres.
Y lo que no sabes es lo único que sabes
y lo que posees es lo que no posees.
Y donde estás es donde no estás.

(East Coker)

El Padre Fray Juan de la + había escrito en la Subida al Monte Carmelo (Libro Primero, Capítulo 13):

Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada;
para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada;
para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada;
para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada;
para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas;
para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes;
para venir a lo que no posees,
has de ir por donde no posees;
para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

MODO PARA NO IMPEDIR AL TODO

Cuando reparas en algo,
dejas de arrojarte al todo;
porque, para venir del todo al todo,
has de negarte del todo en todo;
y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer;
porque, si quieres tener algo en todo,
no tienes puro en Dios tu tesoro.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Poema de Hölderlin a su abuela



A MI VENERABLE ABUELA, EN SU 72º CUMPLEAÑOS

Querida abuela: tú has pasado por muchas cosas y ahora descansas dichosa. Y todos, familiares y extraños, pronuncian con amor tu nombre. También yo te venero bajo la plateada corona de la vejez, rodeada de niños que maduran, crecen y florecen. Por ser tan dulce has vivido tanto tiempo y la esperanza fue tu sostén amigo en el dolor. Porque eres apacible y devota, igual que la madre que antaño dio a luz al Hombre mejor, amigo de nuestra tierra. Lamentablemente ya nadie parece recordar el paso del Altísimo entre los pueblos y así casi por completo se ha olvidado lo que fue su vida. Pero algunos aún lo frecuentan, y a menudo, en medio de agitados tiempos, su celestial imagen disipa los nubarrones. Perdonando todo y en silencio, Él pasaba entre los mortales, Hombre sin par, animado por el espíritu divino. Nadie que viviera era un extraño a su alma y estrechaba contra su corazón dolorido todos los dolores de este mundo. Así acogió a la muerte, como amiga, por amor al prójimo. Y ascendió triunfalmente hasta su Padre, desde el dolor y los tormentos. También tú lo sabes, abuela mía, y sigues su ejemplo sublime en la fe, la paciencia y la dulce serenidad. ¡Mira! estas filiales palabras me han rejuvenecido y lágrimas brotan, como antes, de mis ojos. Y en mi fantasía veo días hace ya mucho terminados y mi corazón solitario se complace recordando la patria; allí estaba la casa donde crecí con tus bendiciones y donde, nutrido de ternuras, el niño floreció mejor. ¡Ah! He pensado que un día te haría feliz, cuando me veía en el futuro, activo en el vasto mundo. ¡Cuánto he probado y soñado desde entonces, y cuánto gasté mi corazón en el combate! Pero vosotros, todos los que amo, me curáis pronto. Y sabré vivir tan largos años como tú, abuela querida. Apacible y devota en la vejez. Voy hacia ti, bendice una vez más a tu nieto y así pueda el hombre cumplir la promesa del niño que fue. (Dass dir halte der Mann, was er, als Knabe, gelobt.)

Según traducción de Federico Gorbea (1977) para Ediciones 29.

Clara Corral matiza: "no sé si está bien traducida la última palabra "gelobt", porque "loben" significa alabar, encomiar, o sea, que sería más bien
"que mantenga (en tu beneficio, para ti) el hombre, lo que admiró/alabó de niño", es decir, que el niño admiraba, encomiaba algo, cosas, que se esperan que mantenga de adulto.


lunes, 9 de septiembre de 2013

Actividad y soledad

Numquam se plus agere quam nihil cum ageret, numquam minus solum esse quam cum solus esset. (Catón)
"Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo."

No es necesario que salgas de la casa. Quédate a tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, sólo espera. Ni siquiera esperes, quédate en absoluto silencio y soledad. El mundo se te ofrecerá para que lo desenmascares, no puede evitarlo; arrobado, se retorcerá ante ti.
Franz Kafka
(Traducción de Claudia Cabrera)

No es necesario que salgas de casa. Quédate junto a tu mesa y escucha atentamente. No escuches siquiera, espera sólo. No esperes siquiera, quédate totalmente en silencio y solo. El mundo se te ofrecerá para que le quites la máscara, no tendrá más remedio, extático se retorcerá ante ti.
Franz Kafka
(Traducción Carmen Gauger.)

martes, 3 de septiembre de 2013

Desconfiar de las respuestas automáticas

Continuamente, nos enfrentamos a situaciones, problemas o dilemas en los que nuestro razonamiento se pone a prueba. No siempre la primera respuesta, solución o decisión que damos es la más adecuada. Algunas veces, la primera opción -aunque parezca evidente que es la mejor- no lo es. Debemos entrenarnos, de un modo incesante, para ser capaces de ir más allá de las apariencias y detener los automatismos que nos conducen a respuestas claramente erróneas. Pongo dos ejemplos, muy sencillos pero muy ilustrativos.

El problema de la ruleta rusa.
En el tambor de un revólver normal - de seis recámaras - se ponen dos balas contiguas. Se gira el tambor y se efectúa un disparo. La probabilidad de sobrevivir es de 4/6 (66.66%).
Lo que uno piensa -de un modo automático- es que con el segundo disparo la probabilidad de sobrevivir descienda a 3/5 (60%).
Sin embargo, no es así. La probabilidad, ahora, es de 3/4 (75%). La clave está en que las dos balas están situadas juntas.
Es una solución muy contraria a la intuición inmediata.
El problema de las tres puertas.
Hay tres cajas  A, B y C. Dentro de una de ellas hay un premio. Elijo una de ellas. Una vez hecha la elección, se me muestra otra caja que no contiene el premio. En ese momento, se me ofrecen dos opciones: (1) no cambiar mi elección inicial y (2) cambiarla. ¿Qué me interesa más?
La respuesta automática es que da igual.

Sin embargo, me interesa cambiar. Y ello porque 2/3 de las veces que cambie ganaré el premio. O dicho de otro modo, sólo 1/3 de las veces que no cambie obtendré el premio.

Ahora bien, si esto ocurre con ejemplos tan triviales o banales, qué no nos ocurrirá con los verdaderos problemas de la vida personal, familiar, social o política. Para ello debemos ejercitar no sólo el razonamiento sino también el pensamiento.