La pregunta clave es por qué hay algo y no nada.
Todas las demás preguntas proceden de ésta.
Hay una realidad no sujeta a cambio, inmutable, eterna. Que procede de sí misma. No tiene existencia porque no cambia. Siempre es igual a sí misma. Propiamente no tiene nombre. La realidad primordial. El vacío. La nada fecunda. La fuente que mana y corre. El silencio. Lo místico.
El cosmos está sujeto a cambio, no procede de sí mismo. Es un continuo dar de sí mismo. No es eterno sino perpetuo. Procede o está fundamentado en la realidad primordial. Siempre ha existido en alguna forma. No tiene origen, no comienza. Está sometido a un continuo cambio.
Las religiones son las creaciones humanas más grandiosas. Cumplen la función de habérselas con la existencia cósmica y con la realidad primordial. El concepto religión verdadera no tiene sentido. No hay una religión primordial. Lo constitutivo es la religiosidad. (Como tampoco hay una lengua verdadera sino múltiples lenguas. No hay una lengua primordial sino la capacidad de hablar.)
El místico es aquel que puede conectar, sin intermediación, con la realidad primordial. (Nada que ver con el luteranismo que es subjetivo y conduce a un relativismo estéril. Salvo que el luterano sea, claro está, místico.)
Pretender demostrar la existencia de la realidad primordial no tiene sentido. Primero porque no tiene existencia. Segundo porque lo que es secundario no puede comprehender lo que es “primario”. Tercero, porque lo que da lugar a la existencia está más allá de ella. Cuarto, porque la mente humana es irremediablemente incompleta. Es proclive al error. No se contiene a sí misma. No se fundamenta en ella misma. Cualquier avance en el conocimiento que logre -en cualquier campo- conlleva indefectiblemente la aparición de nuevas ignorancias.
Probablemente tiempo y espacio sean categorías ilusorias pero necesarias para orientarnos en la existencia.
Todo esto es obvio después de los dos teoremas de Gödel. Los más tascendentales de los últimos siglos y, por tanto, los más ¨ninguneados¨.
Los pensadores contemporáneos persisten, como digo, en ignorarlos.
La consecuencia principal del primer teorema es que hay proposiciones verdaderas no demostrables precisamente porque no son demostrables.
Y el segundo, que ningún sistema complejo puede demostrar su propia consistencia: tiene que recurrir a uno de superior poder explicativo que lo contiene y, así, sucesivamente.
Por tanto, no puede no darse la realidad primordial.
El místico primordial es Jesús resucitado de entre los muertos. Y este es el gran misterio inconcebible.
Cuando me preguntan y esto de dónde te lo sacas, quién de lo ha dicho, cómo lo sabes.
La respuesta es: me lo ha dicho un pajarito.
¿Qué pajarito?
El pájaro solitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario