martes, 12 de junio de 2012

ciclos

Se ha encontrado entre los papeles póstumos de un viejo profesor de Princeton una teoría que relaciona el ciclo general de la historia humana con el ciclo de toda vida personal.
Traduzco del inglés las ideas principales. Algunas palabras y frases no se entienden bien. Están escritas con una caligrafía muy confusa.
La cosa es rara porque no se conocían motivaciones teológicas a este emérito profesor. Veamos, pues.
Nick Trapelton (1927-2012) distingue entre historia inmanente e historia trascendente.
La historia trascendente es un conjunto de ciclos cada uno de los cuales consta de cuatro etapas: apostasía, persecución, domino del anticristo y venida de Cristo. Al parecer llevamos así un número indeterminado de ciclos.
En estos momentos estaríamos en el reinado del anticristo, que no es una persona en concreto sino todo un sistema que prima los valores anticristianos. Estos valores son dominantes, hegemónicos, predominantes, en definitiva.
La vida de cada uno de nosotros recrea este ciclo con sus cuatro fases.
Cada una de las fases no tiene la misma duración. Por ejemplo, la tercera es muy larga. La cuarta, en cambio, es muy corta.
La historia inmanente no se rige por ninguna ley ni pasa por ningún ciclo. Está abierta y es indeterminada. Un determinado descubrimiento técnico, por ejemplo, puede cambiarlo todo. En esa historia crecen las bondades, es decir, hay progreso pero también crecen las maldades, hay regresiones. De modo que el saldo siempre es cero.
La otra historia, en cambio, está "determinada" metafísicamente por la lucha --sin cuartel-- entre el bien y el mal. Siempre termina venciendo el bien. En este caso, sin embargo, el saldo final siempre es favorable al bien. Cuando la suma de todo el saldo positivo acumulado, a través de los ciclos, exceda infinitamente al mal, éste perecerá y se acabarán los ciclos.
En ese momento, todo el bien-infinito- fecundará la historia inmanente y se crearán un cielo y una tierra nuevos.
Es imposible saber cuántos ciclos quedan todavía para llegar a ese momento.
Por lo tanto, el cristianismo captura de un modo definitivo la clave de todo el devenir humano.
Es imposible no vivir en una determinada fase del ciclo permanente.
Cuando se juntan una crisis histórica inmanente con un reinado del anticristo es muy difícil discernir qué aspecto corresponde a cada historia. En estos momentos nos está pasando eso. Hay una crisis económica, social y política y --además-- hay un reinado clarísimo de los valores anticristianos. Se cruzan los dos momentos pero no están vinculados causalmente. Esto es enigmático. Podríamos resolver la crisis, de algún modo, y seguir el dominio anticristiano. Podría producirse una nueva venida del reinado de los valores cristianos y la crisis histórica continuar. Hay cuatro posibilidades, pues.
La historia trascendente es la que más cuenta. Es la más importante.