domingo, 27 de junio de 2021

Grandeza y miseria de Jordi Pujol

 Entre el dolor i l'esperanca (2021). Editorial Proa

Libro de obligada lectura. Muchas sorpresas:

Jordi Pujol no es independentista. No le gusta la estelada. No cree que para conservar la Catalunya histórica -ni la presente ni la futura- sea condición sine qua non la independencia. Su trabajo político siempre lo ha desarrollado, por este orden, en el marco catalán, español y europeo. Le parece bien la solución canadiense: porque simultanea la dificultad de la independencia del Quebec y el reconocimiento irreversible de la identidad quebequesa. También le parece bien la solución de Flandes en Bélgica. No siente envidia de Portugal y menos de Lituania o Eslovenia. Catalunya tiene un desarrollo en todos los sentidos superior a estas naciones con estado. No considera la posesión de un estado como un situación superior per se. Siente pasión por Catalunya pero se siente vinculado a España y a Europa. 

No consideraba necesario redactar un nuevo estatuto. 

Su obsesión primordial es el idioma como base y pilar fundamentales de la identidad catalana. Por eso repudia más la ley de Wert que la propia LOAPA. La inmersión lingüística es intocable. Sabe que la independencia no solo no es deseable, en términos nacionalistas, sino tampoco posible. Cree que España es fuerte. El problema es que le tiente imitar a Francia en la erradicación de toda diferencia o pluralidad. Pero Jordi Pujol si bien es nacionalista no es chauvinista. No trata la nación de forma idolátrica porque sitúa a la persona en el centro de todo por sus raíces cristianas, entre otras cosas. Es lector, por ejemplo, de Simone Weil (Echar raíces). Se enorgullece de que los apellidos de origen castellano se sitúen al mismo nivel que los catalanes ---en proporción similar--- cuando se trata de ocupar puestos 'elitistas" en la sociedad catalana. Busca sinceramente la integración de todos -vengan de donde vengan- en un solo pueblo.

Es una figura  inapelable en la historia de Catalunya. Los niveles de bienestar alcanzados por los catalanes en sus 23 anys de gobierno no tiene precedente.

Tenía más patrimonio económico cuando no se dedicaba a la política institucional. Eso se puede comprobar en su declaración de hacienda de 1970.

Reconoce sus faltas, errores, borrones, esguerros... sin intentar disimularlos, diluirlos o compensarlos. Pide perdón, sinceramente, por todos ellos. Y está profundamente arrepentido de todos ellos.

En este sentido su caso es único.

Tant si ho creus com si dubtes


 P.D. Agradezco a Arcadi su consejo de lectura obligada del libro