jueves, 27 de abril de 2023

Crisis global 2023

 

Crisis final. Nihilista. Pero global.

La superación de una crisis global (total) no tiene precedentes.

Todas las anteriores (Burckhardt, 1872; Spengler, 1933; Huizinga, 1935, todos de obligada lectura si se quiere entender la magnitud de la nuestra), al no ser globales, se podían solucionar mediante guerras, conquistas, dominaciones ---provenientes de algún otro lugar. Invasiones. Conquistas y reconquistas.

Ahora eso no puede ser.

La parte no puede absorber al todo. Los hechos no explican los hechos.

Al estar confinados en la Tierra (Arendt, La condición humana de obligada lectura para esta idea) tampoco puede solventarse mediante el abandono del planeta por otro. Quimera. El sueño absurdo de toda ciencia ficción.

Ni tampoco la solución puede venir de ninguna civilización extraterrestre (amiga o enemiga) que nos domine o nos salve o ambas cosas. Quimera sobreparanoica.

Por lo tanto, perded toda esperanza: la crisis (nihilista) final puede no tener final (solución)

En ese sentido Fukuyama (el final de la historia) puede tener más razón de lo que se pudiera imaginar.

La crisis presente es la resultante de la inversión (por negación) de todos los valores católicos.

No es una inversión por reciprocidad (como lo fue el paso de Roma a la Cristiandad).

La resultante es una sociedad globalista, unitaria y estrictamente atea, materialista basada en la servidumbre voluntaria de las masas plebeyas.

Por tanto, sus rasgos más evidentes son: el confort, la comodidad, el hedonismo, el afán de lucro, la ordinariez, la vulgaridad. Es el triunfo de lo cuantitativo sobre lo cualitativo. De la igualdad ---por nivelación--- sobre la imaginación y la libertad. La caliente sensación de rebaño adoctrinado. Del fin de la familia y de la propiedad; de la jerarquía y del honor. De los derechos sin deberes. Para qué seguir.

No es posible desandar este camino ----acelerado desde 1789--- porque la masa quiere esta situación. Porque la masa odia un mundo vivo, creativo, divino y espiritual. Porque la masa está convencida de que, efectivamente, solo de pan vive el hombre.

Ni siquiera los más perjudicados van a querer renunciar ---no por obediencia ni por imposición legal pues eso ya no sería admisible ni posible---ni al divorcio, ni a los anticonceptivos ni al aborto.

(Y pensar que con cambiar eso empezaría a cambiar todo.)

Y hemos llegado a esto a causa de la reforma del XVI y de la revolución de 1789. Sin embargo, Burckhardt argumenta ---de un modo convincente en sus Reflexiones---- que ambos procesos, a diferencia de otros procesos históricos que resultan absolutamente inevitables, podrían no haber sucedido si se hubieran hecho por quien correspondía, las reformas adecuadas.

Pero una vez desatado el vendaval todo lo que ha venido después era ya inevitable: comunismo bolchevique, nazismo y antisemitismo, totalitarismos, guerras mundiales, imperialismo militar americano, revoluciones tercermundistas, terrorismo, fundamentalismo islámico y nacionalista, ecologismo, ideología de género, drogas, prostitución de la catolicidad por la propia Roma aliada necesaria de todo el proceso revolucionario anticatólico. Y, por último, la locura militarista americana desde el 2001 hasta la instauración de la Mentira como norma y criterio de toda la geopolítica mundial.

Podemos decir que, ahora, con la aprobación de toda la masa, todo es mentira. 

(Nunca se mintió tanto como en nuestros días. Ni de una manera tan desvergonzada, sistemática y constante: Alexandre Koyré, Reflexiones sobre la mentira. Traducción de Hugo Savino.)

A ver cómo salimos de esta.

 

domingo, 23 de abril de 2023

Robert Kennedy, Jr., abogado y candidato a la presidencia de los Estados Unidos.


Uno de los experimentos más interesantes fue el de un sociólogo de Yale llamado Stanley Milgram, que era parte del Programa MK Ultra. Llevó a cabo este experimento en el que reclutó sujetos de todos los ámbitos de la vida americana: estudiantes, profesores, gente de negocios, negros, blancos, etc., todos de la zona de New Haven. Ponía al sujeto en una silla en una mesa donde había un dial frente a ellos que podía administrar una descarga eléctrica a una persona [a la que no veían pero que estaba] atada a la silla en la habitación de al lado. Eso les contaban, pero en realidad era un actor compinchado con Milgram, y cuando subían el dial y administraban la supuesta descarga eléctrica, podían oír al hombre en la habitación de al lado gritando, chillando, suplicando, luchando, suplicándoles, llorando, etc. La mayoría de las personas que estaban participando en este experimento suplicaban que parase. Muchos de ellos lloraban y se lo pedían al doctor, que estaba de pie detrás de ellos indicándoles súbelo, bájalo, súbelo más, bájalo, súbelo aún más, bájalo. El 67 % lo subieron hasta 250 voltios, una carga mortal. Pueden ir a Wikipedia y buscarlo, el Experimento de Milgram

El 33% se levantó y se fue, y lo que Milgram concluyó es que si hay una figura de autoridad que da cierta apariencia de legitimidad, como por ejemplo el título de un médico, el 67% de las personas seguirán sus órdenes, incluso cuando ello signifique violar sus valores más sagrados, ir en contra de todo lo que creen. 

Pensé muchas veces en esto durante ese año 2020 en el que estábamos todos involucrados en este enorme experimento de Milgram, en el que Anthony Fauci era el doctor Milgram diciéndonos: «Puedes violar la Constitución, puedes censurar la libre expresión, puedes cerrar iglesias, puedes cerrar negocios, puedes prohibir los juicios con jurado, y puedes decirle a la gente lo que pueden y no pueden hacer, y puedes hacerles luz de gas, y marginarlos, y vilipendiarlos». Ya saben ustedes, ninguna crueldad es demasiado grande para alguien que desobedece.

Y lo que yo les diría es que el 33% de los participantes se levantó y se fue, y que la gente que está aquí hoy en esta sala es el 33% a la que no se le puede decir lo que tiene que hacer. Y ustedes saben que nuestra tarea ahora es luchar por el 67% restante, hasta que despierten y sean capaces de luchar por sí mismos, luchar para restaurar las libertades en las que todos nosotros creemos.