miércoles, 1 de septiembre de 2021

ODISEA segunda parte: sentido oculto

Odiseo llega a su patria.

No reaparece y toma posesión de sus bienes sin más.

Se oculta. (Atenea le transforma en una imagen de lo que ve. La más pura decadencia.)

Si apelamos al sentido literal del poema pareciera un capricho de autor para prolongar el relato. Si él se diera a conocer todo quedaría resuelto. Viene y toma posesión inmediata de todo lo que es suyo y ya estaría.

Pero no.

La patria está usurpada y devastada por todo tipo de impostores, derrochadores, viciosos, impertinentes.

No basta con retomar lo que le pertenece: debe eliminar a los pretendientes causa última del estado de su casa.

La prueba de la devastación es que nadie le reconoce.

Salvo uno.

Su perro es el único que le reconoce. Lo animal, aunque también afectado por la decadencia moral, pervive y resiste la podredumbre social, cultural y política.

La nodriza solo le reconoce por la señal de la herida que sufriera antes de la vida adulta por un feroz jabalí. Reconocimiento indirecto por tanto.

A su hijo debe mostrarse y Penélope --a pesar de todos los encuentros-- se resiste a la anagnórisis. Penélope es la patria devastada. El pesimismo, la derrota y la falta de esperanza.