viernes, 8 de marzo de 2024

La editorial que ELPAIS no se atreve a publicar

 

El Partido socialista está renunciando a todas sus responsabilidades constitucionales y, en su lugar, se ha convertido en una organización cuyo objetivo es la elección de una persona a expensas de cualquier otra cosa, incluida la integridad, los principios, la política y el patriotismo. Como individuo, Sánchez ha demostrado un desdén por la Constitución y el Estado de derecho que hace que no sea apto para ocupar la presidencia. Pero cuando todo un partido político, en particular uno de los dos principales partidos de un país tan poderoso como España, se convierte en una herramienta de esa persona y de sus ideas más peligrosas, el daño afecta a todos.

La capacidad de Sánchez para consolidar el control del Partido socialista y derrotar con rapidez a sus contrincantes se debe en parte al fervor de sus partidarios. Sin embargo, su ventaja más importante tal vez sea que quedan pocos líderes en el Partido socialista que parezcan dispuestos a defender una visión alternativa del futuro del partido. Quienes siguen oponiéndose a Sánchez de manera abierta son, en su mayoría, aquellos que han dejado sus cargos. Algunas de esas personas han dicho que temían hablar porque se enfrentaban a amenazas de violencia y represalias.

Ante la ausencia de un número suficiente de socialistas en puestos de poder que hayan demostrado que servirían a la Constitución y al pueblo español antes que al presidente, el país corre un riesgo enorme. Un partido sin disenso ni debate interno, que solo existe para servir a la voluntad de un hombre, es también un partido incapaz de gobernar. Los socialistas del Congreso ya han probado que tienen disposición a obviar sus prioridades como legisladores con la instrucción de Sánchez.

Para los españoles puede ser tentador restarle importancia a estas acciones y considerarlas actos de políticos que hacen lo que sea para ser elegidos o ignorar el acoso de Sánchez a otros socialistas y desconectarse de la contienda hasta el día de las elecciones. Pero dejar de prestar atención es un lujo que ningún español, al margen de su partido, puede permitirse.

Este servilismo no era ni es inevitable.


Aclaración. Lo único que he hecho es cambiar (en el editorial de TNYT) Trump por Sánchez y Usa por España.