lunes, 9 de diciembre de 2013

Acontecimientos

Geoffrey Parker ha escrito un libro portentoso: El siglo maldito. Ha conseguido explicar de un modo global -nada menos que- todo el siglo XVII, desde oriente a occidente. Sostiene que ese siglo vivió “más rebeliones y revoluciones que cualquier otro periodo comparable de la historia del mundo”. Hubo una combinación de desastres naturales y humanos que produjeron consecuencias duraderas y profundas. Lo extraordinario de su trabajo es que parece haber encontrado la causa última de esa crisis global y universal: el enfriamiento, la pequeña edad de hielo, que se abatió sobre la tierra. Una inusual baja actividad solar, combinada con el fenómeno conocido como El Niño y una alta actividad volcánica pudieron producir un enfriamiento global que arrasó a un tercio de la humanidad. Hambrunas, pestes, suicidios, infanticidios, migraciones masivas, disputas dinásticas, rebeliones, guerras, destrucción, búsquedas de chivos expiatorios, muerte, desolación… Su libro es una novedad absoluta en el campo de la historiografía. Le ha llevado, desde que tuvo la intuición global de lo que quería hacer, 15 años terminarlo. El resultado es asombroso. Nadie antes que él había conseguido un grado de integración y de explicación de un conjunto tan amplio de sucesos históricos. Es ejemplar. Creo que ha instaurado un nuevo modo de hacer historia. A partir de este estudio ya nada será igual. Quien quiera aspirar a lo más alto en este campo, tendrá que leer el libro en profundidad, asimilarlo y generalizar su método de hacer historia a nuevas realidades y datos. Verdaderamente, lo estimo como un acontecimiento, uno de los tantos que se vienen sucediendo en este bendito año 2013.

Otro acontecimiento que me ha sido dado conocer es también deslumbrante. Un equipo de investigadores de la Comunidad de Madrid ha conseguido enseñar a personas ciegas a leer y escribir. Lo llaman visión táctil pasiva. Mediante el uso de una sofisticada tecnología de última generación he visto -con mis propios ojos- cómo niños ciegos pueden leer de corrido y escribir como los niños videntes. Eso podría conducir a que pudieran prescindir sin ninguna dificultad del método Braille, que exige una estimulación táctil activa. Además, como esta estimulación táctil pasiva termina activando las áreas cerebrales de la visión, que las personas ciegas no utilizan, algunos de ellos, tienen la experiencia subjetiva de ver. Sienten que ven. Y, efectivamente, no es una metáfora: ven. Porque, realmente, el que ve es el cerebro al reanalizar los datos que le llegan a través de los sentidos. Da igual que vengan vía ojos que lo hagan vía piel de las manos o de cualquier otra parte del cuerpo sensible a la estimulación táctil pasiva. Cuando tienes ocasión de asistir a algo que parece imposible pero que es, al mismo tiempo, real se experimenta un júbilo incomparable. Estos fenómenos en los que se producen conjunciones entre lo real y lo imposible han sucedido -más de lo que es habitual- en este año asombroso año 2013.

lunes, 21 de octubre de 2013

El no apego

Los psicólogos del desarrollo hablan de varios tipos de apego. Se da por descontado que el mejor es el apego seguro. Sin embargo, podría ocurrir que hubiera un tipo de apego superior. El no apego. Aquí he traducido una escala que evaluaría el no apego (Sahdra, Shaver y Brown, 2010).

1.       Acepto el flujo de sucesos en mi vida sin colgarme de ellos o alejarme de ellos.
2.      Puedo dejar de lamentarme y de sentir insatisfacción sobre el tiempo pasado.
3.      Veo que puedo estar tranquilo o feliz incluso si las cosas no salen como me gustaría.
4.      Me cuesta apreciar el éxito de otras personas cuando me superan.
5.      Estoy abierto a lo que la vida ofrece independientemente de si parece deseable o indeseable en un determinado momento.
6.      Disfruto de experiencias placenteras sin necesitar que duren para siempre.
7.      Veo los problemas que surgen en mi vida como oportunidades más que como razones para desanimarme o desmoralizarme.
8.      Disfruto de mis propiedades sin que me turbe su daño o destrucción.
9.      La cantidad de dinero que tengo no es importante a la hora de valorar quién soy.
10.  No disfrazo ni niego mis cualidades negativas o errores.
11.  Acepto mis defectos.
12.  Disfruto de mi familia y amigos sin sentir que necesito colgarme de ellos.
13.  Si las cosas no  salen como a mí me gusta me contrarío.
14.  Disfruto de los placeres de la vida sin sentir tristeza o frustración cuando terminan.
15.  Siento alegría por los logros ajenos sin sentir envidia.
16.  Puedo ser feliz casi independientemente de cómo vaya mi vida.
17.  En lugar de evitar o negar las dificultades de la vida, me enfrento a ellas.
18.  Soy capaz de reflexionar sobre mis errores y fallos pasados.
19.  No me ofusco con lograr una vida “perfecta” e “ideal”.
20.  Me siento bien siendo normal y no un ser humano perfecto.
21.  Estoy abierto a los pensamientos y sentimientos que vienen a mi mente aunque sean negativos o dolorosos.
22.  Veo mis problemas y defectos sin intentar culpar de ellos a alguien o algo fuera de mí.
23.  Cuando experiencias placenteras concluyen  me encuentro bien pensando en lo siguiente que vendrá.
24.  A menudo estoy preocupado por amenazas y temores.
25.  No soy posesivo con la gente que quiero.
26.  No me cuelgo de la gente que quiero a toda costa; puedo dejarles marchar si ese es su deseo.
27.  No siento necesidad de escapar o evitar malas experiencias en mi vida.
28.  Puedo admitir mis fallos sin pena o vergüenza.
29.  Experimento y reconozco la pena asociada a pérdidas significativas pero no me aplasta, me hunde o me incapacita para las demás exigencias de la vida.
30.  No soy posesivo con las cosas que me pertenecen.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Las condiciones del pájaro solitario y los 36 hombres justos

Al parecer, en cada generación, hay en toda la tierra 36 personas justas.
Diversos autores hacen referencia a este misterioso hecho. Por ejemplo, Joseph Roth (El anticristo). También, Hannah Arendt: "La misma convicción se expresa en la historia de los treinta y seis hombres justos, en consideración a los cuales Dios salva al mundo y quienes no son conocidos por nadie, y menos aún por sí mismos." (La condición humana, página 89 de la edición castellana, subrayado propio.)
Por su parte, el Padre Fray Juan de la Cruz, se refiere en diversos lugares al pájaro solitario. Para ser un pájaro solitario -según su doctrina- hay que cumplir cinco condiciones: primera, irse a lo más alto; segunda, no aceptar compañía ni siquiera de los que son de su misma naturaleza; tercera, no tener color definido; cuarta, cantar suavemente y quinta, poner el pico al aire.
A mi me parece que los 36 justos reúnen las cinco condiciones requeridas para ser un pájaro solitario. Ahora bien, se podría ser un auténtico pájaro solitario y no ser uno de los 36 justos que sostienen al mundo. Por ejemplo, en el último libro de José Corredor-Matheos (Sin ruido, septiembre de 2013) se puede leer: Cómo decirle al pájaro que el mundo no ha perdido su misterio, pero que él y yo tendremos que escondernos para seguir cantando.  A mi me parece que este poeta reúne algunas, si no todas, de las condiciones del pájaro solitario.
Creo conocer o haber conocido a algún pájaro solitario a lo largo de mi vida. Pero, ¿habré conocido -sin saber- a algún justo, que por ser tal, no puede ser reconocido, so pena de perder su verdadera naturaleza?
Sí. Sé seguro que he conocido a uno de ellos. Pero su misterio oculto me obliga a callar su nombre.

martes, 1 de octubre de 2013

T. S. Eliot y san Juan de la Cruz

Eliot (1888-1965) escribió (según traducción de José María Valverde, 1978):

¿Lo volveré a decir? Para llegar allí,
para llegar donde estás, para llegar desde donde no estás,
tienes que ir por un camino donde no hay
éxtasis.
Para llegar a lo que no sabes
tienes que ir por un camino que es el camino de la
ignorancia.
Para poseer lo que no posees
tienes que ir por el camino del desposeimiento.
Para llegar a lo que no eres
tienes que ir por el camino en que no eres.
Y lo que no sabes es lo único que sabes
y lo que posees es lo que no posees.
Y donde estás es donde no estás.

(East Coker)

El Padre Fray Juan de la + había escrito en la Subida al Monte Carmelo (Libro Primero, Capítulo 13):

Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada;
para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada;
para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada;
para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada;
para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas;
para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes;
para venir a lo que no posees,
has de ir por donde no posees;
para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

MODO PARA NO IMPEDIR AL TODO

Cuando reparas en algo,
dejas de arrojarte al todo;
porque, para venir del todo al todo,
has de negarte del todo en todo;
y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer;
porque, si quieres tener algo en todo,
no tienes puro en Dios tu tesoro.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Poema de Hölderlin a su abuela



A MI VENERABLE ABUELA, EN SU 72º CUMPLEAÑOS

Querida abuela: tú has pasado por muchas cosas y ahora descansas dichosa. Y todos, familiares y extraños, pronuncian con amor tu nombre. También yo te venero bajo la plateada corona de la vejez, rodeada de niños que maduran, crecen y florecen. Por ser tan dulce has vivido tanto tiempo y la esperanza fue tu sostén amigo en el dolor. Porque eres apacible y devota, igual que la madre que antaño dio a luz al Hombre mejor, amigo de nuestra tierra. Lamentablemente ya nadie parece recordar el paso del Altísimo entre los pueblos y así casi por completo se ha olvidado lo que fue su vida. Pero algunos aún lo frecuentan, y a menudo, en medio de agitados tiempos, su celestial imagen disipa los nubarrones. Perdonando todo y en silencio, Él pasaba entre los mortales, Hombre sin par, animado por el espíritu divino. Nadie que viviera era un extraño a su alma y estrechaba contra su corazón dolorido todos los dolores de este mundo. Así acogió a la muerte, como amiga, por amor al prójimo. Y ascendió triunfalmente hasta su Padre, desde el dolor y los tormentos. También tú lo sabes, abuela mía, y sigues su ejemplo sublime en la fe, la paciencia y la dulce serenidad. ¡Mira! estas filiales palabras me han rejuvenecido y lágrimas brotan, como antes, de mis ojos. Y en mi fantasía veo días hace ya mucho terminados y mi corazón solitario se complace recordando la patria; allí estaba la casa donde crecí con tus bendiciones y donde, nutrido de ternuras, el niño floreció mejor. ¡Ah! He pensado que un día te haría feliz, cuando me veía en el futuro, activo en el vasto mundo. ¡Cuánto he probado y soñado desde entonces, y cuánto gasté mi corazón en el combate! Pero vosotros, todos los que amo, me curáis pronto. Y sabré vivir tan largos años como tú, abuela querida. Apacible y devota en la vejez. Voy hacia ti, bendice una vez más a tu nieto y así pueda el hombre cumplir la promesa del niño que fue. (Dass dir halte der Mann, was er, als Knabe, gelobt.)

Según traducción de Federico Gorbea (1977) para Ediciones 29.

Clara Corral matiza: "no sé si está bien traducida la última palabra "gelobt", porque "loben" significa alabar, encomiar, o sea, que sería más bien
"que mantenga (en tu beneficio, para ti) el hombre, lo que admiró/alabó de niño", es decir, que el niño admiraba, encomiaba algo, cosas, que se esperan que mantenga de adulto.


lunes, 9 de septiembre de 2013

Actividad y soledad

Numquam se plus agere quam nihil cum ageret, numquam minus solum esse quam cum solus esset. (Catón)
"Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo."

No es necesario que salgas de la casa. Quédate a tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, sólo espera. Ni siquiera esperes, quédate en absoluto silencio y soledad. El mundo se te ofrecerá para que lo desenmascares, no puede evitarlo; arrobado, se retorcerá ante ti.
Franz Kafka
(Traducción de Claudia Cabrera)

No es necesario que salgas de casa. Quédate junto a tu mesa y escucha atentamente. No escuches siquiera, espera sólo. No esperes siquiera, quédate totalmente en silencio y solo. El mundo se te ofrecerá para que le quites la máscara, no tendrá más remedio, extático se retorcerá ante ti.
Franz Kafka
(Traducción Carmen Gauger.)

martes, 3 de septiembre de 2013

Desconfiar de las respuestas automáticas

Continuamente, nos enfrentamos a situaciones, problemas o dilemas en los que nuestro razonamiento se pone a prueba. No siempre la primera respuesta, solución o decisión que damos es la más adecuada. Algunas veces, la primera opción -aunque parezca evidente que es la mejor- no lo es. Debemos entrenarnos, de un modo incesante, para ser capaces de ir más allá de las apariencias y detener los automatismos que nos conducen a respuestas claramente erróneas. Pongo dos ejemplos, muy sencillos pero muy ilustrativos.

El problema de la ruleta rusa.
En el tambor de un revólver normal - de seis recámaras - se ponen dos balas contiguas. Se gira el tambor y se efectúa un disparo. La probabilidad de sobrevivir es de 4/6 (66.66%).
Lo que uno piensa -de un modo automático- es que con el segundo disparo la probabilidad de sobrevivir descienda a 3/5 (60%).
Sin embargo, no es así. La probabilidad, ahora, es de 3/4 (75%). La clave está en que las dos balas están situadas juntas.
Es una solución muy contraria a la intuición inmediata.
El problema de las tres puertas.
Hay tres cajas  A, B y C. Dentro de una de ellas hay un premio. Elijo una de ellas. Una vez hecha la elección, se me muestra otra caja que no contiene el premio. En ese momento, se me ofrecen dos opciones: (1) no cambiar mi elección inicial y (2) cambiarla. ¿Qué me interesa más?
La respuesta automática es que da igual.

Sin embargo, me interesa cambiar. Y ello porque 2/3 de las veces que cambie ganaré el premio. O dicho de otro modo, sólo 1/3 de las veces que no cambie obtendré el premio.

Ahora bien, si esto ocurre con ejemplos tan triviales o banales, qué no nos ocurrirá con los verdaderos problemas de la vida personal, familiar, social o política. Para ello debemos ejercitar no sólo el razonamiento sino también el pensamiento.

domingo, 1 de septiembre de 2013

En la estela de Hannah Arendt

Este verano he leído pocos libros pero los recomiendo muy vivamente.
Sobre la violencia (1969) y Sobre la revolución (1963), ambos de Hannah Arendt. En ellos la autora practica eso que ella misma denomina pensamiento: un silencioso diálogo de la mente consigo misma. Su pensamiento arroja mucha luz, ilumina muchas sombras, sobre los dos fenómenos que estudia: violencia y revolución. En los dos ensayos hay momentos memorables.
Precisamente por sugerencia de H. A. he leido Billy Budd, marinero (1891) de Herman Melville. H. A. hace un análisis de este relato -en el capítulo 2 de Sobre la revolución- portentoso. (Lo relaciona con "El Gran Inquisidor" de Dostoievski.) Según ella, H. M. muestra cómo "la bondad absoluta es casi tan peligrosa como el mal absoluto." Atención, porque este pensamiento es muy complejo y de una sutileza extrema.
De H. Söderberg he leido Doctor Glas (1905). Plantea -nada más y nada menos-  que la posibilidad del asesinato ético. El fondo de la novela es repugnante pero la maestría con la que está escrita causa estupor. La novela anuncia claramente el neopaganismo de la sociedad europea contemporánea. Es un reto leer este relato. Es un test para la conciencia de cada lector. ¿Con quién estamos con el Doctor o con la detestable víctima?
Todo lo contrario que los dos relatos de Alexandr Solzhenitsyn: La casa de Matriona e Incidente en la estación de Kochetovka. El primero, un prodigio de concisión, versa sobre la realidad misteriosa del bien y de la bondad en el lugar más insospechado. El segundo es una obra maestra sobre la banalidad del mal y sobre la cooperación necesaria de los mediocres y vulgares en el surgimiento del mal absoluto.
Por último, Paisajes de la metrópoli de la muerte, de Otto Dov Kulka (1933) es un testimonio de alguien que ha conocido en persona el mal radical. El libro es muy perturbador. Desasosiega y no deja vivir porque no permite olvidar el mal causado por los totalitarismos tan bien estudiados por Hannah Arendt.

(Saludos a todos los seguidores rusos y americanos -del norte y del sur- de Juicio propio.)

martes, 20 de agosto de 2013

Inseguridades, dudas, indefiniciones, pocas certezas...

A mi me afectan mucho los pequeños detalles. Y llevo observando, últimamente, algunos pequeños detalles que me conturban poderosamente.

Es el caso del médico que tiene que hacer la autopsia de un cadáver -fallecido en un terrible atentado- y comprueba, aterrorizado, que la mujer tenía todo sus órganos vitales invadidos por el cáncer.  Y no sabe si  decirles a la familia que, aunque no hubiera fallecido en el atentado, lo hubiera hecho -con terribles dolores- en muy poco tiempo. O si, por el contrario, ocultar la información. A mi me parece un dilema mortal y cuando me lo contó me estremecí.
O el caso del científico que está a punto de resolver un problema de una envergadura histórica, al que ha dedicado 30 o 40 años, pero le falta un pequeño detalle con el que él sólo no puede. Y sabe, positivamente, que en cuanto comunique sus decisivos y geniales pero insuficientes avances, tiburones al acecho en las redacciones de las mejores revistas científicas, se los robarán. Y le despojarán sin escrúpulos de su trabajo.
Y qué decir del abnegado sacerdote de una parroquia de uno de los arrabales de cualquiera periferia, que sabe que las experiencias sobrenaturales que la vidente comunica, son un fraude mayúsculo pero mucha gente la cree y al creerla se producen milagrosas curaciones, poderosas transformaciones...

Pero también en el campo de las ciencias experimentales, en este caso, de la química me entero de hechos sorprendentes: por ejemplo, he leído un estudio histórico sobre la tabla periódica de los elementos. El autor -enormemente versado en el tema- da a entender, que no hay una tabla óptima con la que todos los teóricos estén de acuerdo. Por el contrario, hay muchas posibles y diferentes tablas periódicas. Y, sobre  todo, no están de acuerdo en lo principal, a saber: si la tabla es un descubrimiento o si es una construcción de la mente humana. Parece ser que nunca habrá una tabla óptima y perfecta. (Hay detalles indecidibles.)
También he leído un artículo de física donde los autores muestran -matemáticamente- que tanto el modelo heliocéntrico cuanto el de Ticho Brahe predicen y explican igualmente bien el paralaje estelar. Ya sé que desde 1931 se conocen proposiciones formalmente indecidibles, pero en el campo de la lógica, de las matemáticas y de la metamatemática. ¿Nos estaremos acercando al conocimiento -y establecimiento- de proposiciones indecidibles en el campo de los hechos empíricos también? Sería un cambio como no lo ha conocido la historia del conocimiento hasta el momento.
Por no hablar de ese Nobel de economía francés -pero aficionado a la astronomía- que descubrió un efecto sobre el péndulo de Foucault durante un eclipse solar que todavía no ha podido ser explicado. Aquí el detalle está en que a un economista -que como tal alcanzará la gloria- se le ocurriera indagar en los efectos de los eclipses solares sobre los péndulos. ¿No es asombroso?

Por otra parte veo que la resistencia de la burocracia científica a la aceptación de hechos para los que no hay posible explicación está decayendo. Es el caso de las experiencias cercanas a la muerte. Ya me resultó casi milagroso que The Lancet aceptara publicar la investigación de van Lommel sin censuras previas. Pero es que ahora me entero de que la revista científica PNAS ha publicado un artículo sobre experiencias cercanas a la muerte, pero en ratas de laboratorio. (No lo he podido leer y sólo conozco el abstract.)  Eso supone que el establecimiento científico acepta el hecho repetidamente verificado de experiencias mentales en ausencia de actividad cerebral. Y eso es lo raro: la mente humana rechaza todo aquello que no puede asimilar, explicar o enmarcar. Por primera vez se estaría produciendo el fenómeno contrario: aceptar algo para lo que no se tiene una explicación. Lo considero un pequeño detalle de proporciones imprevisibles.

Todo ello se mezcla con experiencias personales y subjetivas. Volver a Mallorca, pongamos, después de más de 30 años y encontrar pequeños pero sutiles cambios en los lugares secretos, amorosamente custodiados en la memoria y que sólo comunicas a quien quieres. Un Puig, una cueva sagrada, un pequeño museo, una determinada cafetería en un determinado paseo, una cala prohibida para los turistas, una calle escondida, un santuario, un sendero de pinos o un determinad atardecer...

Otra cosa que me maravilla es que después de haberse publicado tantos libros sobre los campos de concentración y sobre el gulag toda siga igual.  Ya nadie puede alegar ignorancia. Me asombra el poco -o ningún- asombro que produce. Pero si ahí está concentrado todo el mal posible. Si eso es, precisamente, lo que hay que redimir. Sobre lo que hay que pensar y meditar para convertirlo en el centro vital de toda Política.

Y vuelvo a leer después de veintitantos años Las Confesiones de Agustín de Hipona y vuelvo a encontrarlas arrebatadoras. Es un estricto contemporáneo nuestro. Nos podríamos entender perfectamente con él. Bueno, si no todos, al menos, los que somos sensibles a los aspectos o los que consideramos que en los pequeños detalles está la salvación.

ACI


martes, 30 de julio de 2013

Una historia increible

Soy un médico oftalmólogo desde hace mucho tiempo. El otro día tuve que revisar el caso de una mujer de 92 años que ya había visto hacía un año. Tenía cataratas muy semejantes y muy formadas en ambos ojos. Le había puesto un tratamiento por una tensión ocular muy elevada. Parecía que los dos colirios habían hecho efecto. La tensión estaba controlada. Pero había que decidir, ahora,  si se le operaba de las cataratas. Vi el nervio óptico totalmente atrofiado. Lo desaconsejé. Sin embargo ocurría algo extraño: ¿cómo era posible que viera perfectamente todas las filas de letras cuando mi ayudante -médico en formación en su segundo año- le evaluó la visión. Tan sólo hacía cuatro meses no veía más que el movimiento de las manos con el ojo izquierdo y la mitad de las filas con el derecho. Me aseguré. Yo mismo le tomé la visión. Efectivamente veía. Ella no parecía extrañarse de esa imposibilidad científica o técnica.
¿Efecto placebo?
Cómo iba a extrañarse de que unas gotas utilizadas para rebajar la tensión, pudieran servir para otra cosa distinta, alguien que decía hablar todas las noches con su madre, fallecida cuando ella tan sólo tenía 5 años. Lo que ella llamaba curarse de los ojos, así, en general, mediante unas simples gotas, era menos inverosímil. Intenté saber más acerca de ella y de su vida. Todo en esa vida era milagro cotidiano. Todo sucedía según las leyes que rigen el vuelo de los ángeles. Encuentros fortuitos salvadores. Bombas que no estallan. Hijos perdidos y hallados. Aguas que no conocen la putrefacción. Sueños premonitorios. Pero lo que para una mente deformada como la mía es milagro no lo es para la suya. Lo natural, en ella, es lo imposible. Vive en lo real imposible.
Mi problema ahora era muy sencillo de formular pero muy difícil de resolver. ¿Le decía que siguiera con los colirios o se los retiraba? A ver si adivináis qué hice.

A.C. Íñigo

viernes, 19 de julio de 2013

Vivimos muy engañados

El apellido de una persona puede influir sutilmente en nuestro corazón, sobre todo si coincide con el nuestro. También la fecha de nacimiento.
Juzgamos los productos por sus embalajes, los libros por sus tapas e incluso los informes anuales de las empresas por su papel satinado.
Gente normal y gente con daños cerebrales prefiere Pepsi a Coca-Cola cuando no saben lo que beben. Pero los que tienen el cerebro sano cambian a Coca-Cola cuando saben lo que beben. Los que tienen daños cerebrales no cambian, sin embargo, sus preferencias.
Los datos entre 1927 y 1990 muestran que las cotizaciones de las acciones se ven influidas tanto por los días muy soleados como por los días muy nublados (Nueva York).
Hay personas con ojos intactos que no tienen una sensación consciente de ver y, sin embargo, responden como si vieran. Se denomina a este fenómeno visión ciega.
Cada año en USA se realizan 75000 ruedas de identificación o de reconocimiento. Un 25% de las veces los testigos del delito hacen una elección que la policía sabe que es incorrecta.
Se ha podido inducir experimentalmente en las personas el recuerdo de sucesos que nunca se han producido. Y recordar algo que nunca ha ocurrido es algo muy grave.
Es mucho más probable morir a causa del dolor social (exclusión) que a causa del dolor físico.
Etiquetar a unos niños como dotados es un arma poderosa: es como una profecía autocumplida. Calificar a un niño de torpe para el aprendizaje contribuye a que el niño sea exactamente eso.
Ajustamos la cantidad de tiempo que dedicamos a mirar a los ojos de otra persona en función de nuestra posición social relativa, y, por lo general, lo hacemos sin darnos cuenta.
Las mujeres tienden a asociar las voces graves con hombres altos, musculosos y de pelo en pecho. La atracción de las mujeres hacia los hombres con voces graves es más pronunciada cuando una mujer se encuentra en la fase fértil de su ciclo de ovulación. Nuestra voz actúa como un anuncio subliminal de  nuestra sexualidad. Los hombres con voz más grave tienden a tener un nivel más alto de testosterona.
Si hablas más rápido, más alto, con menos pausas y con mayor variación puedes parecer más competente.
Un número significativamente menor de los clientes que vieron un hurto cometido por un hombre bien vestido informó del delito, en comparación con los que habían visto a la persona desaliñada.
Los mensajes publicitarios que al condenar una conducta resaltan normas sociales no deseadas pueden tener resultados opuestos a los buscados.
Nos importa mucho sentirnos distintos de los otros y superiores. No maximizamos los premios para nuestro propio grupo sino la diferencia entre lo que recibe nuestro grupo y lo que recibe el otro grupo. La gente elige de un modo inequívoco discriminar a favor de su propio grupo (endogrupo)  en lugar de actuar en aras del bien mayor.
Las mujeres cuando ovulan llevan vestidos más insinuantes, se tornan sexualmente más competitivas y  aumentan su preferencia por los hombres sexualmente competitivos.
Sentimos muchas cosas que no sabemos que sentimos. Aunque pensemos que sabemos lo que sentimos, a menudo no conocemos ni el contenido ni los orígenes inconscientes de ese contenido.
Seríamos conscientes de alrededor del 5% de nuestra cognición. El 95% restante escapa a nuestra conciencia.

 Leonard Mlodinow (2012/2013) Subliminal. Crítica, Barcelona. Traducción de Joan Lluís Riera.


martes, 9 de julio de 2013

La importancia del no saber ni entender

Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza. Entiéndese que se goza un bien, adonde junto se encierran todos los bienes; mas no se comprende este bien.

El cómo es ésta que llaman unión y lo que es, yo no lo sé dar a entender. En la mística teología se declara; que yo los vocablos no sabré nombrarlos; ni sé entender qué es mente, ni qué diferencia tenga del alma o espíritu tampoco.

Ahora vengamos a lo interior de lo que el alma aquí siente. Dígalo quien lo sabe, que no se puede entender: ¡cuánto más decir! (...) Deshácese toda, hija, para ponerse más en Mí; ya no es ella la que vive sino Yo. Como no puede comprender lo que entiende, es no entender entendiendo.

La voluntad debe estar bien ocupada en amar, mas no entiende cómo ama. El entendimiento, si entiende, no se entiende cómo entiende; al menos no puede comprender nada de lo que entiende. A mi no me parece que entiende; porque - como digo - no se entiende. Yo no acabo de entender esto.


Teresa de Jesús: Libro de la Vida, capítulo 18. En que trata del cuarto grado...

lunes, 24 de junio de 2013

Hyperion, Hölderlin

Non coerci maximo, contineri tamen minimo, divinum est.
(Es divino no estar encerrado en lo máximo y estar, sin embargo, contenido en lo mínimo.)

lunes, 17 de junio de 2013

Para Josefa, que ha vuelto

Pollença el vent Pollença
-les cales verdes pins-
"jovenesa de l´aire"
et recorden els vents
de la tarda
"el matalàs d´arena", veritat de les auques
-amb tu, molt lluny amb tu,
                          la teva mort.
Somrius en el capvespre
                          el cap del vespre.
Verdegen els camins, amic,
pau de Pollença.

Ramón Xirau, 1999

martes, 11 de junio de 2013

Lo que algún día encontraré

Un jersey que dé frío en verano
Una guitarra con cuerdas para pulsar el silencio
Un camino en la sombra sin vuelta atrás
Un poema indescifrable
El inventario de todas las mentiras
Un telescopio para ver metáforas
El teorema primordial
Un pájaro que cante mi nombre secreto
La canción perdida de Bob Dylan
Un árbol que agite el aire
A uno de los 36 hombres justos
Un pan hecho con harina de silencio
La llave del corazón de los hombres condenados


miércoles, 5 de junio de 2013

Acerca del infinito

El día en que la humanidad supere el terror ante el infinito, sobrevendrá un cambio súbito -y definitivo- de la naturaleza humana.
Para ello hay que superar las siguientes:

Ideas erróneas sobre el infinito:

El infinito es sólo potencial. No es actual. Por tanto, no es “real”.
No podemos tener una experiencia directa del infinito. Por tanto, el infinito está fuera de nuestro alcance.
No hay diferentes tipos de infinitos.
El infinito no es manejable, no se puede hacer operativo.
Dios es infinito.
El ser humano no es infinito de un modo actual. En todo caso lo sería de un modo -tan sólo- potencial.
Las personas no tenemos miedo ni nos aterroriza la idea de que el infinito nos concierna de un modo directo e inmediato.

Y sustituirlas por estas otras:

El infinito es actual
Continuamente estamos experimentando el infinito
Hay muchos tipos de infinito. Particularmente, hay un infinito numerable y otro no numerable. Este es superior a aquél.
Dios no es infinito ni finito. Está más allá de cualquier categoría, incluida la de infinito.
El ser humano es un híbrido finito e infinito.

El ser humano siente terror ante la idea de que pueda contener “parcelas” de infinito no numerable y más. Muchas depresiones y trastornos de los llamados psicológicos o psiquiátricos proceden de la represión de lo infinito en nosotros y en los otros.

Antonio Corral Íñigo

martes, 21 de mayo de 2013



He aquí algo nunca visto antes. Daniel y María gemelos recién nacidos fotografiados por el padre. Entrelazan      los dedos de sus manos. Se agarran fuerte el uno a la otra. Aprietan. No quieren soltarse. Quieren vivir juntos. De dónde surge esa fuerza, esa conexión, esa intensidad. Conmueve. Interpela. Plantea preguntas. Rebaja seguridades. ¿Es un mero reflejo? No me lo parece. Es la vida. El milagro de la vida. De la fraternidad. De la sincronicidad. Es una imagen misteriosa. No casual. No azarosa. Es un mensaje. Todavía estamos a tiempo. Tenemos que cambiar todas nuestras opiniones, ideas, conceptos... acerca de la vida. Se quedan cortos, pequeños. Hay algo más que se nos escapa. Peor, que dejamos escapar. Cada día hay un milagro nuevo que no vemos. La comadrona sí lo vio. El padre lo supo apreciar. Y el médico que practicó la cesárea supo desde ese día que hay algo más que la técnica - y todo saber mecanicista, reduccionista y materialista con ella- ignora. Y eso que ignora es lo mejor. Lo que salva.

lunes, 6 de mayo de 2013

Derek Bickerton: Lenguaje y especies

En el año 1998 leí Lenguaje y especies (Language and species, 1990). El libro de Derek Bickerton me parecía tan interesante y estimulante que leí con sumo cuidado incluso las notas a cada uno de los capítulos. El libro tiene una orientación claramente naturalista y materialista. El capítulo 9: La naturaleza de la especie, contra todo pronóstico, tiene una extensa nota que termina de la siguiente forma: "Para un buen análisis del enfoque de los místicos a estas cuestiones, difícilmente puede mejorarse el del autor anónimo de The Cloud of Unknowing ("La Nube de lo Ignoto")" (según traducción de Miguel Ángel Valladares Álvarez para Alianza, 1994). Me extrañó sobremanera el giro de la nota y pensé que qué tendría que ver la mística con el origen del lenguaje y de la especie humana. En el año 1999 encontré una versión de la citada obra en español (La nube del no-saber, Anónimo inglés s XIV). Desde entonces no he dejado de releerlo. Tenía razón Bickerton, el análisis es inmejorable. Dice, por ejemplo: "Me expresaré más bien en paradojas. No trates de replegarte dentro de ti mismo, pues, para decirlo de un modo simple, no quiero que estés en ninguna parte; no, ni fuera, ni arriba, ni detrás o al lado de ti mismo. Procura entender esto claramente: tu actividad espiritual no está localizada en ningún lugar particular. Tus sentidos y facultades quedarán frustrados por falta de algo donde agarrarse y te increparán por no hacer nada. Pero no te preocupes. Sigue con esta nada, movido solamente por tu amor hacia Dios. No te inquietes si tus facultades no pueden captarla. En realidad, así debe ser, ya que esta nada es tan sutil que los sentidos no pueden alcanzarla. No puede explicarse, tan sólo experimentarse." (según traducción de Pedro R. Santidrián y revisión de Ana María Schlüter para San Pablo, 1995)

sábado, 4 de mayo de 2013

Mujeres geniales en tiempos de miseria

El genio femenino se ha mostrado de un modo deslumbrante justo en los momentos más tenebrosos, sombríos y miserables de la humanidad.

Edith Stein (1891-1942)
Hannah Arendt (1906-1975)
Simone Weil (1909-1943)
Etty Hillesum (1914-1943)

Las cuatro descendieron a los infiernos del mal. Arrojaron luz sobre la tiniebla que envolvía no sólo a Eurídice sino también a Orfeo. Entregaron su vida sin reserva. Fueron pensadoras. Su pensamiento reunía todas las características del verdadero pensamiento: meditativo, reflexivo, poético, dialógico, abarcador pero consciente de sus límites... Una razón viva, vital, existencial, crítica, radical y auténtica.
Quien no las conozca no conoce esta época. Quien no las lea no sabe de qué va esto. Quién habiéndolas frecuentado no las difunda es un estéril. De ellas hay que leerlo todo pero sino todo sí, al menos:

La ciencia de la cruz
Los orígenes del totalitarismo
A la espera de Dios
Diarios

Hannah y Edith conocieron muy bien a Heidegger. Quien pasa por ser el pastor del ser. Pero las verdaderas pastoras del ser y de la vida fueron ellas. Ellas padecieron al lobo y se enfrentaron a él. Martin, en cambio, pagó las cuotas, y al parecer, nunca se arrepintió.

viernes, 3 de mayo de 2013

C. P. Cavafis (1863-1933)

CUANTO PUEDAS

(1913)

Aunque no puedas hacer tu vida como quieras,
inténtalo al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el trato desmedido con la gente,
en el tráfago desmedido y los discursos.

No la envilezcas a fuerza de trasegarla
errando de continuo y exponiéndola
a la estupidez cotidiana
de las relaciones y el comercio
hasta volverse una extraña inoportuna.


EN LA IGLESIA

(1912)

Amo la iglesia -sus serafines de seis alas en los lábaros,
la plata de sus cálices, sus candeleros,
los fanales, sus iconos, su ambón.

Cuando entro en la iglesia de los griegos,
con el aroma del incienso,
con la música y cánticos de su liturgia,
la presencia majestuosa de los sacerdotes
y el ritmo grave de cada movimiento suyo
-magníficos en el boato de sus ornamentos-
mi pensamiento sueña con los grandes valores de nuestra raza,
con nuestro glorioso Bizancio.

(Poesía completa. Según traducción de Pedro Bádenas de la Peña. Alianza, 1982.)

El ejercicio del poder (L´exercice de l´État)

Una película de Pierre Schoeller. 

Autor del guión y de la música, Scholler  dirige una película sobre la práctica política cotidiana en la sociedad capitalista y de masas. No hay tramas ocultas ni conspiraciones que descubrir ni desvelar. Nada hay inconfesable. Todo es tal cual. Y el resultado es desolador. Es una cáscara vacía: dentro del poder no hay otra cosa que poder, lucha por el poder, mantenimiento del poder. Todo bastardo, prosaico, vulgar y despreciable. Dos mundos irreconciliables: por una parte, los ciudadanos masificados y domesticados y, por otra, una élite de políticos insustancial. Consumidos por una práctica mecánica, articulada, unidimensional, lejos de toda creatividad, de toda moral de servicio, en definitiva, absolutamente ciega. Ciegos que conducen a otros ciegos hasta el cataclismo final. 
Producida por los hermanos Dardenne, que son toda una garantía de sobriedad, austeridad, sensibilidad moral y capacidad de poner el dedo en la llaga de las realidades europeas más dolorosas y desoladoras.  
La película no es entretenida. Es muy exigente porque no hace concesiones. No las puede hacer porque lo que pone de relieve es de la máxima gravedad. Y no estamos para edulcoraciones. La cosa política está ya muy mal. Quizás no haya otra solución que acabar con esto de una vez y empezar de nuevo, estos es, de cero. O casi de cero. Otra vez. Una vez más.

Pareciera como si estuviéramos tocando ya el final de todo esto.

jueves, 25 de abril de 2013

ALTO JORNAL

Alto jornal

Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano.


Conjuros (1958)
Claudio Rodríguez

martes, 23 de abril de 2013

En las matemáticas hay muchas sorpresas



En las matemáticas hay grandes sorpresas.

¿Es tan exacta la matemática como se piensa? 
Si por exacto entendemos: unívoco, definido, libre de ambigüedad, completo, más bien no. La exactitud de las matemáticas consiste en que define con toda exactitud y precisión todas sus inexactitudes e imprecisiones. Las acepta, las asume y crece sin parar. Conoce sus límites tanto como sus posibilidades. No le teme  a sus límites. Sus límites no la limitan de un modo absoluto. En su lugar, se sirve de ellos para avanzar.
Veamos algunos ejemplos.

0,9999… = 1.
En realidad, 0,9999… y 1, son dos formas distintas de representar el mismo número. Lo mismo ocurriría también, por ejemplo, con 1,99999 = 2. Esto viola muchas de las convenciones de la mente natural. De hecho, aun siendo capaz de entender la demostración, muchas personas no terminan de aceptar con todas sus consecuencias la estricta igualdad de ambas representaciones.

1-1+1-1+1-1… podría ser tanto 0, 1 como 1/2. Y eso no puede ser.

¿Es tan previsible la matemática como se piensa?
He aquí algunos ejemplos.

La ley de los números anómalos de Benford establece que el 1 como primer dígito tiene una probabilidad de aparecer –en una gran cantidad de situaciones estadísticas- mayor que los demás números excluido el 0. Esto es algo enormemente contraintuitivo. De hecho, el descubrimiento de la ley de ocurrencia (log (n+1) – log (n)) de los distintos dígitos surgió de forma puramente casual. Se acepta porque se comprueba una y otra vez su corrección.

También resultó una sorpresa de carácter histórico la posibilidad de construir -por parte de Gödel (1931)- sentencias formalmente indecidibles en Principia Mathematica (Rusell y Whitehead) y sistemas afines. Resultaba que había fórmulas matemáticas que predicaban de sí mismas su propia indemostrabilidad, y, no obstante, eran verdaderas.

Doron Witztum, Eliyahu Rips y Yoav Rosenberg (Statiscal Science, 1994) demostraron que: “when the Book of Genesis is written as two-dimensional arrays, equidistant letter sequences spelling words with related meaning often appear in close proximity… the effect is significant at the level of 0.00002”.

Deberíamos cambiar nuestro modo de aproximarnos a ella así como al modo de transmitirla a las nuevas generaciones.

jueves, 18 de abril de 2013

EL NÚMERO 153


El número más extraño

A veces comienzo una ponencia pidiendo a los participantes que digan cuál es su número favorito. Esto relaja el ambiente y da pie a la conversación.
Muchos de estos números favoritos son previsibles: el 7, el 3 y el 13. Algunos eligen un número que tiene un significado especial, personal: el día del cumpleaños, el número de la calle, o algo por el estilo. Números como 9, 22 o 30. Y siempre hay “chicos jóvenes” entre la megalomanía: cuando alguien dice el número 1000 los demás le siguen y se les llena la boca de números como millones, billones y cuatrillones. Nada de esto me sorprende.
Sin embargo, una vez me sorprendió algo. Una mujer dijo: “Mi número favorito es el 153.” Me pareció una persona seria, de modo que pensé que realmente se refería a ese número. Cuando le pregunté por qué era ése precisamente su número preferido, me dijo que hace muchos años un sacerdote le dijo que el 153 era un número muy especial.
Confieso que en ese momento no se me ocurrió nada. Durante el descanso alguien se acercó a mí para hablarme de esa cifra. Dijo que aparece en la Biblia, y más concretamente porque Pedro pescó exactamente 153 peces.
Esto fue fácil de verificar, de hecho aparece en el Evangelio de Juan, en el capítulo 21: “Simón Pedro tiró de la red y la puso en tierra, estaba llena de peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió.” Es llamativo que se nombre este número aquí tan explícitamente. No tiene relación con otros números importantes de la Biblia, como el 10, 12, 144, 666. Hasta hoy no he encontrado ninguna explicación definitiva al porqué de su aparición en este lugar del texto.
Después empecé a pensar y a calcular, para indagar en la explicación matemática de 153. Lo descompuse en factores: 153 es 9 por 17. Entonces caí en la cuenta de que es un número triangular.
Imagínense que sacan una moneda, de la siguiente manera: usted empieza alineando primero 17 monedas, después pone una fila debajo con 16 monedas, y debajo de ésta otra fila con 15, y así hasta la punta del triángulo, donde hay una sola moneda. La pregunta es la siguiente: ¿cuántas monedas hay en el triángulo?
La respuesta es sencilla: hay que sumar los números 1, 2, 3 hasta 17. Al hacerlo sale el número 153. Así que 153 es el décimo séptimo número triangular. En general estos números se calculan con la siguiente fórmula: (n+1). n/2. Así que para n=17 hay que multiplicar 18 por 17 y dividirlo entre 2, que es lo mismo que 9 por 17. Exactamente la descomposición de 153 que hemos observado antes.
Más tarde encontré algo un poco más estrambótico. Se puede descomponer 153 de otra manera: mirando las cifras por separado, o sea 1, 5 y 3. En algún momento a alguien se le ocurrió la peregrina idea de elevar las cifras por separado a la 3ª potencia, y luego sumar estos resultados. En el caso de 153 el resultado es: 1 ³ = 1, 5³ = 125, 3³= 27. La suma de 1 + 125 + 27 es de nuevo 153. ¡Es único!
Y todavía hay más. Tomemos un número cualquiera, divisible por 3, por ejemplo el 48. Hacemos lo mismo que antes, o sea, la suma de las terceras potencias de cada cifra: 4³ + 8³ = 64 + 512 = 576. Siempre sale un número divisible por 3. Con este número resultante llevamos a cabo el mismo procedimiento, con igual resultado. Miren qué pasa:
5³ + 7³ + 6³ = 125 + 343 + 216 = 684
6³ + 8³ + 4³ = 216 + 512 + 64 = 792
7³ + 9³ + 2³ = 343 + 729 + 8 = 1080
1³ + 0³ + 8³ + 0³ = 1 + 512 = 513
5³ + 1³ + 3³ = 125 + 1 + 27 = 153
             De nuevo llegamos a 153 y nos paramos, obviamente. Es siempre de la misma manera, ¡seguro!
            Por cierto que 153 es también la suma de los cinco primeros factoriales: 1! + 2! + 3! + 4! + 5! = 1 +2 + 6 + 24 + 120 = 153. Todo esto son curiosidades del número 153, que saca del mar de “números anónimos”. Pero ninguna de estas características, ni una sola, explica el asunto de Pedro y los 153 peces.
 Prof. Albrecht Beutelspacher
Publicado en la revista “Bild der Wissenschaft” 8/2009. 
Traducción del alemán: Clara Corral Martínez.

sábado, 13 de abril de 2013

To the Wonder de Terrence Malick

Película no apta para críticos al uso. Tampoco para cualquier forma de filesteismo y vulgaridad. Es un poema cinematográfico (palabra, silencio; música, silencio e imágenes, silencios (fundidos)). Lo mismo que en la literatura hay géneros (novela, poesía, ensayo y... best sellers) también en el cinematógrafo los hay. Y esta es una película del género poético. Poco transitado, por el momento. En este poema cinematográfico todo se mueve, todo danza. Y todos están en busca del absoluto. Pero el absoluto se esconde en el dolor y la tragedia. Duele como la enfermedad, la vejez, la soledad, el abandono, la cárcel  y la muerte. Sólo uno de los personajes no parece estar sordo a este rumor silencioso de lo inaudible: el sacerdote católico (Javier Bardem). Personaje anacrónico donde los haya, porque dice - además en castellano- todo lo que nos repugna. Todo lo que está prohibido decir, pensar o sentir. Malick demuestra, así,  haber llegado a una libertad artística total. Y, quizás, haber sido capaz de oír lo inaudible. Y ha hecho una película, después.

jueves, 11 de abril de 2013

Tres películas

Barbara de Christian Petzold (2012). Mal comparada con La vida de lo otros. Barbara no es maniquea. No presenta la contraposición entre occidente (capitalista) y comunista de forma simple, esto es, entre el bien absoluto, por un lado,  y el mal absoluto, por otro. Es muy sutil. El guión es muy ponderado y equilibrado. Y, si bien, queda claro que el comunismo es una cárcel insufrible, también queda claro que el capitalismo no es el paraíso terrenal. El único paraíso es el amor, el encuentro amoroso entre dos seres, que si -por un momento- se miran, se abrazan y se tienen, después de ese fragor, más fuerte que la muerte, se volverán a encontrar ya en la salida, allí donde falta el amor.

Searching for sugar man de Malik Bendjelloul (2012). Es la historia verídica de un hombre único. La demostración de que se puede ser feliz siendo pobre y desconocido, músico y poeta, artista total, en el más absoluto anonimato aun mereciendo el éxito, la fama y la riqueza. Rodriguez está más allá de todo deseo alienante. Probablemente, uno de los 36 seres que en cada generación nos salvan del desastre final.

Blue valentine de Derek Cianfrance (2010). Brutal relato de la degeneración del amor. Genuina, sincera, pensada, apasionada, auténtica. Ryan Gosling y Michelle Williams, insuperables. Es el amor quien nos elige. Es el amor quien nos destruye. Nosotros no elegimos ni la salvación ni la destrucción. Estamos a la intemperie. Pero como el último Heidegger confesó antes de su muerte: sólo un dios puede salvarnos.

martes, 2 de abril de 2013

El proyecto cognoscitivo de Juan de la Cruz


Resulta intrigante la unanimidad que provoca la obra de san Juan de la Cruz en todo tiempo y lugar. ¿Cómo es posible que después de tantos años su presencia, lejos de diluirse, se afiance? ¿En qué consiste su actualidad permanente? ¿Cuál es la clave que explica su capacidad de diálogo con el hombre contemporáneo?
 ¿Cuál es su secreto?
 Lo que san Juan propone insistentemente es una construcción continua y masiva de esquemas u operaciones intelectuales libres de contenido. Porque es posible encontrar, siempre, una representación más abstracta -más libre de concreción aunque nunca enteramente exenta- que la anterior, capaz de ofrecer, incluso, nuevos matices intelectivos antes inadvertidos. El proceso es inacabable pues sólo cabe concebir (no lograr), y, en el límite, una forma completamente exenta de contenido o vacía.
Hay un puñado de ideas en su "epistemología" que sólo ahora pueden ser reconocidas y valoradas. Cada una requiere un comentario aparte pero antes las vamos a presentar en conjunto.
1) El proceso cognoscitivo es evolutivo y culminante.
2) La cognición tiene una componente social fundamental que se expresa en la relación guía-guiado. Hoy diríamos el  mentor o mediador existencial.
3) La consideración de los errores como fuente de desarrollo.
4) El problema de los límites del conocimiento.
5) La polivalencia de sus recursos operacionales: analógicos, paradójicos, lógico-formales, dialéctico- relativistas, intuitivos o abductivos.
6) La vinculación dinámica entre lo ético y lo estético.
7) La complejidad de la relación mente-materia.
8) La complejidad dialógica entre el pensamiento y su expresión: lo que está más acá-más allá del lenguaje. 
9) La dialéctica entre el conocimiento figurativo y el operativo y su adecuada jerarquía evolutiva.
  
He ahí su secreto, un triángulo: palabra, acción y pensamiento.
Todo aquél que construye su vida sobre estos tres vértices, difícilmente sucumbirá a los embates del tiempo, ni perderá la vigencia, negada a la mayoría de las biografías conocidas.
     ("Dos triángulos son semejantes si los tres lados de uno son respectivamente iguales a los tres lados del otro", dice un teorema).
 ¿Qué es lo que permanece fresco o invariante a pesar de los renuevos, las novedades, los hallazgos y los descubrimientos?
 Nada que pueda percibirse porque se trata de la raíz armoniosamente dispuesta.
     ("Si dos triángulos son iguales, sus ángulos correspondientes son iguales", dice otro teorema).
Aunque, probablemente, no deberíamos hablar de triángulos sino de triedros de caras transparentes, abiertas al espacio infinito.
Las palabras escritas deben permitir la interpretación y la búsqueda de sentidos nuevos; la posibilidad de ir más allá de la literalidad mediante una reconstrucción activa. Palabras que resuenen en el interior de cada uno para ser escuchadas allí, de nuevo, en sentido propio. Palabras que desencadenen operaciones cognoscitivas cada vez más complejas, de un orden cualitativo cada vez mayor, si se quiere mantener lozana la plurisignificatividad sin sentir el escozor irritante de la incertidumbre proyectada.
No se trata, aquí, de reducir o deshacer la ambigüedad, tampoco de crearla artificiosamente, sino de descender graciosamente a las entrañas del sentido sin mancharlo, alterarlo o apropiárselo.
 De la visita no debe quedar más rastro que el del águila en los aires.
 Pero, ¿no era la cognición, evolutiva y potencialmente culminante? Acaso las formas más avanzadas de pensamiento no necesitan construirse en la relación social asimétrica. Si cada etapa prepara la siguiente, ¿cómo no asumir el carácter creador de los errores de paso cometidos? Señalar los límites nos abre tanto la posibilidad de rebasarlos como la de aceptar las limitaciones de nuestro conocimiento presente. ¿En qué momento nos identificaremos con los límites y ya no será posible, entonces, ir más allá de ellos? ¿Qué sensación nos procurará ese instante en el que ya no será posible ampliar nuestro campo cognoscitivo?
En la casa del pensamiento hay muchas moradas pero con dificultad vemos sus conexiones. Conviven lo lógico-formal con lo dialéctico, lo analógico con lo paradójico, lo estético con lo ético, lo abductivo con lo estructural, los procesos materiales y los procesos socio-históricos...Pero, ¿de qué modo?
La inmarcesibilidad de san Juan de la Cruz está en su epistemología, insuficientemente explicitada hasta la fecha, debido, probablemente, a su dificultad o complejidad.
 Su pensamiento es mucho más que dialéctico, es dinámico. Siempre está en movimiento. Por una de esas situaciones engañosas a las que tanto nos cuesta sustraernos, se confunde dramáticamente estos dos conceptos, cuando la dialéctica es sólo una de las expresiones del dinamismo radical del pensamiento en acción. Hay otras formas de expresión del dinamismo cognoscente que no tienen por qué reducirse a la dialéctica y menos si ésta es de corte hegeliana.
En san Juan de la Cruz la búsqueda de oposiciones es constante. Nunca se preconiza, sin embargo, la síntesis como estado culminante, sino el trascendimiento de un estado inferior en otro superior, mediante la negación del primero en cuanto modo de conocer relativamente imperfecto con respecto al segundo. Así ocurre con el conocimiento figurativo y el operativo.
Si bien se aspira a un conocimiento de lo absoluto, el conocimiento, en sí mismo, no es lo absoluto, puesto que es una actividad que siempre tendrá un carácter incierto. La incertidumbre es aceptada, así, como característica constitutiva de todo proceso cognoscitivo. ¿Cómo, pues, mediante lo incierto puede alcanzarse la certeza absoluta? Si es  que fuera posible tal cosa, nunca lo sería de una vez por todas. Tan sólo el continuo vaciarse, la renuncia constante a aceptar una última versión de lo conocido impedirá que caigamos en la ilusión de la culminación absoluta: bien sabía él que los maitines gloriosos tan sólo se alcanzan después de morir. No hay más meta que la muerte en cuanto principio del reposo absoluto. Quien aspire a lo más alto debe estar siempre en vuelo, sin dejar, además, rastro alguno de su vuelo ni a sí mismo ni a otros. Cada vuelo tiene la propiedad de lo único, irrepetible y virginal.

lunes, 1 de abril de 2013

Psicología evolutiva post mortem



Pim van Lommel et al. (2001) publicaron en The Lancet (Near-death experience in survivors of cardiac arrest: a prospective study in the Netherlands) un estudio longitudinal en el que participaron personas que habían sobrevivido a una parada cardiorrespiratoria y que habían tenido que ser reanimados. (Por cada 100 pacientes que padecen un episodio de este tipo y que logran “volver a la vida” 200 mueren.) Durante un cierto número de minutos los supervivientes estuvieron inconscientes y sin  que su cerebro recibiera sangre ni, por tanto, oxígeno. Lo que supone ausencia de actividad cerebral. (Cuando se ha podido medir la actividad eléctrica del cerebro, el EEG está plano.) Un 18 % de ellos, no obstante, recordaban haber tenido experiencias conscientes durante ese lapso de tiempo. Esta experiencia se caracterizaba por una sensación desconocida, hasta ese momento, de paz y armonía. Otra de las características más destacables es que estas personas perdieron el miedo a la muerte.  Podemos decir, que percibieron en qué consiste la muerte y dejaron de temerla.
Puesto que la gran mayoría no experimentaron ningún estado consciente, ni recordaban nada de ese periodo los investigadores hicieron un grupo experimental (35) con aquellos que lo experimentaron y un grupo de control (39) con parte de los que no lo experimentaron. Igualaron a los dos grupos –experimental y control-  en un conjunto de variables (edad, sexo, duración del paro cardiaco, duración del estado de inconsciencia.) Y los entrevistaron a los 2 y a los 8 años de haber sufrido el episodio cardiaco.
No voy a entrar en si la experiencia conocida como ECM (experiencia cercana a la muerte) es real o no lo es. (El investigador principal cree que sí lo es.) Tampoco voy a entrar en cuáles pueden ser las causas que explican esta experiencia subjetiva de muerte y de vuelta a la vida. Lo que sí digo es que las personas que han pasado por ella la creen real. Y que no hay delirio ni fraude. Y que supone un cambio psicológico duradero a lo largo del tiempo. Las personas de los dos grupos cambian. Pero las del grupo experimental lo hacen de un modo muy profundo y particular. A mí me interesa el aspecto evolutivo de este fenómeno, por otra parte, fascinante, sea objetivo o solo subjetivo.
(Lo más chocante de todo es que haya experiencias conscientes en ausencia de actividad cerebral. Pero eso, como digo, lo dejamos de  lado.)
¿En qué cambiaban o cómo afectaba a las personas con una ECM esta experiencia? Los dos grupos diferían, de un modo estadísticamente significativo, en: expresión de las emociones, aceptación de lo otros, empatía, comprensión de los otros, atención a la familia (actitudes sociales); atribución de un sentido a la vida, intereses espirituales (actitud religiosa); aumento de la creencia en la vida después de la muerte y disminución del miedo a la muerte (actitud hacia la muerte) y, por último, aprecio por la cosas cotidianas, comprensión de uno mismo e interés en el sentido de la vida. Estas diferencias eran observables a los 2 años del ataque cardiaco. Siempre a favor del grupo experimental
¿Qué ocurría a los 8 años?  Todas las personas de ambos grupos habían evolucionado de un modo positivo. Se podía apreciar un desarrollo claro de la conciencia personal, social y espiritual en todos los participantes. Sin embargo, se observaba que el grupo que había tenido una ECM mantenía la superioridad o se acentuaba en expresión de las emociones, aceptación de los otros, empatía e implicación familiar (actitudes sociales). En comprensión de los otros, ambos grupos se habían llegado a igualar hacia arriba. Por lo que respecta a la aceptación de que la vida tiene que tener un propósito, ahora, 8 años después, el grupo control, por el contrario, superaba al grupo experimental. No obstante, los intereses espirituales habían crecido todavía más en el grupo experimental mientras que en el grupo de control se habían desplomado. El miedo a la muerte descendía en ambos grupos pero de un modo más acentuado en aquellos que habían pasado por la ECM. La creencia en la vida después de la muerte era superior en el grupo experimental. Por otra parte, en ambos grupos habían crecido la comprensión de uno mismo y la apreciación de las cosas de la vida cotidiana pero los del grupo experimental seguían siendo más sensibles a estos aspectos que los del grupo de control.
Habría que explicar el motivo por el que las personas que tienen una ECM evolucionan del modo en que lo hacen. ¿Qué hay en esa experiencia que, por otra parte, dura tan poco, capaz de producir cambios profundos y duraderos en actitudes y creencias fundamentales?
La muerte es junto con el nacimiento la vivencia más radical que puede padecerse. A la muerte se le teme. Y estas personas pierden el miedo a morir: a los 2 años un 47 % dice haber perdido el miedo a morir.  A los 8 años es un 63%. Las personas del grupo control que se encuentran en esta situación suponen el 16 % (a los 2 años) y el 41% a los 8 años.
El interés por los valores espirituales crece hasta un 42% a los 8 años en el grupo experimental mientras que en el grupo control desciende un 41% a los 8 años del episodio cardiaco.
La ECM parece remover tendencias, actitudes, valores o creencias muy firmemente asentadas. Creo que hoy día nadie es capaz de explicar ni esta experiencia ni los cambios que conlleva.
Pim van Lommel en su libro Consciencia (2007/2012) recapitula en un elaborado capítulo su estudio de 2001:
“Sorprendentemente, transcurridos dos y ocho años, los pacientes relataban su ECM casi con las mismas palabras, hasta el último detalle. Esto es casi imposible en el caso de un sueño o de una invención”
“Otro hallazgo sorprendente fue que las personas con una ECM muy intensa, tenían más probabilidades (p ≤ 0.0001) de morir en los treinta días siguientes a su parada cardíaca, aunque en términos médicos no se diferenciaran del resto de los pacientes.”
En este estudio se aludió a todos los componentes de la ECM conocidos:  consciencia de estar muerto, emociones positivas, experiencia extracorpórea, viaje a través de un túnel, comunicación con la “luz”, percepción de colores, percepción de un paisaje “celestial”, encuentro con amigos y familiares difuntos, retrospección vital y presencia de una frontera.
“No identificamos diferencias significativas en la duración de la parada cardiaca, ninguna diferencia en la duración del periodo de inconsciencia (…) fuimos incapaces de establecer diferencias entre los pacientes con un paro cardiaco muy prolongado y aquellos con uno muy breve. El nivel de gravedad de la deficiencia de oxígeno en el cerebro parecía ser irrelevante.”
“Los efectos transformativos de por vida que ejerce una experiencia de apenas unos cuantos minutos no dejan de ser un hallazgo tan sorprendente como inesperado.”
Van Lommel (2012) reconoce que su estudio no puede explicar por qué algunas personas, pero no la mayoría, experimenta una conciencia lúcida y agudizada cuando no hay signos de funcionamiento cerebral durante una parada cardíaca. Pero él se inclina por la hipótesis de la DMT: “El hecho de que la dimetiltriptamina (DMT), que se encuentra de forma natural en el cuerpo, pueda intervenir en la experiencia de conciencia expandida durante las ECM es una hipótesis nueva y sorprendente. Tal vez la liberación de DTM, impulsada o estimulada por determinadas circunstancias en nuestra consciencia, disipe las inhibiciones naturales de nuestro cuerpo para experimentar una conciencia expandida, como si fuera capaz de bloquear o interrumpir la interrelación ente la conciencia y nuestro cuerpo (el cerebro). En este punto se debe hacer mención al hecho de que el zinc es esencial para la síntesis de la serotonina y de sustancias relacionadas como la DMT. A una edad avanzada, el cuerpo almacena menores niveles de este metal, y, como se ha dicho anteriormente, los relatos de ECM son menos comunes a esa edad.”