ETA, el final del silencio: 7 capítulos estremecedores sobre uno de los misterios de la iniquidad.
El mal en estado puro.
La historia de un movimiento demoníaco que corrompió a una parte de la sociedad vascongada hasta unos extremos indecibles.
Sobrecoge sobremanera el testimonio de las víctimas cuya grandeza es, en cierto sentido, milagrosa.
También el de algunos de los pocos verdugos arrepentidos. (Eso también es un milagro.)
Pero cuánta tristeza causa el ver cómo la mayoría de los malvados verdugos vuelven a su madriguera -se esconden en su caverna- para no pedir perdón por sus horribles crímenes.
Intentan que se olvide todo para dar otro zarpazo cuando les sea posible.
En parte han sido derrotados, pero la serpiente no ha sido aplastada todavía. Se ha disfrazado de partido político.
sábado, 21 de diciembre de 2019
viernes, 6 de diciembre de 2019
Carlos III explica en una carta sus coitos con su esposa
«Para obedecer a las órdenes de VV.MM. contaré aquí como transcurrió todo. El día en que me reuní con ella en Portella, me puse primero con ella en la silla de postas donde hablamos amorosamente, hasta que llegamos a Fondi. Allí cenamos en nuestra misma silla y luego proseguimos nuestro viaje sosteniendo la misma conversación y llegamos a Gaeta algo tarde. Entre el tiempo que necesitó para desnudarse y despeinarse llegó la hora de la cena y no pude hacer nada, a pesar de que tenía muchas ganas. Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empecé y al cabo de un cuarto de hora la rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos; más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos al mismo tiempo y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche, excepto aquella noche en que debíamos venir aquí, que como tuvimos que levantarnos a las cuatro de la mañana sólo pude hacerlo una vez y aseguro a VV.MM. que hubiese podido y podría hacerlo muchas más veces pero que me aguanto por las razones que VV.MM. me dieron y diré también a VV.MM. que siempre derramamos al mismo tiempo porque el uno espera al otro».
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