Francoise Etchegaray cuenta en sus Cuentos de los mil y un Rohmer (traducción de Natalia Ruiz) una sincronicidad sobrenatural asombrosa e inexplicable entre ella y Eric Rohmer.
Ella tiene una hermana que profesa en la Cartuja, la orden más contemplativa, a la que está estrechamente unida.
Rohmer quería conocer los detalles:
Mi hermana fue a comprar a una tienda en la esquina de la calle du Bac y el bulevar Saint-Germain. Era por la tarde. Hacía mucho sol. Soñaba vagamente viendo pasar coches. Y de repente, de pie en mitad del tráfico, vestido con una gran túnica blanca brillante, se le apareció Cristo.
Cristo fue hacia ella y le dio un anillo de oro. Al día siguiente ingresó como novicia con unas monjas enfermeras. Tiempo después hizo los votos prepetuos con los cartujos.
Y ahora viene el genial Rohmer:
Eso no me sorprende.
Después de la guerra, tenía un compañero al que apreciaba mucho. Tocaba el saxo en un club en la esquina del bulevar Saint-Germain y la calle du Bac.
Y este compañero un buen día desapareció.
Esto fue lo que me contaron:
Un día, a las cinco de la mañana, a la salida del club con su saxo bajo el brazo, se le apareció Cristo en mitad del bulevar. Al día siguiente ingresó en la Trapa y nadie lo volvió a ver.
Cuando ellos fueron a la esquina ya no había ni tienda ni club