El Partido socialista está renunciando a todas sus
responsabilidades constitucionales y, en su lugar, se ha convertido en una
organización cuyo objetivo es la elección de una persona a expensas de
cualquier otra cosa, incluida la integridad, los principios, la política y el
patriotismo. Como individuo, Sánchez ha demostrado un desdén por la
Constitución y el Estado de derecho que hace que no sea apto para ocupar la
presidencia. Pero cuando todo un partido político, en particular uno de los dos
principales partidos de un país tan poderoso como España, se convierte en una
herramienta de esa persona y de sus ideas más peligrosas, el daño afecta a
todos.
La capacidad de Sánchez para consolidar el control
del Partido socialista y derrotar con rapidez a sus contrincantes se debe en
parte al fervor de sus partidarios. Sin embargo, su ventaja más
importante tal vez sea que quedan pocos líderes en el Partido socialista que
parezcan dispuestos a defender una visión alternativa del futuro del partido.
Quienes siguen oponiéndose a Sánchez de manera abierta son, en su mayoría,
aquellos que han dejado sus cargos. Algunas de esas personas han dicho que
temían hablar porque se enfrentaban a amenazas de violencia y represalias.
Ante la ausencia de un número suficiente de socialistas
en puestos de poder que hayan demostrado que servirían a la Constitución y al
pueblo español antes que al presidente, el país corre un riesgo enorme. Un
partido sin disenso ni debate interno, que solo existe para servir a la
voluntad de un hombre, es también un partido incapaz de gobernar. Los socialistas
del Congreso ya han probado que tienen disposición a obviar sus prioridades
como legisladores con la instrucción de Sánchez.
Para los españoles puede ser tentador restarle
importancia a estas acciones y considerarlas actos de políticos que hacen lo
que sea para ser elegidos o ignorar el acoso de Sánchez a otros socialistas y
desconectarse de la contienda hasta el día de las elecciones. Pero dejar de
prestar atención es un lujo que ningún español, al margen de su partido, puede
permitirse.
Este servilismo no era ni es inevitable.
Aclaración. Lo único que he hecho es cambiar (en el editorial de TNYT) Trump por Sánchez y Usa por España.