Primera Parte
Hay fenómenos psicológicos que no se pueden identificar con ningún sustrato neurofisiológico. Hay comportamientos sin contrapartida neurológica.
Un fenómeno psíquico X requiere una explicación. Se lanza una conjetura, una hipótesis (por deducción, inducción, abducción o mera intuición) que prima facie podría explicarlo. Pero, luego aparecen nuevos datos que no “verifican” la hipótesis. Y en lugar de eliminar la hipótesis se añade otra nueva subsidiaria que se pega a la primera. Y así, sucesivamente, se puede crear una mitología, una ideología, pero no una teoría. Eso le pasó a Freud, por ejemplo. Ejemplo: los sueños son la expresión no reprimida de los impulsos sexuales censurados. Pero hay sueños que no encajan con esa hipótesis. Entonces hay que aducir una nueva hipótesis: la del enmascaramiento, la condensación, el desplazamiento del afecto o el simbolismo.
Por eso el psicoanálisis no permite ninguna curación de ninguna enfermedad mental. Porque no es una teoría. Es una interpretación -mitológica- del psiquismo humano. Tiene interés -y mucho-. Es fascinante, hace pensar, plantea dudas y preguntas importantes, ayuda a abrir la mente, pero no cura.
A todas las ideologías con pretensiones de ser teorías les pasa lo mismo que al psicoanálisis: el marxismo y el darwinismo. Confunden una hipótesis con un hecho. Una teoría nunca puede convertirse en un hecho. Una hipótesis lo sigue siendo eternamente. Porque siempre habrá datos que no encajan con la hipótesis y porque ésta intentará ampliarse para cubrir nuevos aspectos no contemplados al principio. Es la tendencia a tomar los conceptos transitorios como finales y absolutos. Toda hipótesis está a merced de nuevos datos. Además, siempre pueden interpretarse de diversos modos. Cuando una hipótesis se hace muy popular se confunde con un hecho.
Es imposible saber cómo surge la variedad de las especies vegetales y animales. La evolución de las especies no es un hecho. La teoría de Darwin lo es todavía menos. Es una y solo una interpretación de la variedad observada.
El marxismo en cuanto “teoría” materialista es falso. Todo materialismo, toda reducción materialista es absurda.
Debemos exigirnos austeridad mental: decir solo lo que realmente se sabe. No hay que tomar los presuntos avances como más importantes de lo que realmente son. No nos debemos dejar deslumbrar por lo que creemos saber.
Como dice Hume: la naturaleza nos mantiene a gran distancia de sus secretos. Ignoramos cómo los cuerpos operan unos sobre los otros. La conexión secreta que los une no la sabemos. La ciencia solo evita nuestra ignorancia un poco más.
Tenemos que pensar que la mente es dependiente del cerebro, pero no está determinada por el cerebro. La mente no puede explicarse causalmente en términos de procesos cerebrales. Hay cosas psíquicas que tenemos que aceptarlas como dadas y es causa de confusión buscar una explicación causal. En su lugar debemos dejar que emerja el asombro.
Ello exige distinguir entre lo que puede decirse y lo que solo puede ser mostrado. Como dice el oráculo: muéstrate, no te nombres.
La comprensión en psicología, como en otras ciencias, es un proceso asintótico y eso es así de forma definitiva. No vendrán tiempos mejores. El salto de lo material a lo inmaterial (psíquico) permanecerá siempre en el ámbito de lo inexplicable. Hay enigmas imposibles de resolver mediante una investigación experimental. Son previos a todos los experimentos.
Le dijo Hamann a Kant: la razón no es para convertirte en sabio. Sino para que puedas conocer tu locura y tu ignorancia.
Hay que aceptar que algunos hechos son inexplicables, pues la cadena de “explicabilidad” tiene término. Al final de todo está lo inexplicable. (La rosa es porque sí. Florece porque florece.)
No es que haya asuntos que no podemos alcanzar (por ahora). Por mucho que aprendamos acerca de la neurofisiología de la visión o de la conciencia nunca quedará explicado cómo es posible ver o tener conciencia.
En toda investigación siempre hay cosas que quedan fuera de la investigación. No se puede ir más allá de la propia investigación: las herramientas con las que se investiga no pueden, a su vez, ser investigadas.
Y cuanto más avance el reino de lo explicable más grande se verá el reino de lo inexplicable.
Ocurre continuamente que introducimos una suposición, ella nos lleva a una presunción y acabamos profiriendo una verdad fundamental que creemos como segura sin serlo.
Casi todas las preguntas generales conllevan ciertos supuestos que condicionar irremisiblemente las respuestas. Ejemplo: hay que encontrar el último constituyente de la materia. Pero, y si la materia no tiene un último constituyente. Entonces, se estaría buscando una quimera.
Molière ridiculizaba nuestro modo de esconder nuestra ignorancia así: ¿Cómo es que el opio duerme a la gente? Porque tiene propiedades dormitivas. En Psicología este modo de ignorancia es muy común. Y otro tanto expresó Voltaire: Este animal es muy peligroso. Cuando es atacado se defiende.
Investigar no es recopilar hechos. Se requieren nuevas ideas, nuevos conceptos, nuevas formas de mirar hechos sabidos. Deberíamos usar la estadística solo cuando no podemos evitarlo. Pero la estadística nunca producirá un concepto explicativo. Lo ideal es acuñar primero el concepto clarificador y luego, si acaso, emplear los métodos estadísticos. Nunca jamás al revés. Como decía el gran Claude Bernard: cuando entres en el laboratorio no olvides dejar la imaginación en la puerta, pero no olvides llevártela cuando te vayas. O como decía Pierre Janet con tanta humildad como lucidez: la gran ventaja de formular una teoría con sentido es que el tiempo puede demostrar que estaba completamente equivocado. Cosa que no pueden decir ni Freud, ni Marx ni Darwin.
Una proposición que no puede ser verificada ni refutada no ocupa un lugar útil en el lenguaje de la ciencia. Lo que no se puede probar que es falso por alguna experiencia concebible, carece de significado.
No hay que decir más de lo que realmente sabemos. Hay que decir solo lo que puede ser dicho.
El lenguaje, además, de la función comunicativa tiene otra función: la expresiva. No tiene una utilidad práctica inmediata.
No se puede explicar mediante el lenguaje cómo comenzó el lenguaje.
La idea de que (1) primero está la realidad, (2) luego el conocimiento de la realidad y (3) por último, el lenguaje en el que se expresa este conocimiento es una superstición. Sin lenguaje no hay posible conocimiento. Además, y esto es clave, existe lo inexpresable, aunque no se manifieste. Por tanto, el lenguaje no solo tiene como propósito comunicarnos unos a otros los logros prácticos, cotidianos y técnicos. Expresa lo que no se puede entender, lo incomprensible, lo indecible. Nos permite evitar las preguntas sin sentido que nos confunden en caminos sin salida. Hay que preguntas que no tienen respuesta porque no tienen sentido.
Evitar las preguntas sin sentido.
Segunda parte
Todo progreso parece mayor de lo que es. Cualquier nuevo descubrimiento parece más importante de lo que realmente es.
El verdadero sentimiento religioso es distinto de la superstición.
La búsqueda de la verdad no es mejor que (o superior a) la posesión de la verdad.
Es de agradecer cuando alguien dice algo que uno, por su cuenta, no ha tenido el coraje de pensarlo siquiera.
La biografía más grande sobre un hombre (Dr. Johnson) la escribió uno de los más pequeños (Boswell).
Todas las intuiciones más profundas de Platón surgieron del hecho de que fue enseñado por los profetas hebreos. (Según Clemente de Alejandría.)
Ir a la parte de atrás de la iglesia y escuchar. Prestar atención a todo. Mostrar respeto. Y amar.
Oración de quietud. Oración de silencio. Oración no vocal. Única forma posible de adoración. Las sucesivas reformas litúrgicas la han hecho imposible. Tiene sentido volver a la misa dicha en secreto.
La casa de los padres de Marcos era el lugar de reunión de los discípulos. Allí tuvo lugar la Última Cena. Judas y los soldados fueron primero allí y Marcos -desnudo- corrió al huerto de Getsemaní para avisa a Jesús. Y ese es el joven que “huyó desnudo” y fue testigo de todo lo ocurrido en el Huerto. El relato veraz de un testigo de los hechos. Por eso su Evangelio es tan impresionante.
Un lugar común: Pablo el creador verdadero del cristianismo. No. La primera personalidad genial o el primer genio del cristianismo de una larga lista.
Se puede reducir el Evangelio a tres aspectos: (1) la curación de toda enfermedad de cualquier tipo de cualquier persona, incluida la muerte corporal; (2) la alimentación material (corporal) de las masas y (3) la promoción del cuidado y la atención de todo ser humano por cualquier ser humano. Todo lo relativo al cuerpo tiene una preeminencia o hegemonía no reconocida suficientemente. Esto es mi cuerpo. No: esto es mi alma o esto es mi espíritu.
Las grandes teorías de nuestro tiempo son todas falsas. Son fruto de una patología espiritual o de un descarriamiento religioso. Todas confunden una hipótesis con hecho.
La Tierra es el centro del Universo. El hombre es el rey de la Creación. Dios es el Padre del hombre y el Creador. La posibilidad de encontrar respuestas a las grandes preguntas es imposible sin la Revelación divina.
Simone Weil nos ha enseñado cómo entender a Platón.
Pico de la Mirandola (1487) clarificó de una vez para siempre el lugar del ser humano en la Creación: al no habérsele asignado un lugar fijo en la escala de los seres creados, el hombre decide ser lo que desee. Puede ser como los demás animales o tender la ciudadanía celestial. Puede llevar una existencia vegetativa, animal o volverse hacia las cosas celestiales y unirse a Dios. Él decide.
Cada época tiene su oscuridad propia. La del momento presente es el falso sentido de superioridad que los logros de la técnica confieren a esta generación. Encadenada. Que no sabe que vive en la oscuridad. Y no anhela, por tanto, la luz.
La locura es la religión que no ha llegado a una comprensión de si misma. Las necesidades más importantes no son enteramente conscientes o claras o evidentes y no son sexuales. Son religiosas. Lo verdaderamente reprimido es lo religioso místico. (La superstición es un sucedáneo.) Y los mecanismos de defensa principales son: la negación, la represión, la transferencia y la sublimación.
Una psicología que ignora la realidad del mal como una fuerza en la vida humana es forzosamente superficial. Nunca profunda.