Se sabe que en la tradición mística cristiana se han dado muchos casos de personas que han vivido sin comer ni beber nada durante muchos años. De lo único que se alimentaban estos santos era del manjar eucarístico. Un caso excelso de este tipo fue narrado por el eminente pensador francés -íntimo amigo de Montini- Jean Guitton (1901-1998). Para un científico creyente esto no representa ningún problema pues lo coloca en la categoría de lo milagroso e inexplicable. Para el científico no creyente, simplemente, es algo irrelevante y ni se preocupa por tal fenómeno. Ahora bien, ¿qué pasa cuando se presentan pruebas -obtenidas bajo un estricto control metodológico y experimental- del hecho natural, ni paranormal ni sobrenatural, de que hay personas que pueden vivir sin comer ni beber nada durante años? Pues eso es lo que hace P. A. Straubinger, 2010, en su impresionante documental Vivir de la la luz. (Este documental se puede ver en filmin al precio de 2 euros.) En este trabajo hablan personas (de la India, Alemania, Suiza, Austria, Rusia, China) que han logrado vivir, literalmente, de la luz. Los científicos ortodoxos (creyentes o no), anclados en el marco epistemológico (mayoritario y predominante) reduccionista, mecanicista y materialista no son capaces ni de admitirlo ni, a fortiori, de explicarlo. Los científicos que están intentando ampliar el marco conceptual vigente, como Rupert Sheldrake, por ejemplo, que habla en el documental, están más preparados para aceptar este hecho portentoso. Como tampoco tienen problemas de aceptación del fenómeno, los investigadores del grupo de Princeton (Jahn, Dunne, Dobyns, Nelson, Bradish, Bösch, Houykooper, entre otros), algunos de los cuales también exponen sus razones en la película, que han logrado demostrar, más allá de toda duda estadística razonable, la real influencia de la mente humana sobre dispositivos artificiales como máquinas, artilugios varios o computadores. ¿Entonces, qué? ¿Somos o no somos seres luminosos? ¿La luz nos alimenta porque estamos creados a partir de ella? Es muy divertido ver las caras que se les quedan a los científicos ortodoxos cuando el director les muestra las pruebas de algo que con su marco conceptual no pueden comprender. Particularmente, desconcertante para ellos es el caso del ciudadano hindú que lleva sus buenos 70 años sin comer ni beber y, por ende, sin defecar ni orinar. Le encerraron en el hospital, con dos cámaras expiándole continuamente y, efectivamente, no meó aunque las ecografías permitían ver que la orina estaba allí, pero, no se sabe cómo, su cuerpo la reabsorbía. Estos científicos cuando ven esto se descomponen. Hay otros, en cambio, que para no descomponerse, no han publicado los resultados obtenidos bajo su estricta vigilancia porque no se correspondían con sus ideas previas.
El viejo paradigma está caduco. Pero todavía intentará aguantar todo lo que pueda como la estaca de LL.LL. Si estirem tots ella caurà...
jueves, 24 de julio de 2014
sábado, 19 de julio de 2014
La telepatía bajo control experimental
Artículo de R. Sheldrake aparecido en Journal of International Society of Life Information Science (ISLIS), volumen 32, número 1, marzo de 2014.
Sheldrake presenta datos -obtenidos bajo un estricto control experimental- de la realidad de la telepatía. No como un fenómeno paranormal o sobrenatural sino como un hecho natural y cotidiano.
Pidió a 63 participantes que anticiparan quién de 4 posibles personas cercanas (familiares o amigos) les estaban llamando por teléfono. Si el porcentaje que cabe esperar por el mero azar es de 25% (1/4) él, obtuvo, en cambio, porcentajes del 40% (la significación estadística de este dato es abrumadora). Repitió la prueba con los 4 participantes más sensibles y volvió a obtener un porcentaje muy significativo (45%).
También ha controlado el efecto distancia. Con llamadas a Inglaterra procedentes de Nueva Zelanda, Australia o Sudáfrica, el porcentaje de aciertos -cuando las llamadas provienen de familiares muy cercanos- es del 60%.
En general, se puede decir que cuando las llamadas provienen de personas afectivamente muy próximas, el porcentaje de acierto es del 50% (cuando el porcentaje propio del azar sería del 25%). Mientras que cuando son de extraños no superarían el nivel del azar.
¿Pasará lo mismo con los envíos de correo electrónico? Parece que si. En un experimento en el que participaron 50 personas, el porcentaje de acierto fue del 43% (25% al nivel del azar). Los 5 que obtuvieron mejor tasa de aciertos, lograron en el retest un 47% de aciertos.
Sheldrake descarta que el fenómeno pueda explicarse por precognición. Cuando se hace el experimento pidiendo al participante que diga no quién llama, sino quién le va a llamar, las tasas de acierto están en el nivel del mero azar.
Sheldrake presenta datos -obtenidos bajo un estricto control experimental- de la realidad de la telepatía. No como un fenómeno paranormal o sobrenatural sino como un hecho natural y cotidiano.
Pidió a 63 participantes que anticiparan quién de 4 posibles personas cercanas (familiares o amigos) les estaban llamando por teléfono. Si el porcentaje que cabe esperar por el mero azar es de 25% (1/4) él, obtuvo, en cambio, porcentajes del 40% (la significación estadística de este dato es abrumadora). Repitió la prueba con los 4 participantes más sensibles y volvió a obtener un porcentaje muy significativo (45%).
También ha controlado el efecto distancia. Con llamadas a Inglaterra procedentes de Nueva Zelanda, Australia o Sudáfrica, el porcentaje de aciertos -cuando las llamadas provienen de familiares muy cercanos- es del 60%.
En general, se puede decir que cuando las llamadas provienen de personas afectivamente muy próximas, el porcentaje de acierto es del 50% (cuando el porcentaje propio del azar sería del 25%). Mientras que cuando son de extraños no superarían el nivel del azar.
¿Pasará lo mismo con los envíos de correo electrónico? Parece que si. En un experimento en el que participaron 50 personas, el porcentaje de acierto fue del 43% (25% al nivel del azar). Los 5 que obtuvieron mejor tasa de aciertos, lograron en el retest un 47% de aciertos.
Sheldrake descarta que el fenómeno pueda explicarse por precognición. Cuando se hace el experimento pidiendo al participante que diga no quién llama, sino quién le va a llamar, las tasas de acierto están en el nivel del mero azar.
martes, 8 de julio de 2014
El infierno de la mente desenganchada
Investigación publicada
en SCIENCE (4 July 2014)
Timothy
D. Wilson et al. han pedido a los
participantes en un experimento que dediquen entre 6 y 15 minutos a estar
consigo mismos en una habitación vacía de todo adorno. Han comprobado que mucha
gente tiene serias dificultades para concentrarse. Su mente vagabundea. A la
mayoría esta experiencia no les resulta ni grata ni placentera. Si la
experiencia se lleva a cabo en la propia casa de los participantes, los
resultados “empeoran”. Estos resultados no varían por efecto ni de la edad, la
educación, los ingresos económicos ni con la frecuencia de uso de móviles o de otros
medios de comunicación social. La mayoría de la gente, pues, no disfruta del “solo
pensar” y claramente prefiere dedicarse a otra cosa. Además, y esto es
novedoso, muchos participantes, sobre todo varones, prefieren autoinfringirse
una descarga eléctrica antes que pasar por la experiencia de dedicar entre 6 y
15 minutos a estar solo pensando. Parece que estar solos con sus propios
pensamientos (15 minutos) es tan aversivo que prefieren evitarlo, aunque sea
administrándose una dosis eléctrica que en condiciones normales pagarían por eludir.
Los autores concluyen que sin un cierto entrenamiento la gente prefiere hacer a
pensar, aunque eso que hacen no sea placentero e, incluso, puedan estar dispuestos
a pagar por no hacer. A la mente sin una guía no le gusta estar sola consigo
misma.
Los autores citan a John Milton, Paradise Lost: “The mind is its own place, and in it self/ Can make
a Heav´n of Hell, a Hell of Heav´n.”
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