viernes, 2 de abril de 2021

Lo que necesitamos saber que nadie nos cuenta

Virus secuenciado pero no aislado ni cultivado.

Virus de procedencia desconocida.

Virus que no mata por sí mismo si no va asociado a otras dolencias.

Virus que apenas afecta a la población sana de menos de 50 años.

Muchas diferencias entre -y dentro de- países y climas.

Política de comunicación muy dirigida y con tendencia enfermiza a la exageración.

La comunicación ha estado muy manoseada por el poder político, farmacéutico y mediático. No ha sido libre.

Elaboración de vacunas muy rápida y con sospechas de efectos secundarios no suficientemente aclarados.

Sobremortalidad anual en los distintos países no dramática. Por ejemplo, en España muere cada año el 0.90% de la población censada. La muerte por el virus ha sido del 0.12% del censo. (Total: 1.02%)

Incoherencias entre lo que nos dijeron -organismos y fuentes bien informadas sobre la peligrosidad del virus- al principio y lo que ha venido sucediendo después.

Escasa fiabilidad de China y de la OMS, que son las fuentes principales.

Comportamiento muy diferente entre la llamada primera ola y las sucesivas olas.

Extraña insistencia en el uso compulsivo de las mascarillas.

Parece como si no hubiere científicos independientes de primer orden (virólogos, epidemiólogos, internistas) liderando la investigación. Son todos tipo Simón, burócratas.

Es una sensación constante de que la teoría del virus no cuadra. Hay otras variables latentes que no somos capaces de atisbar. Pero son tantas la incoherencias. Los datos no encajan. Es todo muy kafkiano. Echo de menos a un Pasteur, un Cajal, un Ochoa...

(seguirá)

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