Crisis final. Nihilista. Pero global.
La superación de una crisis global (total) no tiene
precedentes.
Todas las anteriores (Burckhardt, 1872; Spengler, 1933;
Huizinga, 1935, todos de obligada lectura si se quiere entender la magnitud de
la nuestra), al no ser globales, se podían solucionar mediante guerras,
conquistas, dominaciones ---provenientes de algún otro lugar. Invasiones.
Conquistas y reconquistas.
Ahora eso no puede ser.
La parte no puede absorber al todo. Los hechos no
explican los hechos.
Al estar confinados en la Tierra (Arendt, La condición
humana de obligada lectura para esta idea) tampoco puede solventarse
mediante el abandono del planeta por otro. Quimera. El sueño absurdo de toda
ciencia ficción.
Ni tampoco la solución puede venir de ninguna
civilización extraterrestre (amiga o enemiga) que nos domine o nos salve o
ambas cosas. Quimera sobreparanoica.
Por lo tanto, perded toda esperanza: la crisis (nihilista)
final puede no tener final (solución)
En ese sentido Fukuyama (el final de la historia) puede
tener más razón de lo que se pudiera imaginar.
La crisis presente es la resultante de la inversión (por
negación) de todos los valores católicos.
No es una inversión por reciprocidad (como lo fue el paso
de Roma a la Cristiandad).
La resultante es una sociedad globalista, unitaria y
estrictamente atea, materialista basada en la servidumbre voluntaria de las
masas plebeyas.
Por tanto, sus rasgos más evidentes son: el confort, la comodidad,
el hedonismo, el afán de lucro, la ordinariez, la vulgaridad. Es el triunfo de
lo cuantitativo sobre lo cualitativo. De la igualdad ---por nivelación--- sobre
la imaginación y la libertad. La caliente sensación de rebaño adoctrinado. Del
fin de la familia y de la propiedad; de la jerarquía y del honor. De los
derechos sin deberes. Para qué seguir.
No es posible desandar este camino ----acelerado desde
1789--- porque la masa quiere esta situación. Porque la masa odia un mundo
vivo, creativo, divino y espiritual. Porque la masa está convencida de que,
efectivamente, solo de pan vive el hombre.
Ni siquiera los más perjudicados van a querer renunciar
---no por obediencia ni por imposición legal pues eso ya no sería admisible ni
posible---ni al divorcio, ni a los anticonceptivos ni al aborto.
(Y pensar que con cambiar eso empezaría a cambiar todo.)
Y hemos llegado a esto a causa de la reforma del XVI y de la revolución de 1789. Sin embargo, Burckhardt argumenta ---de un modo
convincente en sus Reflexiones---- que ambos procesos, a diferencia de
otros procesos históricos que resultan absolutamente inevitables, podrían no
haber sucedido si se hubieran hecho por quien correspondía, las reformas
adecuadas.
Pero una vez desatado el vendaval todo lo que ha venido
después era ya inevitable: comunismo bolchevique, nazismo y antisemitismo,
totalitarismos, guerras mundiales, imperialismo militar americano, revoluciones
tercermundistas, terrorismo, fundamentalismo islámico y nacionalista,
ecologismo, ideología de género, drogas, prostitución de la catolicidad por la
propia Roma aliada necesaria de todo el proceso revolucionario anticatólico. Y,
por último, la locura militarista americana desde el 2001 hasta la instauración
de la Mentira como norma y criterio de toda la geopolítica mundial.
Podemos decir que, ahora, con la aprobación de toda la masa, todo es mentira.
(Nunca se mintió tanto como en nuestros días. Ni de una manera tan desvergonzada, sistemática y constante: Alexandre Koyré, Reflexiones sobre la mentira. Traducción de Hugo Savino.)
A ver cómo salimos de esta.