domingo, 23 de abril de 2023

Robert Kennedy, Jr., abogado y candidato a la presidencia de los Estados Unidos.


Uno de los experimentos más interesantes fue el de un sociólogo de Yale llamado Stanley Milgram, que era parte del Programa MK Ultra. Llevó a cabo este experimento en el que reclutó sujetos de todos los ámbitos de la vida americana: estudiantes, profesores, gente de negocios, negros, blancos, etc., todos de la zona de New Haven. Ponía al sujeto en una silla en una mesa donde había un dial frente a ellos que podía administrar una descarga eléctrica a una persona [a la que no veían pero que estaba] atada a la silla en la habitación de al lado. Eso les contaban, pero en realidad era un actor compinchado con Milgram, y cuando subían el dial y administraban la supuesta descarga eléctrica, podían oír al hombre en la habitación de al lado gritando, chillando, suplicando, luchando, suplicándoles, llorando, etc. La mayoría de las personas que estaban participando en este experimento suplicaban que parase. Muchos de ellos lloraban y se lo pedían al doctor, que estaba de pie detrás de ellos indicándoles súbelo, bájalo, súbelo más, bájalo, súbelo aún más, bájalo. El 67 % lo subieron hasta 250 voltios, una carga mortal. Pueden ir a Wikipedia y buscarlo, el Experimento de Milgram

El 33% se levantó y se fue, y lo que Milgram concluyó es que si hay una figura de autoridad que da cierta apariencia de legitimidad, como por ejemplo el título de un médico, el 67% de las personas seguirán sus órdenes, incluso cuando ello signifique violar sus valores más sagrados, ir en contra de todo lo que creen. 

Pensé muchas veces en esto durante ese año 2020 en el que estábamos todos involucrados en este enorme experimento de Milgram, en el que Anthony Fauci era el doctor Milgram diciéndonos: «Puedes violar la Constitución, puedes censurar la libre expresión, puedes cerrar iglesias, puedes cerrar negocios, puedes prohibir los juicios con jurado, y puedes decirle a la gente lo que pueden y no pueden hacer, y puedes hacerles luz de gas, y marginarlos, y vilipendiarlos». Ya saben ustedes, ninguna crueldad es demasiado grande para alguien que desobedece.

Y lo que yo les diría es que el 33% de los participantes se levantó y se fue, y que la gente que está aquí hoy en esta sala es el 33% a la que no se le puede decir lo que tiene que hacer. Y ustedes saben que nuestra tarea ahora es luchar por el 67% restante, hasta que despierten y sean capaces de luchar por sí mismos, luchar para restaurar las libertades en las que todos nosotros creemos.

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