martes, 28 de enero de 2025

Simone Weil (1909-1943). Un encuentro inesperado.

Entró en mi casa y dijo: Ven conmigo y te enseñaré cosas que ni siquiera te imaginas. Le seguí.

Me llevó a una iglesia. Me dijo: Arrodíllate con amor en este lugar, en este lugar en el que está la verdad. Obedecí.

Luego fuimos a una buhardilla. Me invitó a sentarme.

Comenzó a hablar.

Era finales de invierno. Se presentía ya la primavera.

Fueron varios días, pero no sé cuántos.

Sacaba un pan de un armario. Tenía el verdadero sabor del pan. Nunca he vuelto a encontrar ese sabor.

También tomábamos vino. Tenía el sabor del sol y de la tierra.

La dulzura del sueño caía sobre mí. Después me despertaba y bebía la luz del sol.

Hablamos de todo como hacen los viejos amigos.

Un día me dijo: Ya puedes irte en paz. Caí de rodillas y me abracé a sus pies. Caminé por las calles y al poco tiempo ya no sabía volver a aquella casa. Nunca he tratado de encontrarla.

Me acuerdo de todo lo que me dijo. Pero temo recordarlo mal.

En el fondo de mí no puedo dejar de pensar y sentir que, a pesar de todo, me ama. 

miércoles, 1 de enero de 2025

LA HUMANIDAD ACTUAL ESTÁ LLEGANDO A LA MITAD DE SU CAMINO


Nell mezzo del cammin di nostra vita

mi ritrovai per una selva oscura,

ché la diritta via era smarrita.

0.

Lo mismo que el desarrollo individual no ocurre al azar, sino que está regido por reglas, normas, principios, regularidades e, incluso, leyes podría ser que el de la humanidad tomada como un solo ser (si eso es concebible de un modo claro y distinto) también fuera conducido según ciertas leyes análogas -mutatis mutandis- a las primeras.

Platón equipara la estructura del alma humana (tres instancias) a la del estado o comunidad política.

¿Se podría equiparar, también, el alma individual con un venidero estado mundial que amparara a toda la humanidad?

Y si eso fuera posible, ¿se puede equiparar el alma humana individual con la misma humanidad en su conjunto?

¿Alma-estado-estado mundial-humanidad?

Platón considera el alma humana en su proceso de desarrollo individual desde el nacimiento hasta la muerte. Y constata que atraviesa por diversas fases o etapas.

 ¿Se puede comparar el desarrollo individual con el proceso de desarrollo de la humanidad en su conjunto?

¿Ambos atraviesan -por analogía- las mismas etapas desde el nacimiento hasta su consumación?

Nótese el salto: una cosa es un estado con su forma de gobierno y otra cosa es la propia humanidad.

No estoy seguro de poder dar ese salto. Pero es preferible la probabilidad alta de algo sugerente que la certidumbre absoluta de un saber trivial.

1.

Imaginemos por un momento que las etapas o fases por las que atraviesa cada vida humana en particular fueran análogas -mutatis mutandis- a las está siguiendo la humanidad en su conjunto, o sea, considerada esta como un solo ser, si es que una cosa así fuera posible de imaginar.

Cada persona pasa por las siguientes etapas en el curso de su desarrollo

I.                 Desde al nacimiento hasta la aparición del habla. (2 años).

II.               Dominio de un pensamiento no lógico. Mágico. Animista. Amoral. No se conoce la distinción entre bien y mal. Egocentrismo lúdico. (3 a 6 años.)

III.            Surgimiento de un pensamiento lógico. Moral heterónoma. Bien y Mal absoluto. Egocentrismo práctico. (7 a 12 años.)

IV.             Emergencia de un pensamiento abstracto. Autonomía moral. Egocentrismo racional. (13-18 años.)

V.       Superación de las anteriores formas de egocentrismo. Autodeterminación. Nuevas formas de egocentrismo abstracto (19-24 años.)

VI.            Se rompe la uniformidad en el desarrollo. Hasta ahora todos cursaban del mismo modo. Ahora, unos eligen lo dado y otros eligen la rebelión a lo establecido. Tanto unos como otros de un modo convencional. (25-35.) Este periodo concluye con la crisis de la mitad de la vida. Más acentuada en los rebeldes.

VII.           Periodo dialéctico. Integración. Aceptación de la complementariedad de los contrarios. (36-50 años.)

VIII.       Periodo de madurez. Comprensión de los límites. Se adquiere la ciencia del no saber. (51-70 años.) Con esta fase se llega a la culminación de la existencia personal.

El paradigma de persona completa de acuerdo con este esquema es Sócrates. Murió a los setenta años.

2.

Si este esquema fuera verdad y si, además, pudiera servir de guía para interpretar el momento evolutivo en el que está la humanidad tomada como un todo, entonces, si eso es así, mi conjetura es que la humanidad está concluyendo la fase VI y comienza a vislumbrar la fase VII.

Estamos afirmando que algo de mayor tamaño es similar a una cosa más pequeña (La República, IV.) Y podría ser verdad lo contrario, esto es, que la ontogénesis recapitulara la filogénesis (Freud, Piaget y otros.)

Los años no hay que tomarlos de un modo literal.

Por lo que respecta al “calendario” o cronología de la humanidad no puedo tener ninguna certeza. Por ejemplo, un pensador de la talla de Kant consideraba plausible que el nacimiento de Jesús hubiera tenido lugar en el 3983, según una nota en El conflicto de las facultades:

70 meses apocalípticos (de los que hay cuatro en ese ciclo), cada uno de 29 años y medio, dan 2.065 años. Descontando cada 49 años el gran año sabático (de los que hay 42 en ese período), obtenemos el año 2023 como fecha exacta en la que Abraham abandonó las tierras de Canaán, que Dios le había donado, en dirección a Egipto. Desde entonces hasta la ocupación de aquellas tierras por los hijos de Israel transcurren 70 semanas apocalípticas (= 490 años); multiplicando por cuatro esas semanas-años (= 1.960) y sumando 2.023, conforme al cálculo de P. Petau, hallamos el año del nacimiento de Cristo (= 3983) con tanta exactitud que no falta ni un sólo año. Setenta años más tarde la destrucción de Jerusalén (otra época mística). Bengel, sin embargo, cifra el nacimiento de Cristo en el año 3939. Pero eso no modifica para nada el carácter sacro del numerus septenarius. Pues el número de años transcurridos desde la llamada de Dios a Abraham y el nacimiento de Cristo es 1.960, lo que comporta 4 períodos apocalípticos de 490 años cada uno o, lo que es igual, 40 períodos apocalípticos de 7 por 7 (= 49 años). Si de cada periodo de cuarenta y nueve años se descuenta el gran año sabático y de éstos el sabático mayor, que es el cuadringentésimo nonagésimo (44 en total), nos resta 3.939. Por lo tanto, 3.983 y 3.939, las dos fechas asignadas al nacimiento de Cristo, sólo se diferencian en el número de sabáticos descontados al tiempo configurado por las cuatro grandes épocas. Según la tabla de Bengel, la cronología de la historia sagrada sería ésta: 2023: promesa a Abraham de poseer las tierras de Canaán; 2502: toma de posesión de las mismas; 2981: consagración del primer templo; 3460: orden dada para la construcción del segundo templo; 3939: nacimiento de Cristo. También el año del Diluvio se deja calcular a priori. A saber: cuatro épocas de 490 años (= 7 × 7) suman 1.960. De los cuales, al descontar todos los séptimos (= 280), nos quedan 1.680. De estos 1.680 se descuentan a su vez los septuagésimos (= 24) y queda entonces el 1656 como año del diluvio. También entre esta fecha y la llamada de Dios a Abraham median 366 años completos, de los que uno es bisiesto.

Por mi parte, solo tengo pseudoargumentos -simbólicos, míticos, poéticos e históricos- sin discernir de un modo claro y distinto unos de otros. Es decir, son a modo de intuición, hénides que diría Otto Weininger.

En la cronología no contemplo la conjetura evolucionista ni con respecto a la formación de las especies ni con respecto al presunto proceso de hominización. Solo considero humanidad a un conjunto de seres dotados con todas sus potencialidades físicas, cognitivas y espirituales como las que tenemos ahora todos. Completas. Lo que queda es desarrollar ciertas potencialidades latentes no manifestadas todavía.

De acuerdo con Kant, ahora estaríamos en torno al año 6000. En la mitad del camino, creo. Tenemos, pues, otros 6000 años para “volver al Paraíso”.

Si este proceso se ha repetido un numero indefinido de veces (el eterno retorno de lo mismo) es una posibilidad. Los estoicos así lo creían.

Estoy pensando en un ciclo de 12000 años. Me guío por Eliade que, en El mito del eterno retorno, habla de este número. La unidad de medida del ciclo más pequeño es el yuga, la edad. Un ciclo completo -mahayuga- se compone de cuatro edades de duración desigual: la más larga aparece al principio y la más corta al final. La primera edad dura 4000 años; la siguiente dura 3000 años; la tercera dura 2000 años y la cuarta 1000 años. Cada edad o yuga tiene su aurora y su crepúsculo para completar, así, los 12000 años.

Esto supondría que, si Jesús se manifestó en la transición entre etapa V y VI de su desarrollo personal, la humanidad no estaba todavía en esa fase sino en una anterior. La vida de Jesús fue quien impulsó a la humanidad a avanzar por la senda de desarrollo mejor.

3.

De la primera etapa no sabemos nada. “Adán” estaba solo. Es el tiempo anterior a la creación de “Eva”. (Génesis.)

La fase II se corresponde con la edad de oro, con el Paraíso. “Hombre y mujer los creó”: Adán y Eva. (Génesis, Hesíodo.)

La fase III se corresponde con la expulsión del Paraíso al haber adquirido el ser humano la ciencia del conocimiento del bien y del mal. Y, como dice Kafka, no haber comido del árbol de la vida. (Génesis, Hesíodo, Timeo de Platón.)

La fase IV comienza con la integración del pensamiento griego y la religiosidad hebreocristiana en una cosmovisión completa. (Pablo.)

La fase V es la creación de la civilización occidental fundamentada, precisamente, en esa cosmovisión. Roma, Grecia, Catolicidad. (Agustín.)

La fase VI comienza con el otoño de la Edad Media (Huizinga) y el inicio de un periodo revolucionario que ha culminado con la decadencia de la civilización occidental (Burckhardt, Spengler, Guénon.)

Ahora estamos en la etapa final de este periodo y a punto de ingresar en la deseada y ansiada fase VII. En ella se ha de crear una comunidad ética de deberes, cumplidos según el espíritu de la ley moral universal que supera la mera comunidad política de respeto externo (legalidad) de normas basadas, principalmente, en derechos. (Kant: La religión dentro de los límites de la mera razón.) En esta etapa se va a comprender que la marcha de la humanidad debe “imitar” el desarrollo vital de aquellos que han culminado ya una vida plena.

Dante creía que el año 1300, cuando comienza la Comedia, era la mitad de un ciclo de 13000 años, es decir, que habían pasado 6500 años y restaban otros tantos. En su egocentrismo radical creía que la mitad de su vida se correspondía con la mitad de la vida de la humanidad entera. Pudo equivocarse en 700 años, porque no debía de saber que la humanidad va por detrás de sus mejores individuos.

Jesús comenzó su vida pública en el comienzo de la etapa que incluye la crisis de la mitad de la vida. A diferencia de Sócrates, en cuanto hombre que culminó su desarrollo personal, alcanzó este en un breve periodo de entre uno y tres años. Es decir, las etapas VII y VIII las tuvo que completar de un modo acelerado y traumático.

4.

Estoy afirmando que hay -y siempre ha habido- un desfase entre los mejores representantes de la humanidad y la propia humanidad tomada, si eso fuera posible, como un solo ser.

Es como si un Estado (La República, IV) fuera menos moderado, sabio, valiente y justo que la minoría que lo rige que es las cuatro cosas a la vez.

En todo tiempo, la inmensa mayoría se divide entre los que van por detrás de la edad general (rezagados) y los que están en sincronía con la edad general (los adaptados). Solo una inmensa minoría (los adelantados a su tiempo) va por delante uno o más niveles.

La humanidad como tal no progresa propiamente. Lo que hace es desarrollar todas sus potencialidades escondidas desde el principio de su creación.

Desde el inicio el hombre estaba completo.

Tampoco hay decadencia. Lo que se llama decadencia son las crisis que preceden al cambio de etapa. Toda etapa concluye con una crisis que permite un salto hacia nuevas formas de humanidad.

Platón consideraba que el hombre concreto estaba constituido del mismo modo que el Estado. (¿Ahora podemos decir que la propia humanidad?) Una parte racional, otra irracional y otra que puede ayudar a la una o a la otra a imponerse. Cuando en cada uno -o en la humanidad- triunfa la parte racional entonces estamos en el camino de perfección.

La humanidad siempre va detrás, sufre un dramático décalage, con respecto a sus más perfectos hijos que siempre se anticipan a lo que será en el futuro la humanidad.

Jean Pierre Garnier Malet mantiene una teoría muy sugerente: La théorie du dédoublement de l’espace et du temps. Tiene ecuaciones matemáticas muy complejas. Pero a partir de ellas ha llegado a la conclusión de que estamos viviendo el final de un ciclo que, ignorantes del desdoblamiento del tiempo, puede volverse muy caótico. Sus ciclos son de 25920 años. (Yo me inclino en el caso de la humanidad por la mitad de años.)

Podría decirse que se crean continuamente “futuros potenciales posibles” de los cuales solo uno se hará realidad. Pues bien, las “mentes despiertas” pueden entrar en contacto con ellos a través de ventanas temporales y pueden elegir el mejor (o el más deseable o deseado.) A veces sin saberlo, de un modo subliminal.

Esto puede explicar las premoniciones, las intuiciones, los saltos afectivocognitivos, las comprensiones súbitas (insights) o el daimon de Sócrates.

Y la inspiración de algunos artistas. Mozart (partía de un todo ya configurado y luego le daba forma o desarrollaba, trabajando así desde el futuro al presente); Beethoven (cuando escribía este fragmento, era plenamente consciente de haber sido inspirado por Dios Todopoderoso, llegó a decir); Mahler (una voz me llamó mientras dormía, escribió).

5.

En todas las especies animales la especie está por encima del individuo. Por ejemplo, la especie mosca -como especie- tiene una mente más compleja que la de cada una de las moscas por separado.

En la especie humana, no. La complejidad de cada miembro es similar a la del conjunto de todos los individuos. Eso explica que la marcha de la humanidad sea tan dificultosa y multivectorial. En resumidas cuentas, agónica.

El hecho de que sea posible elegir (por anticipación) entre todos los futuros potenciales justifica la tremenda afirmación de Leibniz de que vivimos en el mejor de los mundos posibles.

Cuando en Marcos (13, 35) se dice: no sabéis cuando llegará el dueño de la casa

I.                 si al anochecer

II.               a medianoche

III.             al canto del gallo

IV.             o al amanecer

puede entenderse como referido a cada uno o a toda la humanidad. El nuevo día comienza al anochecer del anterior y se detallan cuatro fases. Por tanto, como para Dios un día pueden ser miles de años, también puede referirse a las edades de la humanidad.

A partir de la resurrección de Jesús, la llegada puede ocurrir en cualquier edad. Dios no tiene por qué esperar a la última fase de nuestra andadura histórica.

La humanidad como un solo ser ha de pasar por tres fases, al menos: intelectiva-meditativa-contemplativa. Cuerpo-alma (psique)-espíritu (nous.) Ahora, debe entrar en la intermedia.

El recorrido de las edades de la humanidad no sería ni lineal ni circular sino helicoidal. Por eso acertó Hegel cuando señaló que la historia de la humanidad no se repite.

Cada nueva fase es una octava más alta que la anterior. Por eso, estrictamente hablando, no hay repetición.

El Hombre nace dos veces: primero, individualmente, y, luego, como humanidad.

Tiene que atravesar (primero como yo y luego como nosotros) lo mineral, lo vegetal, lo animal, lo humano hasta llegar a lo divino.

En cada una de sus fases la humanidad repite el ciclo conocido: va del oro, a la plata, al bronce y al hierro (Hesíodo) para desde el hierro saltar al oro de la siguiente fase.

La sensación de decadencia absoluta es engañosa debido a esa regla.

Los periodos de oro son muy breves. Los de hierro, por el contrario, muy largos.

Al culminar la última etapa ya no habrá más ciclos. En la última fase alcanzará su consumación.

La urdimbre de todos los desarrollos -tanto desde el punto de vista macro cuanto del micro- parecen responder a una ley fractal. Lo pequeño reproduce lo grande y lo grande reproduce lo pequeño de un modo continuo.

6.

Hay dos tipos de personas: los que tienen la mente dentro del cerebro y los que tienen el cerebro dentro de la mente. En estos momentos la inmensa mayoría está representada por los primeros. Los segundos son los que anticipan la fase venidera. Han logrado invertir la dependencia neuronal. En ellos es el cerebro el que está al servicio de la mente y no la mente al servicio del cerebro como en los primeros.

Un ejemplo de los que anticipan el futuro es Kurt Gödel. Creía que el mecanismo biológico vigente sería refutado:  se descubrirá un teorema matemático que establezca que la probabilidad de formar un cuerpo humano en un tiempo geológico es (por las leyes físicas y partiendo de una distribución azarosa de la materia) enormemente pequeño (relatado por Rebeca Goldstein.) Por su parte, Thomas Nagel cuenta cómo le señaló a Gödel que ese dualismo extremo que este defendía, según el cual el alma y el cuerpo poseen existencias separadas y se unen en el nacimiento para separarse de nuevo en la muerte, resultaba difícil de conciliar con el darwinismo. Gödel le respondió que no creía en la teoría de la evolución. Es más: sentía animadversión por la teoría de la evolución.

Nuestra raza humana es la quinta según el clasicismo griego. Esto quiere decir que ha habido otras razas anteriores que han perecido. La nuestra es la quinta y no sabemos si habrá una sexta. Pero las élites actuales eso no lo saben. Están ofuscadas por lo que llaman conocimiento científico (materialista, mecanicista y reduccionista) y son incapaces de situarse adecuadamente en el marco temporal terrestre o cósmico. Por lo tanto, la gente vive en la más absoluta ignorancia al ignorar todo lo que ignora.

Las pretensiones de la ciencia ortodoxa no cumplen la máxima de Hume: afirmaciones extraordinarias (por ejemplo, el big bang) requieren pruebas extraordinarias. Pretenden explicar lo desconocido por lo todavía más desconocido.

No son capaces de distinguir todas las formas de interpretación existentes: literal-alegórico-simbólico-espiritual-metafísico. O materia-cerebro-mente-conciencia-alma.

No solo el universo es más raro de lo que suponemos, es más raro de lo que podemos suponer (JBS Haldane.)

Los hechos que están delante de nosotros están lejos de ser los que más fácilmente se disciernen (C.S. Peirce.)

A.C. Doyle lo expresó de un modo genial: It is an old maxim of mine that when you have excluded the impossible, whatever remains, however improbable, must be the truth.