martes, 1 de octubre de 2013

T. S. Eliot y san Juan de la Cruz

Eliot (1888-1965) escribió (según traducción de José María Valverde, 1978):

¿Lo volveré a decir? Para llegar allí,
para llegar donde estás, para llegar desde donde no estás,
tienes que ir por un camino donde no hay
éxtasis.
Para llegar a lo que no sabes
tienes que ir por un camino que es el camino de la
ignorancia.
Para poseer lo que no posees
tienes que ir por el camino del desposeimiento.
Para llegar a lo que no eres
tienes que ir por el camino en que no eres.
Y lo que no sabes es lo único que sabes
y lo que posees es lo que no posees.
Y donde estás es donde no estás.

(East Coker)

El Padre Fray Juan de la + había escrito en la Subida al Monte Carmelo (Libro Primero, Capítulo 13):

Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada;
para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada;
para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada;
para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada;
para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas;
para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes;
para venir a lo que no posees,
has de ir por donde no posees;
para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

MODO PARA NO IMPEDIR AL TODO

Cuando reparas en algo,
dejas de arrojarte al todo;
porque, para venir del todo al todo,
has de negarte del todo en todo;
y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer;
porque, si quieres tener algo en todo,
no tienes puro en Dios tu tesoro.


1 comentario:

amarocd dijo...

Buena comparación de espíritus, profesor!

Elliot enfatiza lo que falta; Juan de la Cruz, lo que pretende alcanzar. Y a éste llaman "doctor de las nadas" por el camino "negado" que aspira llegar a la cima del monte de la perfección que es Cristo (Subida al Monte Carmelo). Cumbre y todo son Cristo. En Él y, desde Él, puede entonces clamar su "Canción del alma enamorada":

"¡Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, losjustos son míos, y míos los pecadores; los ángeles son míos y la Madre de Dios y todas las cosas son mías y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí!
Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto y todo es para tí."

La tensión dialéctica mantenida va construyendo, paso a paso en la fe, el camino peregrino del creyente hasta que todo y nada confluyen.