viernes, 8 de febrero de 2019

El Mossad se hace un striptease

Quien pueda que vea la serie documental El Mossad.
Aparecen a cara descubierta sus directores y operadores. Y cuentan cosas que no deberían contar, que no deberían saberse.
También insinúan cosas que no deberían insinuar.
La serie es un placer intelectual para "conspiranoicos": efectivamente, como sospechábamos, todas las conjeturas se ven corroboradas.
En su confesión (no obstante, muy parcial) reconocen que están involucrados en todos los hechos importantes de los últimos 50 años.
¿Por qué lo hacen? Imposible saberlo.
¿Qué ocultan, o, qué no cuentan? Pues, lo que supera nuestras más conspirativas hipótesis. Es decir, lo más importante.
Se deja entrever que dos primeros ministros --Rabin y Sharon-- probaron su medicina. Ya veremos Netanyahu si no se aviene...
Es una organización inmoral, brutal, cínica, inhumana y criminal. Secreta y blindada, a pesar de toda esa confesión simulada. Porque no hay mejor manera de que no descubras al criminal que poniéndotelo delante de las narices. (Como Agata Christi ensayó en El asesinato de Roger Ackroyd.)
Es una secta temible y terrorífica, más que eficaz.
Eso sí: todo en defensa propia. O, quizás, ni eso.

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