viernes, 25 de diciembre de 2020

El arte de la mentira política o Pseudología

Se ha filtrado el manual que aplican los distintos regímenes políticos, incluido el español, para hacer creer al pueblo falsedades saludables con vistas a un buen fin. Voy a resumir algunas de las reglas más importantes del citado manual. Es asombrosa la rigurosa aplicación que nuestro gobierno esta haciendo del tratado.

El pueblo no tiene ningún derecho a la verdad política y solo el gobierno tiene el derecho a la mentira política.

La masa es crédula, miente y, por tanto, puede y debe ser engañada, siempre que sea por su bien.

Se necesita más arte para convencer al pueblo de una verdad saludable que para hacerle creer una falsedad saludable. Por eso, debe ser gobernado, por su propio bien, con la mentira.

Hay que tener en cuenta que --como todos mienten-- no es una dictadura lo que instauramos sino una comunidad democrática en la mentira, que es distinto.

Hay distintos tipos de mentiras: calumniosas, por aumento y por traslación. Ahora, eso si, todos los engaños deberán mantener una cierta proporción frente a la verdad.

Son muy útiles, bien empleadas, las mentiras que anuncian catástrofes para aterrorizar al pueblo.

Siempre hay que sustraer la mentira a cualquier posible verificación o refutación.

No se ha llegado a un consenso sobre quién miente mejor si la derecha o la izquierda.

La mentira debe ser calculada, sopesada, destilada y dosificada.

Hay que conferir a la mentira política la dignidad que le corresponde: debe ser elevada a la categoría de sistema.

Se creará una sociedad de mentirosos dedicada en exclusiva al engaño político. Esta sociedad estará compuesta por los jefes de todos los partidos; ninguna mentira podrá ser difundida sin su aprobación previa. Será la encargada de juzgar qué tipo de mentira debe usarse en cada momento. (O sea, se arrogan el manejo exclusivo de la mentira.)

La función transmisora de los crédulos e ingenuos o de los tontos útiles es indispensable: no hay nadie que propague una mentira mejor que el que se la cree.

Por supuesto  hay que apartar a todo aquel del que se sospeche que puede ser sincero.

Lo ideal sería hacer  de la mentira obligación para producir mentirosos imperturbables.

Lo más peligroso que nos puede pasar es que nos creamos nuestras propias mentiras (cita literal).

No debe olvidarse la definición escueta de mentira política: representar como falsos los objetos verdaderos y como verdaderos los falsos.

Las mentiras deben ser variadas, creíbles y no sobrepasar lo verosímil. Por eso, mucho cuidado con las mentiras para espantar e infundir terror, por un lado, y con las que animan y enardecen, por el otro.

Son muy importantes los globos sonda para comprobar la credulidad del pueblo difundiendo cosas inverosímiles.

Nuestros enemigos dirán que resulta imposible explicar la rapidez de transmisión de las mentiras sin suponer que varias personas de común acuerdo han soltado al mismo tiempo la misma mentira en distintos lugares. Lo mejor es ignorarlos.

UNA MENTIRA SE CONTRARRESTA MEJOR CON OTRA MENTIRA QUE CON LA VERDAD. No olvidemos nunca que la mejor manera de destruir una mentira consiste en oponerle otra.



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