En los CIS de la serie histórica, no solo, pues, en los de Tozinos, también en los anteriores, se pregunta a los 4000 consumidores/contribuyentes españoles que conforman la muestra sobre sus creencias, o más bien sentimientos, religiosos. Hay una categoría especialmente repelente: católico no practicante. En la actualidad es la categoría más concurrida (cerca del 40%). Y uno se pregunta, quiénes serán esos engendros mentales que se denominan a si mismos de ese modo. (Es como si hubiera otra categoría, además de la de ateos, que dijera: ateos creyentes.) En esta época ---de tiranía sanitaria--- donde se ha llegado manu militari a construir una nueva categoría, la de los enfermos asintomáticos, se me aparece la etiqueta en todo su significado: un católico no practicante es un católico asintomático, cuyo catolicismo no se puede observar. Y por la misma ¨regla de tres¨ ya se puede ser un ser racional asintomático, es decir, un ser absurdo. O se puede ser un enfermo mental asintomático, es decir, una persona medio normal. (Todo en este plan.) En esta época decadente o final, donde la contradicción en sus propios términos viene siendo la norma que subyace a los presuntos razonamientos (bazofia mental, mejor diríamos) de la mayoría de los paisanos, todo es posible. Desaparecidas las categorías lógico matemáticas ya nadie entiende, por ejemplo, que el principio de identidad ---que A es igual a A--no se puede demostrar porque es un axioma. Que la existencia de la realidad no se puede demostrar porque es un axioma. Que la consciencia no se puede demostrar porque es un axioma. O sea, que hay cuestiones irreductibles, primitivas. Autoevidentes y, por tanto, indiscutibles. Entonces, majadero, si te defines como católico no practicante no sabes ni lo que dices, ni lo que eres, ni lo que pasa, ni lo que te espera: ser vomitado como un tibio en la última hora.
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