Una de las consecuencias del pecado original es --precisamente--la imposibilidad de saber en qué consiste el pecado original.
La prueba de que hay una conspiración oculta contra la humanidad es que todas las teorías conspirativas son absurdas más que falsas, que también. Y eso ---solo es posible--- si, a su vez, son promovidas y difundidas por la verdadera conspiración.
La democracia (in)vertebrada en partidos políticos es una degeneración patológica de la democracia. Por lo tanto, no es democracia ni, por tanto, el gobierno basado en la res publica, en la cosa pública. Hoy día no hay en el mundo ningún sistema democrático. Debería aceptarse para referirse a ellas el término descriptivo, no peyorativo, de partitocracias. Eso lo explicó de un modo insuperable Simone Weil.
Debemos aprender del estoicismo a aceptar con serenidad, paz --y hasta alegría-- que esto no tiene solución posible porque todo proceso histórico tiene nacimiento y muerte. Y ahora es la hora de la muerte. A lo que debemos aspirar, entonces, es a una buena muerte. Eutanasia histórica.
Verdaderamente, pocas veces alguien ha sido capaz de formular de un modo tan conciso y perfecto una realidad histórica --donde tanto lo uno como lo otro son execrables-- como Julián Marías al referisrse a la guerra civil española: los injustos vencedores y los justos perdedores. Podría aplicarse en este momento a Rusia y a Ucrania. Y a otras muchas realidades.
En los tiempos finales: ni esto ni aquello; ni lo uno ni lo otro. Son los tiempos de la negación conjunta.
Es la hora de los hombres escindidos. Ejemplo definitivo: Séneca: sabía dónde estaba el bien supremo, mejor que nadie lo sabía expresar y cultivar y perseguir, pero arrastraba incoherencias (faltas y delitos) incomprensibles para alguien de su nivel espiritual. Ahora, incluso, los mejores no mejoran a Séneca.
A la juventud, para no engañarla, hay que decirle que estando, como estamos, en una decadencia histórica (espiritual, cultural, estética) irreversible es crucial ordenar la vida personal y comunitaria del modo más sabio. Lo más importante: elegir una pareja para toda la vida y huir, por tanto, de todo vicio. (Ignorar de un modo completo la televisión.) Primar la vida interior, cultivar la propia alma, aficionarse a la música superior (gregoriano, Bach, Mozart, Bethoven, Chopin). Es crucial contar con una biblioteca personal donde no pueden faltar: Presocráticos, Platón, Aristóteles, Epicteto, Cicerón, Séneca, Marco Aurelio, Tácito. Hay que encontrar un modo creativo de servir a nuestros prójimos (el huérfano, la viuda y el extranjero) pero al margen de ONGs y partidos. Cuidar de nuestros mayores y facilitarles una buena muerte. Como el único rito o culto eterno que queda en este mundo moribundo es la Misa, es presiso venerarla como lo más sublime en lo que podemos aún participar. (Esto lo sabían, entre otros, Marcel Proust, Satie, Agatha Christi, Lorca y todos los verdaderos artistas del XX y del XXI).
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