miércoles, 10 de agosto de 2022

CINE EN ESPAÑA EN LOS AÑOS 40 Y 50


Manuel Iglesias, Manuel Mur Oti, Francisco Pérez-Dolz, Francisco Rovira Veleta, Julio Coll, Julio Buchs, Antonio Santillán, Arturo Ruiz Castillo, Edgar Neville y Rafael Gil.

¿Qué tienen en común las películas realizadas por todos estos directores en las décadas de los años cuarenta y de los años cincuenta?

Me ha parecido que comparten todas ellas cuatro o cinco ideas (conceptos):

Una sociedad convenientemente jerarquizada. Están claramente marcadas las diferencias entre los que dirigen y los dirigidos. Tanto unos como otros lo hacen como quien cumple su deber, sin aplastar el derecho ajeno, o sea, de un modo armonioso y cordial. Las tensiones son resueltas siempre de modo que la jerarquía siempre subsista, pero sobre bases de justicia y dignidad para todas las partes.

Las mujeres protagonistas son fuertes, independientes, valientes, resueltas, decididamente femeninas y con vida propia. En ningún caso sometidas si no es para mostrar que son capaces de sacudirse cualquier intento de dominación o avasallamiento de su libertad. Las decisiones vitales implican, pues, autodeterminación y emancipación, pero sin reivindicación ideológica alguna. Es decir, fuera de cualquier marco ideológico de carácter reivindicativo o revolucionario. Lo hacen porque son dueñas de un modo natural de sí mismas.

Los personajes centrales tienen en su carácter o personalidad una dimensión religiosa muy marcada. Ese es un elemento que condiciona sus resoluciones vitales decisivas. Esa dimensión religiosa de su personalidad determina, a su vez, un comportamiento moral sustentado en principios superiores inamovibles o, como dice Paul Veyne, no derogables en ninguna circunstancia. No es, por tanto, una moral de valores y mucho menos condicionada (relativa) a las circunstancias particulares que se puedan producir en la peripecia vital de cada cual.

Los personajes revolucionarios (de cualquier signo) se muestran, sin maniqueísmos, como lo que, en un principio, al menos, son: resentidos, violentos, injustos, renegados pero capaces de superar todo su rencor y de alcanzar la perspectiva adecuada o más llanamente dicho, la salvación.

A partir de los años 60, una vez que estos principios filosóficos fueron estrictamente derogados, le sobrevino al cine, como no podía ser de otro modo, la decadencia estética, moral e ideológica en la que no deja de alcanzar cotas cada vez más bajas, vulgares, obscenas y corruptas. Como todo, en esto hay que ser justo, lo que le ocurre a la sociedad española.

 

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