Manuel
Iglesias, Manuel Mur Oti, Francisco Pérez-Dolz, Francisco Rovira Veleta, Julio
Coll, Julio Buchs, Antonio Santillán, Arturo Ruiz Castillo, Edgar Neville y
Rafael Gil.
¿Qué
tienen en común las películas realizadas por todos estos directores en las
décadas de los años cuarenta y de los años cincuenta?
Me
ha parecido que comparten todas ellas cuatro o cinco ideas (conceptos):
Una
sociedad convenientemente jerarquizada. Están claramente marcadas las
diferencias entre los que dirigen y los dirigidos. Tanto unos como otros lo
hacen como quien cumple su deber, sin aplastar el derecho ajeno, o sea, de un
modo armonioso y cordial. Las tensiones son resueltas siempre de modo que la
jerarquía siempre subsista, pero sobre bases de justicia y dignidad para todas
las partes.
Las
mujeres protagonistas son fuertes, independientes, valientes, resueltas,
decididamente femeninas y con vida propia. En ningún caso sometidas si no es
para mostrar que son capaces de sacudirse cualquier intento de dominación o
avasallamiento de su libertad. Las decisiones vitales implican, pues,
autodeterminación y emancipación, pero sin reivindicación ideológica alguna. Es
decir, fuera de cualquier marco ideológico de carácter reivindicativo o
revolucionario. Lo hacen porque son dueñas de un modo natural de sí mismas.
Los
personajes centrales tienen en su carácter o personalidad una dimensión
religiosa muy marcada. Ese es un elemento que condiciona sus resoluciones
vitales decisivas. Esa dimensión religiosa de su personalidad determina, a su
vez, un comportamiento moral sustentado en principios superiores inamovibles o,
como dice Paul Veyne, no derogables en ninguna circunstancia. No es, por tanto,
una moral de valores y mucho menos condicionada (relativa) a las circunstancias
particulares que se puedan producir en la peripecia vital de cada cual.
Los
personajes revolucionarios (de cualquier signo) se muestran, sin maniqueísmos,
como lo que, en un principio, al menos, son: resentidos, violentos, injustos,
renegados pero capaces de superar todo su rencor y de alcanzar la perspectiva
adecuada o más llanamente dicho, la salvación.
A
partir de los años 60, una vez que estos principios filosóficos fueron
estrictamente derogados, le sobrevino al cine, como no podía ser de otro modo, la
decadencia estética, moral e ideológica en la que no deja de alcanzar cotas
cada vez más bajas, vulgares, obscenas y corruptas. Como todo, en esto hay que
ser justo, lo que le ocurre a la sociedad española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario