La paz perpetua (1795) no puede ser más actual. En esa obra Kant distingue entre el político moral y el moralista político. El comportamiento de este se resume en las siguientes características:
1. Fija los objetivos políticos según sus propios deseos o conveniencias.
2. Se guía por el éxito a corto plazo. Sus principios son: a) primero actúa y luego te justificas; b) si has hecho algo incorrecto, primero niégalo y luego echa la culpa a otro y c) crea divisiones para poder seguir en el poder.
3. Se adapta a las circunstancias cambiantes sin más consideración que su propio interés, despreciando -por tanto-- el interés de la mayoría, de modo que resulta desleal y falso.
4. Encubre todas sus medidas políticas con todo tipo de excusas y falacias porque piensa que es el poder, y no la razón, el fundamento del derecho y de la política.
5. Se inventa cualquier argumento pseudomoral con vistas a justificar sus propias conveniencias. Actúa de forma maquiavélica. Es un amoral político.
Sin embargo, el político moral, como resume acertadamente el traductor de esta obra (Joaquín Abellán), piensa y actúa de manera contraria al realismo político de aquel. El poder no es la última fuente de su actividad política, pues los objetivos deben estar supeditados a los principios superiores de la razón moral y del derecho.
Sánchez es claramente un político amoral.
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