Lo que está ocurriendo es de tal magnitud, es tan increíble,
que no se puede ni se debe decir directamente. Hay que explicarlo por medio de
enigmas, de modo que, si estas entradas las lee, por accidente, alguien que no
debe no pueda entenderlas.
Dirás, pues entonces, es mejor no escribir nada.
No.
Es mejor, paradójicamente, escribir para que leyéndolo el
vulgo no lo pueda entender. No se debe escribir, pues, para personas incultas. Para
la masa embrutecida.
Como avisa Platón, procura no tener que arrepentirte algún
día por haber dejado divulgarse algo de forma indebida.
Esa era la razón por la que Platón no escribió nunca
acerca de temas secretos. Y por eso en la Carta II le dice a su interlocutor: hazme
caso, tan pronto como hayas leído y releído esta carta, quémala.
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