La filosofía en
cuanto sabiduría consiste en preservar al guía interior de cada uno. (Daimon,
genio, divinidad, duende, ángel.)
La divinidad
se asienta en el interior. El dios que reside en cada uno es protector y guía.
La divinidad habita en uno mismo y es propia y verdadera razón.
El guía interior
concuerda con la Naturaleza. Hay que velar por su pureza divina. Las cosas
humanas y divinas están trabadas íntimamente y dependen unas de otras.
El hombre
excelente no perturba nunca al Dios que mora en él. Pues le es sumiso y
disciplinado.
Retirarse en
uno mismo es hacerlo a la propia alma. Recógete en ti mismo.
No hacer nunca
nada contrario a mi Dios y Genio interior.
Vivir es
convivir con los dioses.
A cada uno
Dios le ha asignado un genio divino, protector y guía. Que es una fracción de sí
mismo.
Hay que tener
siempre presente a Dios gracias al guía interior. El te permite retornar a ti
mismo.
Soy un
compuesto de cuerpo (soma), alma (psyche) y espíritu (nous).
Quien es capaz
de ver el presente lo ha visto todo. Por tanto, circunscribirse al momento
presente.
Mi ciudad y mi
patria son Madrid y España en tanto que Antonio. Pero en tanto que hombre, el
mundo. Por eso es preciso amar al género humano (instruyéndolo o soportándolo.)
Lo que no
beneficia al enjambre tampoco beneficia a la abeja.
Todo lo puedo
hacer con la ayuda de mi guía interior.
Soy un miembro
del sistema constituido por seres racionales. (Pablo dice que soy un miembro
del Cuerpo Místico de Cristo.)
Mi guía
interior dice que mi deber es ser bueno. Nada te puede dañar si no daña a tu guía
interior. No hagas nada en detrimento del guía interior.
Que nada se infiltre
en uno mismo de forma inadvertida.
No te dejes guiar
por guías interiores ajenos. Hay que hacer lo que se corresponde con el propio.
Cava en tu
interior. Allí está la fuente del bien: inagotable si no dejas de excavar.
Aprende a
captar la naturaleza de los guías interiores de los demás. Así conocerás la
verdadera esencia de cada uno.
Es posible
viviendo así convertirse en un hombre divino y no ser reconocido por nadie.
Pero ser libre, modesto, sociable y obediente a Dios.
La alegría verdadera
es tener sano al propio guía interior. El guía interior es inexpugnable,
refugio, ciudadela o reducto fortificado imposible de expugnar. (Teresa lo
denominará Castillo interior.)
Si alguien
pasa junto a una fuente clara y dulce y la insulta no por eso deja de brotar agua
pura y cristalina. (Ni la rosa deja de ser hermosa porque nadie la elogie.)
Alcancemos la fuente perenne.
Tenemos un guía
interior soberano.
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