martes, 9 de julio de 2013

La importancia del no saber ni entender

Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza. Entiéndese que se goza un bien, adonde junto se encierran todos los bienes; mas no se comprende este bien.

El cómo es ésta que llaman unión y lo que es, yo no lo sé dar a entender. En la mística teología se declara; que yo los vocablos no sabré nombrarlos; ni sé entender qué es mente, ni qué diferencia tenga del alma o espíritu tampoco.

Ahora vengamos a lo interior de lo que el alma aquí siente. Dígalo quien lo sabe, que no se puede entender: ¡cuánto más decir! (...) Deshácese toda, hija, para ponerse más en Mí; ya no es ella la que vive sino Yo. Como no puede comprender lo que entiende, es no entender entendiendo.

La voluntad debe estar bien ocupada en amar, mas no entiende cómo ama. El entendimiento, si entiende, no se entiende cómo entiende; al menos no puede comprender nada de lo que entiende. A mi no me parece que entiende; porque - como digo - no se entiende. Yo no acabo de entender esto.


Teresa de Jesús: Libro de la Vida, capítulo 18. En que trata del cuarto grado...

1 comentario:

mara dijo...





Hay un conocimiento que "conoce sin conocer lo que se conoce conociendo"...
como hay un saber que "sabe sin saber lo que se sabe sabiendo".

Y por lo mismo todo es ejercicio de amor desde lo más implícito y hondo.