Séneca, en su tragedia Medea, expresa una singular profecía:
El cálido Indo y el frígido Araxes se tocan;
beben los persas del Elba y del Rin;
Tetis desvelará nuevos orbes,
y Tule no será ya el confín de la tierra.
Las palabras de Séneca tienden un misterioso puente hacia la Edad Moderna y la época de los descubrimientos. Ellas transmitieron a los hombres capaces de pensar la noción de un espacio mayor, contribuyendo al descubrimiento de América. Cristóbal Colón conocía las palabras de Séneca. La expresión Nuevo Mundo, Novus Orbis, que Séneca empleara, fue aplicada en 1492 inmediatamente a la recién descubierta América.
Carl Schmitt: Tierra y mar. Editorial Trotta, 2007.
Diego de Torres Villarroel (17-06-1670 hasta 19-06-1770) a principios de 1724 se atrevió a afirmar que el joven rey Luis I moriría en verano. El rey gozaba, entonces, de buena salud. Sin embargo, ese verano el rey murió, lo que obligó a su padre a volver a tomar las riendas del Estado.
Otro de sus grandes aciertos fue la profecía de la caída en desgracia del Marqués de Esquilache cuando era el ministro predilecto del rey Carlos III.
Sin embargo, la más sorprendente es la siguiente:
"Cuando los mil contarás / con los trescientos doblados / y cincuenta duplicados, / con los nueve dieces más, / entonces, tú lo verás, / mísera Francia, te espera / tu calamidad postrera / con tu rey y tu delfín, / y tendrá entonces su fin / tu mayor gloria primera".
Realizando una sencilla operación matemática (1000 + 600 + 100 + 90) nos da un año, 1790 y un contexto, la Revolución Francesa. La predicción fue hecha 25 años antes.
¿Cómo explicar estas adivinaciones, semejantes a otras de Virgilio, Platón, Séneca, Rubén Darío o Juan Larrea? ¿Son adivinaciones o retrocausalidad?
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