La mayoría de
las personas huyen de los riesgos y conceden mayor peso a las pérdidas que a
las ganancias. Los economistas conductuales hablan de “aversión al riesgo” y
“aversión a la pérdida”. La aversión a la pérdida es una tesis central de los
economistas conductuales desde los comienzos de la investigación en este campo
por parte de Daniel Kahneman y Amos Tversky. Esta tesis tiene una influencia de
gran alcance sobre el comportamiento de las personas, por ejemplo si se trata
de sus activos fijos financieros.
Para averiguar el grado de aversión
a la pérdida se ofrece a los sujetos
experimentales loterías sencillas con un 50% de probabilidad de pérdida o
ganancia, respectivamente. Para participar, la mayoría de las personas exige un
valor superior de ganancia que de pérdida. Por ejemplo, quien pide una posible
ganancia de 10 euros para compensar una posible pérdida de 5 euros pondera las
pérdidas claramente el doble que las ganancias. Una aversión a la pérdida de
este tipo se considera “estándar”. Las personas que tienen una gran aversión al
riesgo huyen de las loterías que conlleven posibilidades gananciales muy
diversas (por ejemplo, o 2 o 10 euros) y prefieren una cantidad pequeña fija.
Sin embargo, claramente hay
diferencias mayores de lo que se pensaba entre personas y países. Esto es lo
que muestran los resultados de las investigaciones. El equipo de un renombrado
economista conductual, Colin Camerer (California Institute of Technology) y de
Stephanie Wang (Universidad de Pittsburgh), acaba de publicar un artículo
basado en una encuesta en línea realizada a 2000 estadounidenses. La encuesta
está diseñada según un nuevo método dinámico y el artículo se titula Loss Attitudes in the U.S. Popularion (NBER
Working Paper, septiembre 2018). Con este artículo han evaluado por primera vez
una muestra representativa de la población estadounidense, en contraste con los
experimentos llevados a cabo hasta ahora por los economistas conductuales,
cuyos sujetos experimentales eran mayoritariamente estudiantes universitarios.
Los resultados de Camerer son llamativamente diferentes de los anteriores
experimentos.
“Pensamos
que aproximadamente un cincuenta por ciento de las personas en Estados
Unidos es tolerante a la pérdida”,
escriben Camerer et al. Los participantes jugaban a loterías en las que había
pérdidas y ganancias igual de altas. Otro resultado interesante: las personas
con capacidades cognitivas más altas y una formación mejor muestran una
aversión a la pérdida mayor, mientras que las personas que no son muy
inteligentes lidian mejor con posibles pérdidas. Cuando se repitió la encuesta
seis meses después los resultados se mantuvieron igual.
También entre países enteros existen
notables diferencias en cuanto a la aversión a la pérdida y al riesgo de la
población, y así lo muestra una valoración reciente de la economista conductual
Maria Ferreira, trabajadora del banco ING. El instituto de finanzas había
consultado a unas 15.000 personas de 15 países si estarían dispuestos a invertir
en valores como acciones o bonos y cómo valoraban los correspondientes riesgos.
En Alemania, Austria y Países Bajos las personas mostraron la mayor aversión al
riesgo, no querían oír hablar de acciones cuyo rumbo fuera propenso a la
fluctuación. Los estadounidenses, australianos y turcos estaban más dispuestos
a asumir riesgos financieros. En esto la percepción subjetiva de los riesgos y
los réditos esperados juegan un papel crucial.
Es de suponer que las diferentes
culturas tengan una influencia en la aversión a la pérdida. Los investigadores
Mei Wang, Marc Oliver Rieger y Thorsten Hens han llevado a cabo una gran
encuesta en 53 países (The impact of
Culture on Loss Aversion, Journal of Behavioral Decision Making 2017). El
resultado: en culturas en las que se asigna un mayor significado al
“individualismo” - dicho de una manera muy general, “en occidente” - hay una
mayor aversión a la pérdida, frente a las culturas orientales, “colectivistas”.
La explicación podría consistir en que las personas pertenecientes a culturas
orientales pueden controlar mejor su pena individual en caso de pérdida y se
sienten mejor arropados por su entorno social. También en culturas consideradas
“masculinas” por estar fuertemente centradas en el alto rendimiento, como por
ejemplo la cultura estadounidense, la pérdida es considerada más dolorosa que
en culturas más “femeninas”, las cuales se basan más en relaciones sociales y
ayuda mutua. En cualquier caso se ha probado también que las mujeres tienen una
aversión a la pérdida mayor que los hombres.
Todos estos trabajos de
investigación muestran que la ciencia económica tiene que aprender todavía
mucho de la heterogeneidad de los comportamientos humanos en las diferentes
sociedades.
Philip Plickert
Frankfurter Allgemeine Zeitung, Nr.
228
1 de octubre de
2018.
TRADUCCIÓN DE CLARA CORRAL MARTINEZ