Da al pobre de inmediato, y no le digas que vuelva mañana:
llenarás su mano. Ten piedad del necesitado.
Recibe al sin techo en tu casa, y guía al ciego.
Ten compasión de los náufragos, pues la navegación es incierta.
Da la mano al caído, salva al hombre sin recursos.
Los sufrimientos son comunes a todos, la vida una rueda, la prosperidad inestable.
Si tienes riqueza, tiende tu mano a los pobres:
lo que Dios te ha dado, mantenlo para los necesitados.
Sean de igual honor ciudadanos e inmigrantes,
pues todos pasamos la penuria del errabundo
y de tierra no hay firme asiento entre los hombres.
(Traducción de Miguel Herrero de Jáuregui.)
Si algún mendigo te pidiere humilde
limosna, dale alguna, y no lo mandes
que otro día vuelva; y si limosna dieres,
dala con rostro alegre y franca mano.
Hospeda al desterrado y forastero,
y sea tu casa patria a los extraños.
Guía a los ciegos. Ten misericordia
de los que el mar castiga con naufragios;
que la navegación es cosa incierta.
Da la mano al caído, da socorro
al varón que se ve solo y perdido.
Reverencia igualmente al extranjero
y al ciudadano. Todos igualmente
podemos padecer pobreza baja;
y la causa que le hace forastero
en tu tierra, podrá mañana hacerte
peregrino en la suya: que la tierra
(sujeta a las desdichas que suceden)
no es firme habitación de ningún hombre.
(Traducción de Francisco de Quevedo)
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