lunes, 28 de marzo de 2022

Escribir con claridad

 

1. Escribir con claridad. Huir de la verborrea, pues amontonar palabras cuando ya se entiende algo diluye la claridad, por la acumulación de oscuridad.

2. Llamar a las cosas por su nombre preciso y no utilizar rodeos. Evitar la ambigüedad que es lo que hacen los que no tienen nada que decir, pero quieren dar la impresión de que dicen algo. Huir de los circunloquios. Lo escrito debe ser fácil de leer y de decir. Evitar los errores de concordancia.

3. Es preferible la concisión a lo contrario. Es preferible decir círculo que superficie equidistante de un centro.

4. La expresión será adecuada si se corresponde con el tema tratado. No se puede escribir a la ligera de asuntos graves ni solemnemente de asuntos triviales.

5. Ser el primero en censurarse a uno mismo. Huir de lo indefinido, líquido o etéreo porque es desagradable y difícil de entender.

6. Buscar SIEMPRE el término medio entre los dos extremos: la expresión apropiada es siempre equidistante entre los dos extremos.

7. Comenzar por lo que se quiere decir inmediatamente, para luego enlazarlo con lo demás. De ese modo se sabe de antemano de qué se va a tratar pues lo indefinido provoca desconcierto en el lector. Quien nos brinda un comienzo adecuado nos permite seguir el texto de un modo fluido. Las introducciones indican cuál es el fin hacia el que se encamina el texto.

8. Exponer claramente los PUNTOS PRINCIPALES del asunto, a fin de que, como un cuerpo, el texto tenga también una cabeza.

9. Nada de no responder a las preguntas planteadas, ni andarse por las ramas ni largos preámbulos.

10. Lo bueno está en la JUSTA MEDIDA. Y eso consiste en decir cuanto sirve para aclarar la cuestión.

11. Los argumentos han de ser probatorios. Hay que aportar las pruebas. Pero no se puede ser llegar a conclusiones más creíbles que las premisas de que se parte.

12. Con respecto a las partes finales del texto como conclusiones, epílogo... hay que saber disponer favorablemente al lector hacia nuestra propia postura: amplificar los méritos de nuestro trabajo y atenuar los defectos; producir emociones positivas en el lector y refrescar la memoria de todo lo que se ha dicho.

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