viernes, 29 de julio de 2022

Luis Pomar muestra que el CO2 es inocente

 

El calentamiento actual es de muy corto recorrido. Si cogemos el Cuaternario con sus periodos glaciares (fríos) e interglaciares (cálidos), estos siempre han sido más calientes que el actual. El óptimo climático tras la última glaciación llegó hace 10.000 años y, desde entonces, la tendencia a largo plazo es de enfriamiento. El sol tiende a menos actividad y esta condición se dio en periodos de temperaturas bajas. Vamos en esa dirección. El enfriamiento se debe al descenso de la actividad solar. Hay muchas causas de la evolución de los climas, algunas desconocidas. Pero, si se establece una correlación entre concentración de CO2 y temperatura, no encajan para nada. Hay momentos en que sube el CO2 y la temperatura baja. No hay relación.

Entonces ¿por qué existe consenso social en sentido contrario? En la ciencia no hay tal consenso, sino un debate permanente. El consenso es solo político. El clima ha cambiado siempre y lo ha hecho sin nuestra intervención.

El interés político en declarar la guerra al CO2 y a la quema de combustibles fósiles que lo genera se debe a que más de la mitad de las reservas de petróleo del mundo están en el Golfo Pérsico y una cuarta parte del consumo del planeta pasa por el estrecho de Ormuz. El suministro es frágil y el mundo occidental quiere independizarse de esa fuente de abastecimiento energético. Los precios actuales están condicionados por los conflictos entre suníes y chiitas. El mundo árabe marca el precio. Hay que librarse de esa dependencia y de esa inestabilidad. El CO2 se disuelve mejor en el agua de los océanos con bajas temperaturas. Al enfriarse el mar, diluye el CO2 y lo rebaja en la atmósfera. Es así de simple. La correlación que mostraba Al Gore estaba invertida en causa y efecto. El calentamiento se adelanta a la concentración de CO2 y no al revés. ¿El CO2 es, pues, inocente? Totalmente.

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