Tomados de la NOVENA PARTE. El hombre consigo mismo. Traducción de Marco Parmeggiani.
Nobleza involuntaria. El hombre actúa con nobleza espontánea si se ha habituado a no querer nada de los demás y a dar siempre.
El destino humano. Quien piensa profundamente sabe que siempre está equivocado.
Desprecio a los hombres. El signo más inequívoco de desprecio a los hombres es considerar a los demás solo como medios para el propio fin.
Encarnación del espíritu. Cuando uno piensa mucho y de manera inteligente, no solo su rostro sino incluso su cuerpo adquiere un aspecto inteligente.
Sombras en la llama. La llama no resulta tan clara a sí misma como a aquellos a los que alumbra: así también el sabio.
El primer pensamiento del día. La mejor manera para comenzar bien el día es despertarse pensando si en este día uno puede dar alegría al menos a una persona.
Aprender a amar. Hay que aprender a amar, a ser buenos, desde la juventud; si la educación y el azar no nos ofrecen ninguna ocasión para practicar estos sentiminetos, nuestra alma se deseca y ni siquiera entiende ya esas delicadas invenciones de las personas amorosas.
Tener un carácter que participa de la alegría de los demás, hace amigos en todas partes, siente amor por todo lo que crece y se desarrolla, goza junto a los demás de sus honores y éxitos y no se arroga el privilegio de ser el único en conocer la verdad, y en cambio está lleno de una modesta desconfianza.
Cada uno tiene un buen día en el que encuentra a su sí mismo superior... Eso es la persona misma.
Nietzsche
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