A los ochenta años podrán faltar fuerzas mentales, pero, en cambio, se ven
con más finura las cosas. Veo hoy, en libros de siempre, lo que no había visto
antes. (Azorín, 1953.)
Pero salir a la calle, ¿a qué? En las librerías no hay nada, en la calle
nada hay que me interese. (Baroja, 1953.)
La novela crece en mí por agregación permanente. Tengo una idea muy general
y la dejo dormir. Poco a poco, la vida misma me va añadiendo perfiles y
sugestiones a esa idea, relacionándolo todo con ella y para ella. Entonces me pongo
a escribir. (Wenceslao Fernández Flórez, 1954.)
El regalo tiene una inmensa importancia social. Vuelve las relaciones que
son agrias y frías, dentro de un mundo sin regalos, en relaciones amables,
dulces, en una convivencia cordial, elegante. (Pepín Fernández, 1954.)
Solo hasta tres personas, como máximo, pueden conjuntar una cosa gitana. Más
ya es una verbena. (Pastora Imperio, 1954.)
A la gente el futuro no le gusta nada. Da rabia pensar que algo pasa cuando
ya ellos están muertos. (Agustín de Foxá, 1954.)
El médico debe, sobre todo, amar al enfermo. (Gregorio Marañón, 1954.)
No he tenido nunca ningún amigo. (Doctor Barraquer, 1954.)
Antes de gustar, lo primero que tiene que hacer el torero es gustarse a sí
mismo. (Domingo Ortega, 1954.)
La mañana no ha existido nunca para mí. No encuentro jamás ni la hora de
levantarme ni la hora de acostarme. Lo que importa es no acostarse. (Ernesto
Vilches, 1954.)
Kubala es la máxima expresión del futbol. Las sabe todas. (Di Stéfano.
1954.)
Cuando escribo tengo ganas de hacer cine. Cuando hago cine, ganas de
escribir… Cuando hago las dos cosas, me gustaría hacer teatro. Siempre me atrae
aquello que no estoy haciendo. (Orson Welles, 1954.)
Dios nos ha dado pan cuando no tenemos la alegría del hambre. Cama, cuando apenas
tenemos ganas de dormir. Nombre, cuando estamos cansados de nuestro nombre. (Juan
Pujol, 1954.)
Es increíble lo que se aprende en esos pocos segundos de la ejecución capital
de la que me escapé milagrosamente. Entonces se conoce todo lo que es vano y quimérico,
todo aquello para lo que vale la pena vivir. (Rafael Sánchez Mazas, 1954.)
No hay nada que me interese y me encante más que lo que no comprendo.
(Dalí, 1954.)
El espíritu del artista modifica el instrumento. Las vibraciones van
expulsando de las células la humedad que perdura en la guitarra. Stravinsky me decía
que mi guitarra no sonaba baja, sino lejos. (Andrés Segovia, 1954.)
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