sábado, 27 de abril de 2024

Somos unos pocos los que sabemos estas cosas

 

Asistimos a la multiplicación de los solitarios.

La inmadurez es la reunión de subjetivismo, inexperiencia e indeterminación.

Deslízate, no te apoyes.

Un alma sin cuerpo es un cuerpo sin alma.

No confundas sabiduría con sagacidad.

Quien no sabe descansar en su propia casa es alguien muy desgraciado.

Cuando no tengo nada que hacer nunca me aburro.

La victoria, a veces, oculta la derrota.

Cuanto más creas aproximarte al poder de los dioses, más debes temerlos.

Mejor ser leído muchas veces por uno solo que una vez por muchos.

No confundas la exactitud con la verdad.

Además de lo desconocido existe lo incognoscible.

No es lo mismo una mente llena a rebosar de conocimientos que una bien formada.

Lo que queda después de olvidarlo todo eso es la verdadera cultura.

Todo lo exagerado acaba siendo insignificante.

La credulidad es propia de los que no tienen fe.

Cuantas más obligaciones más olvido de lo esencial. Cada vez tenemos más recursos pero menos libertad.

Quien comprende actúa. Quien no sabe enseña.

Toda ideología contiene una pizca de verdad. Pero no la verdad.

La sabiduría de un cuerpo sano es superior a todos los sistemas ideológicos.

En el punto medio entre, por una parte: libertad, igualdad y fraternidad y, por otra: servicio, comunidad y jerarquía estará la virtud futura.

Se miente con la boca. Nunca con la expresión del rostro.

Nunca identifiques a una niña con su rendimiento escolar.

De lo que se trata es de llegar a ser uno mismo.

Mejor que ver la llama en los ojos es ver la luz en la mirada.

Somos unos pocos los que sabemos estas cosas. Y nos estamos muriendo.

Cada nueva conquista conlleva nuevos problemas. Y así, eternamente.

No eres un alma. Ni eres un cuerpo. Eres una persona única.

Profetas, filósofos y santos. Esto es lo que necesitamos.

Primero se vive de ilusiones y luego de prejuicios. Sin remedio.

Todo ha funcionado siempre muy mal: por eso la sabiduría es también una meditación sobre los errores del pasado.

Nada puede cambiar a mejor en un ateo definitivo.

Mejor sería que los cambios sociales, en lugar de ser pendulares, se atuvieran a la ley de la balanza.

Cuidado con las opiniones que se refutan así mismas. Por ejemplo, no soy más que un animal. Para decir eso hay que ser mucho más que un animal.

No todo lo que puedas te atrevas a hacerlo. La naturaleza o Dios son implacables.

La naturaleza, oh maravilla, ignora a los grandes hombres.

Nadie envidia a un genio no reconocido socialmente.

 (Inspirado por Gustave Thibon, 1903-2001)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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