viernes, 27 de septiembre de 2024

Pablo de Tarso: pensador y poeta inalcanzable


Circuncidado a los 8 días de nacer, israelita de nación, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa y, por lo que toca a la ley, fariseo; si se trata de intolerancia, fui perseguidor de la Iglesia; si de la rectitud que propone la Ley, era intachable.

Los judíos me han azotado cinco veces, con los 40 golpes menos uno; 3 veces he sido apaleado, 1 vez me han apedreado, he tenido 3 naufragios y pasé una noche y 1 día en el agua.

Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo… y hacía carrera en el judaísmo por ser mucho más fanático (zelota) de mis tradiciones ancestrales.

Hace 14 años (fui) arrebatado hasta el tercer cielo; con el cuerpo o sin el cuerpo, ¿qué sé yo?  Arrebatado al paraíso y () palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir; con el cuerpo o sin el cuerpo, ¿qué sé yo?  

Con el Mesías quedé crucificado y ya no vivo yo, vive en mí Cristo.

No tengo ningún otro amigo que se preocupe lealmente de vuestros asuntos; todos sin excepción buscan su interés, no el de Jesús Mesías.

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables (refiriéndose al pueblo elegido.) La obcecación de una parte de Israel durará hasta que entre el conjunto de los pueblos; entonces todo Israel se salvará.

Da lo mismo estar circuncidado o no estarlo; lo que vale es una fe que se traduce en amor.

¡Circuncisión o no circuncisión, qué más da! Lo que importa es una nueva humanidad.

Ser judío no está en lo exterior… no, judío se es por dentro, y circuncisión es la interior, hecha por el Espíritu, no por fuerza de un código.

Estar circuncidado o no estarlo no significa nada, lo que importa es cumplir lo que Dios manda.

Exponemos un saber divino y secreto, el saber escondido.

El saber del mundo es necedad a los ojos de Dios.

La locura de Dios es más sabia que los hombres y la debilidad de Dios más potente que los hombres.

Lo que afirmo es que el plazo se ha acortado… porque el papel de este mundo está para terminar.

No ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno.

Donde hay alguien unido a Cristo (Pablo nunca utiliza el término cristiano) hay humanidad nueva; lo viejo ha pasado; mirad existe algo nuevo.

Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón y hembra.

Si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación no tiene contenido ni nuestra fe tampoco. Porque si los muertos no resucitan, tampoco ha resucitado el Mesías, y si el Mesías no ha resucitado, vuestra fe es ilusoria y seguís con vuestros pecados. Y, por supuesto, también los unidos a Cristo difuntos han perecido.

Si la esperanza que tenemos en el Mesías es solo para esta vida, somos los más desgraciados de los hombres. Pero de hecho el Mesías ha resucitado de la muerte.

La humanidad otea impaciente aguardando a que se revele lo que es ser hijos de Dios. La humanidad entera sigue lanzando un gemido universal con los dolores de parto… Gemimos en lo íntimo a la espera de la plena condición de hijos, del rescate de nuestro ser.

Nosotros ya no apreciamos a nadie por la apariencia y, aunque, una vez valoramos al Mesías por la apariencia, ahora ya no.

Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Como hay un solo pan, aun siendo muchos formamos un solo cuerpo, pues todos y cada uno participamos de ese único pan.

Ambicionad los dones más valiosos. Glorificad a Dios con vuestro cuerpo. Todo me está permitido, pero yo no me dejaré dominar por nada. ¿Habéis olvidado que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

Examinadlo todo, retened lo que haya de bueno y manteneos lejos de toda clase de mal.

Yo realmente no sabía lo que era el deseo hasta que la Ley no dijo: “No desearás”.

No, no es primero lo espiritual, sino lo animal; lo espiritual viene después. El primer hombre salió del polvo de la tierra; el segundo procede del cielo.

Lo que realizo no lo entiendo, pues lo que yo quiero, eso no lo ejecuto, y, en cambio, lo que detesto, eso lo hago… el querer lo excelente lo tengo a mano, pero el realizarlo no; no hago el bien que quiero; el mal que no quiero, eso es lo que ejecuto.

Procuro dar satisfacción a todos, no buscando mi provecho, sino el de la gente, para que se salven.

Soy libre, nadie es mi amo; sin embargo, me he puesto al servicio de todos, para ganar a los más posibles, Con los judíos me porté como judío… Con los sujetos a la Ley me sujeté a la Ley… Con los que no tienen la Ley me porté como libre de la Ley… Con los inseguros me porté como inseguro… Con los que sea me hago lo que sea… Y todo lo hago por el evangelio.

Pues yo corro de esa manera, no sin rumbo fijo; boxeo de esa manera, no dando golpes al aire; nada de eso, mis directos van a mi cuerpo y lo obligo a que me sirva.

Me han metido una espina en la carne, un emisario de Satanás, para que me abofetee y no tenga soberbia.

La fuerza se realiza en la debilidad. Pues cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Solo presumiré de mis debilidades.

He aprendido a arreglarme en toda circunstancia: sé vivir con estrechez y sé tener abundancia; ninguna situación tiene secretos para mí, ni estar harto, ni pasar hambre, ni tener de sobra, ni pasar falta; para todo me siento con fuerzas, gracias al que me robustece.

No estuvimos ociosos, no comimos el pan de balde a costa de alguien, sino con fatiga y cansancio, trabajando día y noche para no ser gravosos a ninguno.

El que no quiera trabajar, que no coma.

¿Quién enferma sin que yo enferme? ¿Quién cae sin que a mí me dé fiebre?

He competido en noble lucha, he corrido hasta la meta. Me he mantenido fiel. Ahora ya me aguarda la merecida corona.

Quien se figura haber terminado de conocer algo, aún no ha empezado a conocer como es debido.

Porque esta impiedad escondida está ya en acción; apenas se quite de en medio el que por el momento lo frena (Katejon) aparecerá el impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el aliento de su boca (IS 11, 4; Sal 33, 6) y aniquilará con el esplendor de su venida.

(Traducción: Luis Alonso Schokel y Juan Mateos.)

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