martes, 8 de octubre de 2024

Que nada se sabe. Francisco Sánchez (1550-1623)

 

En general, es más oscura la prueba que lo que se quiere probar.

Los principios eternos e inviolables –si los hubiere—son indemostrables.

Para explicar lo oscuro hay que construir un laberinto de pruebas en el que quedamos atrapados.

Estamos inmersos en el infinito. Y el infinito es inmenso, incomprensible, inefable e ininteligible.

Toda ciencia por principio está inacabada y es dudosa. Es hipotética, no segura e incierta.

Toda ciencia es ficción.

Para saber es preciso ignorar.

Todas las cosas están concatenadas unas con otras. Conque se ignore una se ignoran todas las demás.

Nunca estoy menos solo que cuando estoy solo, ni menos ocioso que cuando estoy ocioso.

De las cosas decisivas ni sabemos ni podremos saber nunca nada.

Todas las cosas son tan difíciles que no se pueden explicar por medio del lenguaje.

No conocemos nada de un modo completo. En el mejor de los casos solo de un modo probable.

No se puede conocer lo que uno no ha creado.

A plena luz andamos a ciegas.

Nuestro conocimiento no es verdadero. Todo es tanteo, duda, opinión, conjetura.

Nada más cierto que los sentidos, nada más engañoso que ellos.

Un pequeño error al comienzo resulta fatal al final.

No hay nadie que sepa ni se sabe nada. Y este es nuestro máximo conocimiento.

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