miércoles, 20 de marzo de 2013

En una noche oscura


(I)
Te seguí en tu noche. Quién sino alguien que estuviera hecho de ocultamiento podría ver tu luz secreta. Y, cómo, después de haberla conocido, no transitar los espacios en su alcance, olvidado de todo, para consumirme en ella.

(II)
A dónde hemos llegado. Quién habita este hueco -abismo abierto- donde no existe el vértigo. ¿Existe algún sabio en este lugar o un predecesor, siquiera? ¿No pertenece a nadie?
¿Habremos creado un nuevo espacio?

(III)
¿Es posible, aún, la noche transformadora, o, ya estamos definitivamente perdidos? ¿Se ha cortado el hilo que conducía la savia hasta nosotros? ¿Podremos rehacerlo, todavía, con nuestra piel? ¿Alguien puede contestar?
(La hermosura es paciencia).

(IV)
Hay un tiempo necesario que sigue a todo deseo divino y que precede a su cumplimiento, en el que se padece la posibilidad de su no-realización.
Tiempo-luz para conocer y rebasar los límites, para levantarse sobre las barreras, para gozar de la apariencia anunciadora, para la pura creencia, sin otro fundamento que ella misma.
(ACI)



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