Esto me cuenta una
persona muy cercana:
Después de un
tratamiento con antibiótico de cinco días, pasados otros cincos días, retornaron
los síntomas: fiebre alta, tos productiva y mucho cansancio y debilidad.
Llamé al médico de
urgencias. Vino sobre las tres de la madrugada.
Tras la exploración,
me pide una ambulancia para el San Francisco de Asís. A su juicio, y debido a
otros síntomas, la bronquitis ha derivado en una neumonía bilateral. Y eso
precisa un diagnóstico hospitalario.
Enseguida viene la
ambulancia y, nada más llegar, un gran médico me atiende.
Exploración y placas
pulmonares para ver el estado de los pulmones.
No hay nada: pulmones
intactos.
Entre tanto la fiebre
ha desaparecido, la oxigenación en sangre es normal, la tensión arterial también
y a las 4 de la madrugada lo único que tengo es ganas de comer.
Vuelvo a casa por mis
propios medios a esa hora de la madrugada.
Tengo una capilla de
la Santísima Virgen María con mucha historia a sus espaldas en mi alcoba. Sobrevivió
a un intento de destrucción blasfema. No es el primer milagro que hace.
Muchas gracias,
Virgen María.
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