miércoles, 16 de julio de 2025

Sucesos de probabilidad cero. A priori.

 1. Acuarela de Goethe contemplada en Madrid en una exposición. Tema: vista de Roma. 

De pronto, tiempo después, paseando por un cierto Parque romano que me gusta mucho, en las afueras, atisbo el sitio preciso desde el que Goethe la pintara. Un lugar muy escondido y nada obvio. El hallazgo fue súbito. Trescientos años después el mismo sitio, la misma perspectiva. Y yo, prima facie, no tengo nada que ver con Goethe. Pero ¿realmente no tengo nada que ver con él?

2. Yo no sabía que el 16 de octubre de 1943 había sido un día trágico para la comunidad judía romana. 64 años después, otro 16 de octubre, paseando por una vía significativa relacionada con ese horror, solo, ya noche cerrada, volviendo a casa, levanto la vista y veo la placa conmemorativa colocada en lo alto del muro que limita la vía. ¿Por qué pasé por allí ese día?

3. Hace más de cincuenta años mi madre se trajo agua de la fuente de Lourdes. Esa agua ha pasado por varias vicisitudes: por lo menos tres traslados de casa. Sigue intacta: transparente, pura y bendita. Y su sola presencia tiene propiedades curativas.

4. Nunca tengo ni he tenido sueños premonitorios. Sin embargo, una vez soñé con el Malecón de La Habana que nunca había visto. Tiempo después, con ocasión de una visita obligada a Cuba, paseando por el Malecón pude constatar la enorme semejanza de la imagen soñada con la real.

5. Cuando tenía 15 años fui en barco desde Valencia a Palma. Durante la noche serena y clara de luna llena conocí a otra pasajera de mi misma edad o un año menos: María de los Llanos. De Albacete. Nunca más la volví a ver. Muchos años después asistí a una actuación del Nuevo Mester de Juglaría. Y allí en el escenario, para mi sorpresa, estaba ella. Me acerqué a saludar y Llanos también se acordaba de nuestro encuentro en el mar. 

6. Una noche en Cuzco entré en un establecimiento para tomar algo en la barra. A mi lado estaba una mujer que guardaba un enorme parecido con nuestra amiga Gloria de Madrid. Me arriesgué a resultar patético y le dije: sé qué día has nacido. Efectivamente, había nacido el mismo día y mes que Gloria. Del año no me acuerdo.

7. Fui al cine a ver Volver (2006). Entré a oscuras. Para mi sorpresa me pareció ver entre los extras de la película a una antigua compañera (A. M.) ¡Qué raro, pensé! Al terminar la película me encontré al marido de A.M. en la salida que, por cierto, había sido mi profesor de filosofía antes de la universidad. Hacía muchos años que no le veía. Le digo: Hola Pedro, ya he reconocido a A. en la película. Me dijo, bastante molesto, que A. no había actuado en la película. Al poco apareció A. ¡Ella no estaba en la película, pero sí estaba en la sala!

8. Una tarde de invierno, solo en Ávila, cierta persona -conocida accidentalmente- me recomendó que visitara el Monasterio de San José. La sensación de presencia real (Presencias reales, George Steiner) de Teresa se me impuso de una forma poderosa. (Nunca antes y nunca después.) (Adenda: Una tarde en Sevilla, paseando con dos compañeras de trabajo, me encontré con George Steiner y su esposa. Me acerqué a saludarlo. Se extrañó de que alguien desconocido, a su vez, le reconociera. No le cabía en la cabeza.)

9. Uxio Novoneira no era muy conocido en Madrid en los años ochenta. Yo sí le conocía por un compañero gallego al que le encantaba el siguiente verso de Uxío: De tanto calar xa falo eu solo.

Pues bien, una noche, ya era tarde, mientras me llevaban a casa, en la Gan Vía (yo no conducía) vi a Uxio andando por la acera. Pedí al conductor que frenara un poco para que me diera tiempo a llamar a Uxio por su nombre y decirle lo que llevaba años queriendo decirle: ¡Uxio, de tanto falar xa falo eu solo! Y el coche siguió el rastro nocturno de las almas anhelantes. Sí me dio tiempo a ver la expresión de su rostro. La de cuando te pasa algo que a priori tiene probabilidad cero de suceder. Algo real e imposible al mismo tiempo.

 




No hay comentarios: