Dado que dios y la verdad son inseparables, todo lo que el humano edifica
fuera de dios es susceptible de ser falso, erróneo o mentiroso. No verdadero.
Eso les acontece a los pilares del conocimiento humano en estos momentos.
Están asentados en lo no verdadero. Fuera de la verdad.
El experimento de Michelson-Morley solo da negativo en la Tierra. En
cualquier otro lugar daría positivo, porque la Tierra es el centro del
universo.
Eso permite evitar toda la ciencia ficción sobre la existencia -extraterrestre-
de seres con conciencia. En un mundo multicéntrico o sin centro esa sería la suposición
más verosímil. No es el caso.
La teoría de la evolución (Wallace/Darwin) tiene un valor local. Solo vale
para explicar la microevolución y las adaptaciones dentro de cada especie. Es
intraespecífica. No puede haber una teoría general de la evolución de las
especies porque no ha habido tal evolución.
Toda teoría general psicológica, aunque fuera válida, no podría contener la
psicología de su creador. Nunca habrá, por tanto, una teoría completa del ser
humano. Segundo teorema de Gödel.
El psicoanálisis no sirve como teoría general de la conducta humana. Se
centra en aspectos parciales e ignora las principales características del ser
humano. Su alcance es muy limitado. Propiamente no es una teoría porque no es
sensible a sus refutaciones. No puede crecer ni mejorarse. Es más bien una
interpretación personal de su creador de ciertos aspectos culturales del ser
humano.
El marxismo tampoco es una teoría. Es un caso parecido al del
psicoanálisis. Es una interpretación personal de su creador de ciertos aspectos
socioeconómicos de la historia humana. Mera ideología, pues.
El materialismo, el reduccionismo y el mecanicismo son estériles. Por eso
el conocimiento científico está muy empobrecido.
La vida mental en general está relacionada con el sistema neuronal. Pero
hay aspectos del psiquismo humano que no se reducen a las redes neuronales. Todos
los aspectos de la conciencia (impersonales, personales), de la meta conciencia
y de la supra conciencia se nos escapan definitivamente.
Además, existe el espíritu puro inaccesible a la mente y a la conciencia.
Es inmortal.
Toda la humanidad forma el cuerpo místico de Cristo. Cristo es la cabeza,
el judaísmo es la sangre y la iglesia católica (no el vaticano ni la santa
sede) es el corazón. Todas las demás formas religiosas, espirituales o
sapienciales deben encontrar su sitio y acomodo en el cuerpo místico sin
intentar usurpar ni “cabeza”, ni “corazón”, ni “sangre”. Todo ecumenismo tiene
marcados estos límites. O sea, no hay ecumenismo posible.
Cuanto más sepamos más conscientes seremos de nuestra ignorancia radical.
El aumento de la ignorancia es proporcional al aumento del conocimiento.
Todo proceso mental numerable puede -o es susceptible
de poder- ser simulado con éxito en un dispositivo artificial, mecánico como un
algoritmo ejecutable.
La conciencia -en cualquiera de sus manifestaciones- es algo,
como mínimo, no numerable. No es susceptible, pues, de ser
simulado. Se tiene o no se tiene. Está o no está.
El espíritu ni es/ni no es numerable.
Las paradojas de Zenón son un modo de decir que la realidad espacial y
temporal no son la expresión de la aritmética transfinita cantoriana. Si así no
fuera, efectivamente, la tortuga nunca alcanzaría a Aquiles (alef cero) o la
flecha nunca comenzaría su movimiento (alef uno).
No puede haber una teoría completa (o del todo) de la realidad física
material ni micro ni macroscópica. Esta afirmación se fundamenta en el primer
teorema de Gödel sobre las sentencias formalmente indecidibles de los sistemas lógico-formales
suficientemente complejos. Si la teoría fuera completa contendría contradicciones.
Para no caer en contradicciones tiene que renunciar a ser completa. No puede
haber nada suficientemente complejo que sea a la vez completo y consistente.
Solo dios.
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