jueves, 30 de octubre de 2025

La experiencia del infierno

Aunque en el Infierno de Dante hay un cartel que dice Perded toda esperanza (de salir de aquí) el Pasar una temporada en el infierno (Rimbaud) como le pasó a él, y a otros después de él, tiene el siguiente sentido:

Para llegar a la luz (Paraíso) o al equilibrio, a la paz, al bienestar, en definitiva, al sí mismo, es menester atravesar un bosque oscuro lleno de tremendas pruebas. Todas las personas pasan por esa dura experiencia, pero casi nadie es consciente de ello. Eso se debe a que en estos tiempos se ha perdido el sentido simbólico de la vida.

Hay dos formas principales de entrar en el infierno: en una, el infierno se vive como una experiencia interior y, en la otra, el infierno se experimenta por causas políticas o históricas.

(Se puede experimentar en el primer caso como un descenso voluntario o involuntario. Si ocurre lo segundo se siente que uno ha sido arrojado al infierno.)

En el primer caso: enfermedad, tristeza, depresión, soledad, incomprensión, noche oscura…

En el segundo caso: persecución, campo de concentración, gulag, guerra, terrorismo, abandono, abuso, drogas…

No se puede salir del infierno sin un guía. Generalmente, es un guía interno. También puede haber un mentor, consejero o guía.

(También las sociedades y los pueblos pasan por esa experiencia. España, por ejemplo, por el infierno de la guerra civil, del terrorismo y, ahora, de la apostasía.)

Dice Sófocles nada más asombroso que el hombre. Nada de lo por venir le encuentra falto de recursos. Solo del Hades no tendrá escapatoria. (Antígona, 330-360, traducción de Assela Alamillo.)

En el Credo de los Apóstoles se dice: Descendió a los infiernos. (κατελθόντα εἰς τὰ κατώτατα.) Antes de resucitar de entre los muertos.

¡Pero atención!

¿No fue primero fue el Paraíso?

Así es.

Una vez expulsado del Paraíso el paso por el infierno es inexcusable para cada hombre.

Por tanto, a la Comedia de Dante le falta un prólogo porque lo primero fue el Paraíso y luego el descenso (o la expulsión) a los infiernos para desde allí retornar, de nuevo, al origen.

Luego la tríada no es propiamente infierno-purgatorio-cielo. Sino paraíso-infierno-paraíso. Es el proceso dialéctico de la doble negación. El infierno es la negación del paraíso que, a su vez, tiene que ser negado para alcanzar un nuevo paraíso.

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