Hay dos tipos de milagros. El milagro tipo 1 sucede cuando se produce algo que tiene una probabilidad ínfima de ocurrir, pero no nula. El milagro tipo 2 se refiere a hechos cuya probabilidad sí es manifiestamente nula.
El cristianismo empezó con 1000
seguidores en el año 40. Y a partir de entonces, unos 8000 en el 100; unos
200.000 en el 200 pero 6 millones en el 300 y 30 millones en el 350.
Teniendo en cuenta que en el año
70 (destrucción del templo) ni se había cumplido la segunda venida profetizada
en los evangelios ni el número de adeptos en ese momento podría representar mucho
más que el 0,01% de la población del imperio romano, esta propagación contra
todo pronóstico puede considerarse un milagro de tipo 1. Lo esperable es que se
hubieran rendido.
Hay causas materiales que pueden
explicar el milagro.
(He consultado el libro de Rodney
Stark, La expansión del cristianismo,1996/2025.)
El cristianismo confirma todo lo
actualizado en el judaísmo y, además, actualiza todas las potencialidades
contenidas en el judaísmo. El cristianismo es la plenitud del judaísmo.
Teniendo en cuenta que en la
diáspora habría unos 5 millones de judíos, la propagación del cristianismo se
produce a través de las sinagogas de todo el imperio. En los 4 primeros siglos
la mayoría de los cristianos provenía de la judería. El cristianismo
representaba para ellos continuidad y ruptura. Ambas cosas. Pero era atractivo.
Que novedades trae el
cristianismo: (a) un cambio radical en la consideración de las niñas y de las
mujeres; (b) un cambio radical en el cuidado y la atención hacia los enfermos y
los necesitados y, (c) como consecuencia de ellos, unas tasas de fertilidad
desconocidas para la sociedad romana.
Por ejemplo, entre los grecorromanos estaba bien visto el infanticidio (particularmente el de las
niñas) y el aborto (que causaba muchas muertes de mujeres.) Las prácticas
sexuales estaban dirigidas a la no procreación. El maltrato a las esposas era
lo normal. Se consumaban matrimonios con niñas de 11 y 12 años.
Esto produjo una proporción de
varones sobre mujeres, en la sociedad romana, patológica (140 sobre 100.) Los
gobiernos intentaron promover políticas natalistas, pero sin éxito alguno.
Las epidemias de viruela (siglo
II) y de sarampión (siglo III) redujeron la población en un 30%. Las crisis
demográficas fueron devastadoras. Entre los pocos nacimientos y las
epidemias, la demografía puso contra las cuerdas al imperio.
En el mundo cristiano las cosas
eran de otro modo: el buen trato a las mujeres, la exaltación del matrimonio y
el rechazo radical a cualquier forma de infanticidio y al aborto conllevaron
tasas de fertilidad desconocidas para los romanos.
Pero es que, además, el
comportamiento de los cristianos durante las epidemias era el contrario al de
los romanos: no huían, no abandonaban a los enfermos, sino que los cuidaban y
los atendían. Se calcula que, si entre los romanos, tras las epidemias, las
muertes supusieron el 30%, entre los cristianos, por su parte, fue del 10%. (En
las epidemias no solo se muere por los gérmenes sino también por la falta de
comida, de bebida y de cuidados.)
Y estos cambios fueron observados
por los no cristianos. Estos empezaron a ver que esta nueva “superstición”
superaba a las suyas en cosas tan materiales y útiles como la supervivencia.
El hecho es que, si los
cristianos no hubieran predicado con el ejemplo, seguiríamos matando niñas
recién nacidas como se sigue haciendo allí donde el cristianismo no ha llegado
todavía.
El cristianismo era una fe muy
atractiva para las niñas y las mujeres. De hecho, la mayoría de las comunidades
primitivas estaban compuestas por mujeres.
Como concluye Spark una vez
que el cristianismo apareció, su superior capacidad para responder a todos los
problemas crónicos del imperio se hizo evidente muy pronto, y ello desempeñó un
papel importante en su triunfo final.
Contrariamente al prejuicio común,
el cristianismo fue una novedad absoluta en la historia desde el punto de vista
material. (Además, por supuesto, del sobrenatural.)
(En el momento presente en Europa,
el cristianismo ha dejado de ser una fe atractiva para las mujeres y, por eso,
la decadencia del cristianismo está a la vista. Cuando las musulmanas vean cómo
se trata a las mujeres en el occidente -antaño cristiano- no se harán cristianas,
sino que saltarán sin solución de continuidad al estatus femenino occidental
sin saber de dónde proviene este.)
(Una diferencia entre la crisis demográfica
destructiva del final del imperio romano y la nuestra es que los emperadores proponían
los medios para atemperarla y cuando ya no había otra solución ofrecían tierras
y trabajo a los extranjeros incentivando la inmigración laboral. Ahora, en
cambio, las autoridades no proponen ninguna solución y promueven, directamente,
la inmigración laboral salvaje.)
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