martes, 18 de enero de 2011

Dos películas cristianas

Cartas al Padre Jacob y De dioses y hombres.

El cristianismo no es propiamente una religión. Es la liberación de toda religión. El cristianismo parece estar a punto de desaparecer de Europa. Sin religión se puede vivir. Pero no se puede vivir sin belleza (en cualquiera de sus formas) y sin amor (desde el amor erótico hasta la bondad compasiva). El cristianismo es la expresión histórica de lo esencial de la vida humana: la belleza y el amor. (El problema de la verdad lo dejamos de momento aparte.)
Estas dos películas son cristianas porque salvan lo esencial sin lo que no podríamos vivir: la belleza y el amor. Son como un grito de socorro en medio de la tempestad final. Y hay gente que escucha ese grito. En las dos se habla del amor extremo: puro, auténtico, genuino. Sin masoquismo ni resentimiento. Sin subterfugios, sin fariseismo. Sin reservas ni manipulación. Es preferible sufrir la injusticia antes que cometerla. Desde el punto de vista de la psicología del desarrollo humano habría 6 niveles o etapas de desarrollo moral, religioso o espiritual. El último nivel -el 6º- es el nivel postconvencional. (Ver Kohlberg.) Bueno pues en estas películas se muestra el nivel 7. El que está más allá del bien y del mal. El nivel extramoral anunciado por Nietzsche (Ver Ecce homo y El Anticristo.) El estadio final del amor encarnado, real, material, concreto, cotidiano y, por tanto, crucificado. Cuando se alcanza ese nivel, lo humano deviene divino o lo divino deviene humano. La coincidencia de los opuestos (Ver Nicolás de Cusa.) Lo mejor del cristianismo emerge aquí. Lo que tenemos que salvar o estaremos condenados a vivir en tinieblas (Leer The Road, Corman McCarthy.)

Antonio Corral Íñigo

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