miércoles, 8 de febrero de 2012

De lo que es capaz de hacer una niña de 10 años

Durante una clase habitual de ciencias en la escuela primaria Border Star Montessori en Kansas, la niña Clara Lazen de 10 años descubrió accidentalmente una nueva molécula que tiene el potencial para almacenar energía.
Para la lección sobre la tabla periódica, el profesor Kenneth Boehr entregó a sus estudiantes de quinto grado kits de modelos moleculares para visualizar su estructura. En seguida, Clara colocó los átomos de carbono, nitrógeno, oxígeno de una manera compleja y le preguntó a su profesor si había hecho química real. Boehr se encontró perplejo con la composición y envió una imagen desde su celular a un viejo compañero de colegio, el profesor de química Robert Zoellner de la Universidad Estatal de Humboldt.
Zoellner se puso a investigar y concluyó que la molécula, tetraquis (nitratoxycarbon) metano de Clara es totalmente única, ya que no se había estudiado o pensado antes. Gracias a su densa estructura, la molécula permite el almacenamiento de energía estable, lo que significa  que podría utilizarse para producir energía o como un explosivo.
Sin embargo tendría que ser sintetizada por primera vez, y eso esta lejos del alcance del equipo de química de la Universidad Humbolt. Así que Zoellner hizo lo que todo científico razonable haría, escribió un artículo – que se publicará en la revista científica “Computational and Theoretical Chemistry” –  sobre la estructura de la molécula y su investigación sobre sus posibles usos, por lo que que otros científicos podrían seguir esta investigación y sintetizarla. Por supuesto, Clara Lazen esta listada como autora de este descubrimiento.

Observemos cómo ha podido producirse este insólito hecho:

1. La niña no es una superdotada. De hecho Clara no sabía lo que había logrado. Pero Clara tiene mucha imaginación y creatividad. Busca nuevas configuraciones. Y, además, parece que ha desplegado su emergente capacidad combinatoria.
2. El profesor está atento a lo que pueden hacer sus alumnos. No es un profesor rutinario. El profesor no descarta que se pueda producir un hecho nuevo o inesperado. Tiene una mente abierta. Es receptivo. Cree, espera, confía.
La confluencia de aprendizaje imaginativo y de docencia creativa ha producido un resultado --auténticamente-- nuevo. Hay en ello algo de milagroso, de mágico, de maravilloso...

Y yo me pregunto --y os pregunto-- cuántas de éstas "proezas" nos estaremos perdiendo por no creer, no esperar, no confiar. En definitiva, por no estar atentos y por no estar abiertos a lo nuevo, inesperado o imposible.


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