Tres actos.
I. Una hembra de dragón de Komodo (Zoo de
Londres) puso una nidada de huevos a finales de 2005 a pesar de estar
separada de la compañía de un macho desde hacía más de dos años. Los
científicos asumieron inicialmente que había sido capaz de almacenar
esperma de algún encuentro anterior con algún macho, una adaptación conocida
como superfecundación. (Ha ocurrido algo
imposible. Una idea previa se impone al hecho: no puede haber en esta especie
procreación sin concurso de macho. Se busca una hipótesis ad hoc: la hembra
habrá almacenado el esperma.)
II. Científicos británicos han descubierto
(Nature 444, 1021-1022, 21 December 2006) que las hembras de dragón de
Komodo, los lagartos de mayor tamaño del mundo, que en la edad adulta puede
llegar a medir tres metros y pesar hasta noventa kilos, son capaces de
reproducirse sin ser fecundadas por un macho. (Se
viola una creencia muy asentada. Hay que confirmar el hecho y buscar una
explicación.)
III. Después de determinar el genotipo de
las crías, los
científicos descubrieron que el genotipo combinado general de la camada
reproducía exactamente el de su progenitora, es decir, que las dos hembras de
dragón de Komodo eran a la vez “padre” y “madre” de las crías. (Hecho confirmado. Se busca una explicación.)
He aquí un ejemplo de un drama repetido
una y otra vez a lo largo de la historia, y, cada día, aunque nuestra ceguera
para ver lo imposible nos impide constatar la continua violación de todas
nuestras expectativas.
Una y otra vez, cada día, cosas como éstas
nos pasan inadvertidas por nuestra ceguera para aceptar lo real e imposible.
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