En el año 1998 leí Lenguaje y especies (Language and species, 1990). El libro de Derek Bickerton me parecía tan interesante y estimulante que leí con sumo cuidado incluso las notas a cada uno de los capítulos. El libro tiene una orientación claramente naturalista y materialista. El capítulo 9: La naturaleza de la especie, contra todo pronóstico, tiene una extensa nota que termina de la siguiente forma: "Para un buen análisis del enfoque de los místicos a estas cuestiones, difícilmente puede mejorarse el del autor anónimo de The Cloud of Unknowing ("La Nube de lo Ignoto")" (según traducción de Miguel Ángel Valladares Álvarez para Alianza, 1994). Me extrañó sobremanera el giro de la nota y pensé que qué tendría que ver la mística con el origen del lenguaje y de la especie humana. En el año 1999 encontré una versión de la citada obra en español (La nube del no-saber, Anónimo inglés s XIV). Desde entonces no he dejado de releerlo. Tenía razón Bickerton, el análisis es inmejorable. Dice, por ejemplo: "Me expresaré más bien en paradojas. No trates de replegarte dentro de ti mismo, pues, para decirlo de un modo simple, no quiero que estés en ninguna parte; no, ni fuera, ni arriba, ni detrás o al lado de ti mismo. Procura entender esto claramente: tu actividad espiritual no está localizada en ningún lugar particular. Tus sentidos y facultades quedarán frustrados por falta de algo donde agarrarse y te increparán por no hacer nada. Pero no te preocupes. Sigue con esta nada, movido solamente por tu amor hacia Dios. No te inquietes si tus facultades no pueden captarla. En realidad, así debe ser, ya que esta nada es tan sutil que los sentidos no pueden alcanzarla. No puede explicarse, tan sólo experimentarse." (según traducción de Pedro R. Santidrián y revisión de Ana María Schlüter para San Pablo, 1995)
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