lunes, 15 de diciembre de 2014

CURIOSIDADES DEL NÚMERO 666

  • 1 + 2 +3 +…..+ 34 + 35 + 36 = 666 (los primeros 36 números)
  • 22 + 32 + 52+ 72 +112 + 132 + 172 = 666 (los primeros siete números primos al cuadrado)
  • 3 dividido entre (1/6 + 1/6 +1/6 ) = 6
  • D + C + L + X + V + I = 666 (los números romanos de mayor a menor)
  • 13 +23+33 +43 +53 +63 +53 +43 +33 +23 +13 = 666
  • La suma de  los primeros 144 dígitos del número Pi = (6 +6)* (6 + 6) y 144 = (6+6)*(6+6)
  • 16 – 26  + 36 = 666
  • 6 +  6 + 6 + 63 + 63 + 63 = 666
  • El número de enteros menores que 666 y primos respecto a 666 es igual a 6*6*6
  • Los tres decimales del número Pi que comienzan en la posición 666 son 343 (= 7 * 7 *7)
  • 666 = 2* 3*3*37 y 6+6+6 = 2+3+3+3+7 (es, pues, un número Smith)
  • El número 666 en base 2 es: 1010011010


martes, 2 de septiembre de 2014

Vidas pasadas: Ian Stevenson en The Lancet (1999)

Ian Stevenson

Department of Psychiatric Medicine, University of Virginia Medical School, Charlottesville, VA 22908. USA


El artículo de Paul Gringras (Feb 13, p.562) acerca de las diferencias físicas entre un par de gemelos monocigóticos fue instructivo, pero podría haberlo sido más si hubiera descrito las diferencias, si es que las había, en las conductas de los gemelos.
Hemos examinado un par de gemelos en Sri Lanka de muy diferente estatura y apariencia facial. Un análisis de sus grupos sanguíneos y subgrupos demostró que eran monocigóticos. Los gemelos también mostraron, claramente, diferentes comportamientos a una edad temprana. El gemelo mayor era tranquilo y suave; su hermano era "duro" y propenso a la violencia. El gemelo mayor era más inteligente y tenía una memoria mejor que su hermano. El gemelo mayor disfrutó del trabajo escolar y era bueno en eso; a su hermano no le gustaba la escuela y lo pasó mal allí. El gemelo mayor se mantenía al margen de los demás miembros de la familia, mientras que el gemelo más joven era abierto y cariñoso. Por último, el gemelo mayor tenía fobia a los vehículos y casi nunca se sintió atraído por los chiles; su hermano no tenía ninguno de estos rasgos.
Los padres de los gemelos no tenían ninguna razón para creer que su comportamiento hacia los gemelos pudiera haber promovido o, incluso, alentado estas diferencias de comportamiento. Ellos, por el contrario, tienen otra explicación para dar razón de las diferencias. Cuando los gemelos tenían 3 años empezaron a hablar de vidas anteriores que decían recordar. El gemelo más joven dijo que le había disparado la policía. Debido a que su familia se reía de sus declaraciones, dejó de hablar de una vida pasada. El gemelo mayor habló muchísimo de una vida que él dijo recordar como un colegial en una ciudad distante. Sus muchas declaraciones eran suficientemente precisas como para permitir a su familia dar con una familia, hasta entonces desconocida para ellos, de un joven fallecido cuya vida se correspondía con estas declaraciones y cuyo comportamiento también era similar al del gemelo mayor.
Mis colegas y yo hemos investigado 42 pares de gemelos, uno o ambos de los cuales han afirmado recordar una vida anterior. Los casos vienen en su mayoría de Asia, y las pruebas de "cigosidad" hasta ahora han sido viables en -sólo- seis pares. Otro par -éste en el Reino Unido- es monocigótico; y estos gemelos mostraron diferencias físicas (incluyendo dos marcas de nacimiento en sólo uno de los gemelos) y también de comportamiento que se correspondían con las vidas anteriores que parecían recordar.

Entre el 5% y 18%  de gemelos monocigóticos no son idénticos, si se juzga por cuestionarios solo. La genética y las influencias postnatales no son capaces de explicar todas esas diferencias. Factores relacionados con la gestación pueden explicar algunas diferencias.

References
1 Gringras P. Identical differences. Lancet 1999; 353: 562. Full Text | PDF(74KB) | PubMed
2 Stevenson I. Reincarnation and biology: a contribution to the etiology of birthmarks and birth defects. Westport, CT: Praeger,1997.
3 Eaves LJ, Eysenck HJ, Martin NG. Genes, culture, and personality: an empirical approach. London: Academic Press, 1989.
4 Cederlöf R, Friberg L, Jonsson E, Kalj L. Studies on similarity diagnosis in twins with the aid of mailed questionnaires. Acta Genet Stat Med 1961; 11: 338-362. PubMed



jueves, 24 de julio de 2014

Alimentarse de la luz

Se sabe que en la tradición mística cristiana se han dado muchos casos de personas que han vivido sin comer ni beber nada durante muchos años. De lo único que se alimentaban estos santos era del manjar eucarístico. Un caso excelso de este tipo fue narrado por el eminente pensador francés -íntimo amigo de Montini- Jean Guitton (1901-1998). Para un científico creyente esto no representa ningún problema pues lo coloca en la categoría de lo milagroso e inexplicable. Para el científico no creyente, simplemente, es algo irrelevante y ni se preocupa por tal fenómeno. Ahora bien, ¿qué pasa cuando se presentan pruebas -obtenidas bajo un estricto control metodológico y experimental- del hecho natural, ni paranormal ni sobrenatural, de que hay personas que pueden vivir sin comer ni beber nada durante años? Pues eso es lo que hace P. A. Straubinger, 2010, en su impresionante documental Vivir de la la luz. (Este documental se puede ver en filmin al precio de 2 euros.) En este trabajo hablan personas (de la India, Alemania, Suiza, Austria, Rusia, China) que han logrado vivir, literalmente, de la luz. Los científicos ortodoxos (creyentes o no), anclados en el marco epistemológico (mayoritario y predominante) reduccionista, mecanicista y materialista no son capaces ni de admitirlo ni, a fortiori, de explicarlo. Los científicos que están intentando ampliar el marco conceptual vigente, como Rupert Sheldrake, por ejemplo, que habla en el documental, están más preparados para aceptar este hecho portentoso. Como tampoco tienen problemas de aceptación del fenómeno, los investigadores del grupo de Princeton (Jahn, Dunne, Dobyns, Nelson, Bradish, Bösch, Houykooper, entre otros), algunos de los cuales también exponen sus razones en la película, que han logrado demostrar, más allá de toda duda estadística razonable, la real influencia de la mente humana sobre dispositivos artificiales como máquinas, artilugios varios o computadores. ¿Entonces, qué? ¿Somos o no somos seres luminosos? ¿La luz nos alimenta porque estamos creados a partir de ella? Es muy divertido ver las caras que se les quedan a los científicos ortodoxos cuando el director les muestra las pruebas de algo que con su marco conceptual no pueden comprender. Particularmente, desconcertante para ellos es el caso del ciudadano hindú que lleva sus buenos 70 años sin comer ni beber y, por ende, sin defecar ni orinar. Le encerraron en el hospital, con dos cámaras expiándole continuamente y, efectivamente, no meó aunque las ecografías permitían ver que la orina estaba allí, pero, no se sabe cómo, su cuerpo la reabsorbía. Estos científicos cuando ven esto se descomponen. Hay otros, en cambio, que para no descomponerse, no han publicado los resultados obtenidos bajo su estricta vigilancia porque no se correspondían con sus ideas previas.
El viejo paradigma está caduco. Pero todavía intentará aguantar todo lo que pueda como la estaca de LL.LL. Si estirem tots ella caurà...

sábado, 19 de julio de 2014

La telepatía bajo control experimental

Artículo de R. Sheldrake aparecido en Journal of International Society of Life Information Science (ISLIS), volumen 32, número 1, marzo de 2014.

Sheldrake presenta datos -obtenidos bajo un estricto control experimental- de la realidad de la telepatía. No como un fenómeno paranormal o sobrenatural sino como un hecho natural y cotidiano.
Pidió a 63 participantes que anticiparan quién de 4 posibles personas cercanas (familiares o amigos) les estaban llamando por teléfono. Si el porcentaje que cabe esperar por el mero azar es de 25% (1/4) él, obtuvo, en cambio, porcentajes del 40% (la significación estadística de este dato es abrumadora). Repitió la prueba con los 4 participantes más sensibles y volvió a obtener un porcentaje muy significativo (45%).
También ha controlado el efecto distancia. Con llamadas a Inglaterra procedentes de Nueva Zelanda, Australia o Sudáfrica, el porcentaje de aciertos -cuando las llamadas provienen de familiares muy cercanos- es del 60%.
En general, se puede decir que cuando las llamadas provienen de personas afectivamente muy próximas, el porcentaje de acierto es del 50% (cuando el porcentaje propio del azar sería del 25%). Mientras que cuando son de extraños no superarían el nivel del azar.
¿Pasará lo mismo con los envíos de correo electrónico? Parece que si. En un experimento en el que participaron 50 personas, el porcentaje de acierto fue del 43% (25% al nivel del azar). Los 5 que obtuvieron mejor tasa de aciertos, lograron en el retest un 47% de aciertos.
Sheldrake descarta que el fenómeno pueda explicarse por precognición. Cuando se hace el experimento pidiendo al participante que diga no quién llama, sino quién le va a llamar, las tasas de acierto están en el nivel del mero azar.

martes, 8 de julio de 2014

El infierno de la mente desenganchada

Investigación publicada en SCIENCE (4 July 2014)
Timothy D. Wilson et al. han pedido a los participantes en un experimento que dediquen entre 6 y 15 minutos a estar consigo mismos en una habitación vacía de todo adorno. Han comprobado que mucha gente tiene serias dificultades para concentrarse. Su mente vagabundea. A la mayoría esta experiencia no les resulta ni grata ni placentera. Si la experiencia se lleva a cabo en la propia casa de los participantes, los resultados “empeoran”. Estos resultados no varían por efecto ni de la edad, la educación, los ingresos económicos ni con la frecuencia de uso de móviles o de otros medios de comunicación social. La mayoría de la gente, pues, no disfruta del “solo pensar” y claramente prefiere dedicarse a otra cosa. Además, y esto es novedoso, muchos participantes, sobre todo varones, prefieren autoinfringirse una descarga eléctrica antes que pasar por la experiencia de dedicar entre 6 y 15 minutos a estar solo pensando. Parece que estar solos con sus propios pensamientos (15 minutos) es tan aversivo que prefieren evitarlo, aunque sea administrándose una dosis eléctrica que en condiciones normales pagarían por eludir. Los autores concluyen que sin un cierto entrenamiento la gente prefiere hacer a pensar, aunque eso que hacen no sea placentero e, incluso, puedan estar dispuestos a pagar por no hacer. A la mente sin una guía no le gusta estar sola consigo misma.

Los autores citan a John Milton, Paradise Lost: “The mind is its own place, and in it self/ Can make a Heav´n of Hell, a Hell of Heav´n.”

martes, 13 de mayo de 2014

Rosalía, aunque es de noche o porque es de noche

Hay voces que anuncian.
¿Qué?
La llegada próxima -pero aun lejana- de lo prometido.
Voces -todavía- sólo voces. Sin palabra.
Voces que se despliegan en toda la escala posible de la materia sonora.
Antes de que venga la palabra prometida desde antiguo.
Llegará entonces la palabra -de nuevo- a esa voz: hoy útero anhelante.
Que la acogerá: quemará el sonido.
Y será la palabra pura.
Despojada de accidentes y de forma.

miércoles, 9 de abril de 2014

Hölderlin y Heidegger

El pensamiento estaría próximo a ser suprimido por completo.
Poetizar, pensar y decir: tres poderes en retirada.
Ya no experimentamos el poder de la poesía: porque nuestra existencia está entrampada en una cotidianidad de la cual queda excluido el ámbito de poder del arte.
No somos nosotros quienes tenemos el lenguaje, sino que el lenguaje nos tiene…
Con el uso, las cosas cotidianas se desgastan, devienen aburridas y vacías.
Poesía es instauración, fundación efectiva de lo que permanece.
El ser histórico del hombre está esencialmente traspasado de ambigüedad. El hombre es y sin embargo no es.
En un verdadero curso de filosofía no se trata de lo que se dice directamente, sino de lo que, en este decir, es silenciado.
Lo decisivo es el preguntar. Lo decisivo no es la respuesta. ¿Por qué?
El poeta ha de nombrar y, en el nombrar, sin embargo, debe dejar inexpresado.
El antiguo y genuino Humanismo (siglos xv y xvi) está irremediablemente muerto. El segundo humanismo apenas es un asunto de formación cultural. El tercer humanismo es un capricho o una fuga ante el presente.
Sabemos qué somos. ¿Sabemos acaso quiénes somos?
No conocemos nuestro auténtico tiempo histórico. La hora mundial de nuestra humanidad nos es oculta, no sabemos quiénes somos.
Los auténticos creadores: el poeta, el pensador y el estadista. ¿Dónde están?
No sabremos quiénes somos, mientras no conozcamos nuestro tiempo.
Los antiguos dioses han huido. Los nuevos no advienen.
¿Se ha roto el hilo conductor?
Cuanto más cerca está Dios más difícil es de captar. ¿Nunca ha estado más cerca que en el momento presente?






miércoles, 19 de marzo de 2014

Una reflexión sobre el mal, a propósito de El último de los injustos

¿Cuáles son los verdaderos males de nuestro tiempo? No hay unanimidad entre los pensadores del finales del siglo XX y los del naciente siglo XXI sobre cuáles son los males de nuestro tiempo. Por poner sólo dos ejemplos:
Julián Marías (1914-2005) consideraba que el siglo XX portaba en su seno tres monstruosidades que dañaban gravemente la vida en general, y la vida personal, en particular: el terrorismo, el consumo generalizado de drogas y la aceptación social del aborto.
Por otra parte, diversos estudiosos de la situación geopolítica actual,  consideran que los males que martirizan a la humanidad en el momento presente son tres, cuya conjunción produce la máxima perversidad: el control del petróleo, el comercio internacional de armas y el narcotráfico.
Pero lo más importante es que tampoco hay consenso entre los pensadores sobre si hay una causa última “maligna” que subyazca a esos males señalados. Y si la hubiere, cuál sea ésta.
Ignacio Ellacuría, y con él, los teólogos de la liberación más inteligentes, podría decir que el mayor de los males es el olvido de los pobres de todo tipo y su explotación sistemática.
Ratzinger, por su parte, cree que el abandono de la búsqueda de la Verdad y la exclusión de Dios de todas las realidades humanas lleva a la humanidad a un nuevo paganismo que acaba por negar al hombre y condenarlo a la barbarie.
Los marxistas podrían ver la causa última de toda la tragedia humana en la persistencia de la propiedad privada. Pero Heidegger, si es que aceptase el reto de contestar a la pregunta sobre el origen del mal, hablaría del olvido del Ser y la fijación enfermiza del pensamiento calculador en el ser de las cosas.
Y los pensadores que no dejan de meditar sobre el mal radical (nazismo y comunismo, campo de concentración y gulag) tal y como se ha conocido en el siglo XX encontrarían en el antisemitismo, en la negación del Otro, el origen de todo mal.
Pero también hay pensadores optimistas que no creen que exista una causa última del mal que haya que, primero, identificar para, luego, combatir. Hay problemas, efectivamente, tragedias, angustias, dolores, errores, atrocidades pero la humanidad camina segura por el camino de la mejora de las condiciones de vida de todos y del progreso en general. Más derechos, mayor tolerancia, más democracia, mejor nivel de vida, más educación, cultura y sanidad. No se niegan los problemas pero no hay una impugnación a la totalidad.
¿Quién tiene más razón? Los realistas pesimistas o los realistas optimistas. Ambos grupos se tienen que enfrentar al drama de la dualidad de la existencia humana. Unos, ven un aspecto de ella y los otros ven el otro.

Hay quien cree que sólo los pensadores, que voy a llamar de la cruz, están en lo cierto. Porque están clavados en ella. Por ejemplo, Juan de la Cruz, Simone Weil, Edith Stein. Ésta última tiene un libro prodigioso, La Ciencia de la Cruz, que sólo un gran pensador y poeta como es Ramón Xirau ha sabido apreciar y valorar como lo que es: un prodigio aún por descubrir.
La humanidad está en cruz. La razón está en cruz. También la verdad, la belleza y la bondad lo están. Hoy, como casi siempre, todo parece morir, agonizar. Pero esto es una experiencia personal, difícilmente comunicable. Casi diríamos que poética. Por ella pasaron Pascal, Hölderlin, Kierkegaard, Wittgenstein, Marcel Proust…
Decía Heidegger que sólo un dios podía salvarnos. ¿De la cruz? Si no es de ella no sé qué quiso poder decir con eso.
El cristianismo expresa verdades eternas. La cruz es una de ellas, si no es que es la verdad eterna por excelencia. Todo lo que está vivo y es significativo está atravesado por la cruz. A nada importante se puede acceder si no es a través de ella. Casi siempre y en todo lugar. Ya desde antiguo. El cristianismo desvela esta suprema realidad previamente existente.
La vida humana tras la expulsión del Paraíso es una pura cruz.
¿Y, antes?
Kafka dice algo profundamente turbador: en lugar de comer del árbol de la vida, del que sí podíamos comer, comimos del árbol de la ciencia del bien y del mal. Nuestra condena, pues, es doble: por no comer del árbol adecuado y por comer del inadecuado.
Spinoza cree que era ineluctable que accediéramos al conocimiento del bien y del mal. Y ese conocimiento comporta inevitablemente, la expulsión del paraíso. No deberíamos, pues, lamentarnos de los resultados de nuestra elección por antonomasia. Seguir en el paraíso, sin conocimiento, o salir de él a causa de ese conocimiento.
O sea, que ya en el paraíso estaba la cruz.

Aprendamos, entonces, la ciencia de la cruz. Es el saber más alto que podemos alcanzar. El más olvidado. Pero como todo lo excelso y lo que duele no será el saber más codiciado.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Carlos Oroza

 El poeta nace cuando le sorprende la primera palabra. El problema es saber escucharla. Yo construyo mis versos a través del otro yo, el yo interior. De repente, cuando surge la primera palabra, yo me recluyo en un espacio donde no exista nada que me entretenga. Y me quedo quieto, y espero a que suene la voz, que es la otredad. El poema se construye como si fuese una sinfonía, no con rima sino con ritmo interno. Porque la palabra tiene un ritmo interior; la rima es una cosa escolástica.
 A veces te quedas alelado ante cosas que no ven los otros: un árbol, la marcha de un río, una perspectiva donde tu mirada alcanza mayor longitud... Ahí está el poeta, en la codicia de lo lejano.
 ¡Me quedé atrapado por el canto! Como dijo Hölderlin, la poesía es un juego peligroso por su carga de fatalidad. De tal manera te hace víctima, que si se marcha de tu hombro ese pájaro que canta, te quedas sin nada, sin territorio y sin ti mismo.
 Si el poema es un logro, alcanzas la totalidad del universo, pero entonces se produce el vacío de volver a empezar. ¡Y eso es tan difícil! ¡Volver a la lucha! Por eso, a veces, un solo verso es más importante que todo un libro.
 Somos bichos raros. Un poeta es un tipo solitario, que va escuchando, no se sabe bien qué, y que tampoco se sabe bien adónde va, porque va prendido del canto.
 Somos un mal ejemplo, pero yo sólo puedo ser poeta pero cuando se es poeta de verdad, se es todas las cosas. El poeta organiza el caos, da sentido al absurdo de la existencia.
Para el sistema eso es algo inconcebible.  Está fuera del sistema... Totalmente.
En ocasiones me constituyo en el enemigo máximo de mi propia existencia. El cansancio de verte todos los días en el espejo, el tener que cambiarte todos los días de ropa... Lo cotidiano mata, poco a poco, lentamente.
Nos tenemos miedo. Empezamos a detestarnos porque eso buscamos la compañía, sobre todo la del televisor.
(Cuando se le ve caminando por las calles de Vigo, alguien puede pensar que está matando el tiempo...)
¡Pero si estoy trabajando! Mi marcha es una marcha poética. Voy al encuentro de una guirnalda o de un poema, y si no me lo da la realidad, entonces la sueño y la transformo.
Por eso me siento extraño en este desierto emocional, donde la palabra fue raptada. La palabra alma, la palabra espíritu... ¡tan mal utilizadas!
 Vivimos en el mundo de la pasarela, de los objetos. La gente acude a los grandes almacenes como si fuesen catedrales. Nunca tuvimos tanto y nunca tuvimos tan poco.
 En realidad, yo encuentro raros a los otros, a todos.
 Las palabras están sonando en una realidad escondida. Yo voy al encuentro de las musas, que pueden ser una cosa humilde, una flor, cualquier espacio inundado de emoción. El mundo esencial está detrás de los muros de la realidad. Vivimos rodeados de contenciones, de fronteras, siempre represivas. Hay que ver más allá. Tus ojos tienen que alcanzar la perspectiva de la longitud de la naturaleza. El hombre del desierto tiene la mirada más larga y profunda porque vive en un espacio libre. Su mirada es más rica. Nosotros vivimos en un territorio marcado por paredes, fronteras... Nuestra mirada es pobre.
 Quien conserva la inocencia vive en un estado poético. La inocencia no es idiotez ni culpabilidad; es permanecer en un estado especial: ser capaz de sorprenderte, como un recién nacido que está descubriendo el mundo. La inocencia es la mirada de ese niño que te está preguntando con los ojos. La inocencia es Hölderlin.
 La soledad sólo tiene sentido si es para hacer algo. Sin embargo, la otra soledad ni bajo un techo se soporta.
 Ahora todo es ruido, y la poesía es silencio, cadencia, melodía, música... tu propio hálito.
 Lo abandoné todo. Decidí salir de ese mundo, de ese desierto emocional y penetrar en la esencia de las cosas, en busca del poema y la sinfonía. Así que regresé. Y el lugar más parecido a mi idea infantil de Galicia es Vigo, y aquí estoy. La poesía exige una renuncia total. Yo he dejado todo por esto, pero esto es mucho más placentero y digno. Decidí perder para ganar. Soy un romántico. Ya lo escribí: “Todas las tardes paseo mi derrota por las calles de Vigo, alguna vez me paro en la orilla y espero algún barco”.
Vigo es la luz y yo vine en su búsqueda. La luz, no el sol... ¡La luz!
Pues yo he encontrado aquí la poesía. En mis paseos he descubierto un tránsito poético.
El sentimiento de lo útil y de lo inútil es moralista. Lo más inútil es verdaderamente lo bello.
Busco un poema de hoy que sirva para mañana, aunque las futuras generaciones pueden rachar con todo, porque “lo que ayer fueron grandes verdades, hoy están puestas en duda, no obstante las mareas se precipitan, no hay nada, pues, de lo que fuimos que nos pertenezca”. Lo único que nos pertenece es la tradición; el pasado es hemeroteca.
 Para ser poeta hay que sentirse incómodo. En una ocasión, el Papa viendo una obra de Miguel Ángel le reprendió. “Todo está tan bien organizado, pero ese ángel, ese de ahí, ese ángel que ha pintado se va...” Miguel Ángel le respondió: “Pues ese ángel es el que más me gusta”. La perfección excesiva es academia. A veces los errores te enseñan. Hay que reivindicar el derecho a equivocarse. En el error sobreviene el acontecimiento y ahí surge el poema.
Están equivocados. Son gente que defiende la abundancia, el llenar las neveras por si mañana hubiera guerra. Un poema surge de vez en cuando... ¡De vez en cuando! Aquí hay mucho libro inútil que no vale para nada.
La imprenta es un fenómeno de nuestro tiempo; la poesía, anterior. El pueblo necesita oración, canto, palabra y silencio.
La poesía es la verdad más profunda del espíritu, pero se encuentra muy oculta y necesita ser cantada. Por eso a la poesía no debe puntuarse ni ponérsele comas. Es un canto libre.

Yo no domino el diccionario. Me repugna. Así que cuando me falla una palabra, la invento. La clave es que esa palabra permanezca, que sea acogida como una aportación a un lenguaje que yo trato de enriquecer, pero no de forma caprichosa; debo encontrar una pieza que encaje en el puzzle. Por ejemplo, cuando canto “Ómniva, Ómniva, Ómniva”.
 Yo tengo un poema que dice: “Dejad que el trigo crezca en las fronteras, porque una flor no puede ser hermosa si no dejáis que el trigo crezca en las fronteras”. La frontera es la cosa más ilegal que hay en el mundo. Es repartirlo, cuartearlo. La infancia es la patria y lo demás, una añadidura.
 La poesía es una actitud permanente. No se puede salir de una clase y escribir un poema, porque eso es caer en la deformación, en el culturalismo más falso. La cultura es sólo un punto de partida. A partir de ahí debemos seguir en la búsqueda de algo superior. Por eso no me gusta la poesía ni la pintura académicas; me gusta el arte de creación. No creo en los poetas de horas libres. El poeta lo es en todo instante. El poema tiene que ser coherente con tu actitud vital; lo que escribes, tienes que vivirlo.
 Me siento indiferente hacia los demás, ni me provocan; al contrario, de vez en cuando los amo.
Y yo soy muy vago y débil. El rencor es el arma del fracaso más absoluto.
 La mujer es un misterio, el eco de tus propias cosas, de la naturaleza. Haber tenido a un individuo como yo dentro de un vientre... supongo que habrían deseado expulsarme urgentemente. Nunca he entendido a las mujeres, sólo las he sospechado.
 La poesía se mastica. Cuando escribo, me huele el paisaje.
 Claro que duele. El dolor es la tendencia a la derrota.
 Una cosa es hacer poemas repetidos, y otra tener una poética. Cuando tienes una poética siempre estás haciendo el mismo poema, con variaciones.
(La muerte es un tema que esquiva.) Porque es el fin de todas las cosas. Prefiero la vida y que la muerte me sorprenda cuando le dé la gana.
 Sí. Soy terriblemente miedoso.
 He soportado la noche con maquillaje. La noche es una mentira literaria. Yo anhelo el sol, la esperanza... ¡la luz! Hasta la palabra es bonita.
Yo sigo caminando al encuentro de esas cosas que la gente no percibe y pisa.
(Cuándo recita su poesía, ¿qué siente?) Estoy unos segundos en lo divino.
 Yo vivo la aventura del poema en mi cabeza. Lo escucho, lo compongo y cuando está acabado y memorizado lo paso al papel, lo convierto en signos.

 Rechazo todo lo que me suena a cotidianeidad, a tópico. No soporto la obviedad. La poesía tiene que trasladar el lenguaje, darle una aristocracia. Para eso está la prosa. ¡Que hagan prosa ellos! ¡Son prosaicos!
 Eso ya le pasó al prodigioso Rimbaud. Cuando la poesía te abandona, si el canto te deja... ¡es terrible! Es la desolación. Si eso pasa, se acabó la aventura.

 Yo busco la gente entrañable, humilde; que recibe el poema aunque no lo entienda; que está sin estrenar; que tiene capacidad para emocionarse. Ahí encuentro una proximidad de espíritu. Porque el que está contaminado por la cultura es insoportable. ¡Es un pedante! ¡Un verborraico! Sufre de incontinencia verbal. La demagogia es nauseabunda. El cultismo, no; la cultura, sí.

martes, 18 de febrero de 2014

Los pilares de la mente contemporánea

Veo cuatro pilares sobre los que está construida la mente contemporánea, que han venido a sustituir a los pilares sobre los que se sustentaba la cosmovisión previa: heliocentrismo (frente a geocentrismo), evolucionismo mediante selección natural (frente a creacionismo), marxismo (frente a liberalismo) y psicoanálisis (frente a algo no claramente determinado).
El heliocentrismo y el darwinismo conservan el título de teorías científicas. Tanto el marxismo como el psicoanálisis lo han perdido. Sin embargo, a pesar de ello, y a que se presentaban como auténticas teorías científicas, conservan todo el crédito sociocultural y toda su influencia sobre la mente contemporánea.
El heliocentrismo es una teoría científica porque puede someterse a contrastación experimental. Sin embargo, el darwinismo es, en palabras de K. Popper, un programa metafísico porque no es falsable. Es decir, no puede someterse a ningún control experimental digno de tal nombre. Ni tampoco puede hacer predicciones.
Tanto el heliocentrismo como el darwinismo se sirven de un fraude lógico para mantener su supremacía científica, social y política.
En su caso, el darwinismo da por supuesto que su única alternativa es el Génesis. De ese modo se hace invulnerable a la crítica. Pero, la alternativa al darwinismo no es el Génesis sino una auténtica teoría científica contrastable y falsable. Y con capacidad de predicción. Conviene saber que Santiago Ramón y Cajal, Karl Popper y Kurt Gödel, por citar sólo a tres insignes pensadores, no consideraban a esa pseudoteoría  un “dogma de fe”. Por el contrario, la consideran excesivamente pretenciosa y jactanciosa.
El heliocentrismo utiliza el mismo “truco”. En su caso, se presenta como la única alternativa al sistema tolomeico, cuando, en realidad, tiene otro competidor que es el sistema de Ticho Brahe. Por otra parte, Barnett en El universo y el doctor Einstein, con prólogo del propio Einstein, dice que no hay ninguna prueba directa del movimiento de la tierra. O sea, que podría ser que la conjetura heliocéntrica frente a la geocéntrica fuera un asunto indecidible. Además, el heliocentrismo tiene como referente más que a Copérnico, a Galileo. Y este caso pesa mucho sobre la mente moderna. Por ejemplo, Ratzinger ha confesado que el caso Galileo pesó mucho en la convocatoria del Concilio Vaticano II. Y sigue pesando y mucho en su aplicación.
Recapitulando: de los cuatro pilares de la mente moderna sólo uno es una teoría científica. Los otros tres son, en el mejor de los casos, metafísica, filosofía, opinión, creencia, ideología, perspectiva cultural… y, en el peor, meras pseudoteorías.
Me parece que el heliocentrismo se sostiene a sí mismo negando toda evidencia que le ponga en cuestión, haciendo trampas lógicas, además, y es, en definitiva, el que carga con todo el peso del edificio mental moderno y contemporáneo.
Yo no tengo, desgraciadamente, conocimientos suficientes ni de física, matemáticas, biología, economía… Pero os sugiero un “experimento mental”. ¿Qué pasaría si de pronto, los cosmólogos, llegaran a la conclusión, a la vista de los datos empíricos más fiables, que el modelo que mejor explica esos datos es el de Ticho Brahe o, que, en el peor de los casos, los explica igual de bien que el modelo heliocéntrico? Es decir, que como sugeriría la teoría de la relatividad, son modelos equivalentes. ¿En qué quedaría el caso Galileo?
Yo creo, como escribió León Felipe que el tinglado de la farsa y la losa de los templos (no se olvide que los seis papas conciliares son heliocéntricos, evolucionistas y aceptan, con matices, ciertos aspectos del marxismo y del psicoanálisis) se vendrían abajo y entonces… ¿Habría que empezar de nuevo?


sábado, 25 de enero de 2014

Benjamin Murmelstein

Benjamin Murmelstein (muerto en Roma en el año 1989) es el protagonista de El último de los injustos (Lanzmann). No es un mero documental. Es una verdadera película. Basada en el testimonio del único Presidente de un Consejo Judío (durante el exterminio del pueblo judío por los nacionalsocialistas) que pudo sobrevivir. El testimonio fue recogido durante una semana en Roma (1975) por Claude Lanzmann. Han pasado, pues, muchos años.
H. Arendt había abierto el debate en Eichmann en Jerusalén sobre el comportamiento de los presidentes judíos durante el periodo nacionalsocialista. Lanzmann y Murmelstein en sus conversaciones no rehuyen el problema. Y esa es la clave de la película. ¿Fue B. M. -a su pesar- un colaboracionista, si bien involuntario?
Pero H. A. también había hablado de la mediocridad y vulgaridad de Eichmann, de su extrema banalidad. Lo presentaba como un mero burócrata sumiso a las órdenes más siniestras, incapaz de revelarse contra ellas. Cooperador necesario del mal pero no necesariamente inductor. Se hubiera limitado, según la insigne pensadora, a cumplir órdenes. Ese es el otro tema clave de la película.
Cuando terminó la guerra, B. M. no fue juzgado en Israel. De hecho nunca pudo ir allí como hubiera sido su deseo. Era sospechoso. La principal sospecha que recaía sobre él era que había sobrevivido. Eso le hacía sospechoso de colaboracionismo, pues los otros líderes de los consejos judíos habían sido asesinados por los nacionalsocialistas. (Scholem, por ejemplo, consideraba que habría debido ser ahorcado.) Fue sometido, sin embargo, a una investigación judicial por los checos y quedó totalmente absuelto de cualquier delito. (Le fue negada -según testimonio de su hijo Wolf- la oración final sobre su tumba por las autoridades religiosas.)
¿Pero fue B. M. un colaboracionista? Su testimonio es tremendo. Las situaciones por las que tuvo que pasar, las decisiones que tuvo que tomar, las tragedias que tuvo que presenciar fueron horrendas. El habla de sí mismo como de alguien que está entre el martillo y el yunque y recibe todos los golpes. Se consideraba como una marioneta de los nacionalsocialistas que intenta no ser sólo movido por los hilos sino influir en los hilos para modificar el movimiento. Situaciones todas ellas extremas, en el límite más abismal, contradicciones insuperables, sin posibilidad alguna de compromiso entre distintas opciones. Se podría hablar de un auténtico calvario. Y, de hecho, por dos veces, al menos, Benjamin M. habla de Jesús en la cruz. La cruz. Como contradicción extrema insuperable. Una para decir, que así como los soldados que infringieron a Jesús la máxima tortura, se burlaban, además, de  él, así mismo un presidente de un consejo judío en el gueto -una figura ridícula o tragicómica en realidad- estaba en el Gólgota.  La otra, cuando intentó convencer a un nacionalsocialista de que no deportaran a los judíos bajo su custodia a Terezin. El jerarca le "tentó" diciendo que allí, como máxima autoridad, sería como un rey de los judíos. Él le contestó que la última vez que se había escrito esa expresión fue en el palo de una cruz. (Además, en un determinado momento, la cámara después de haber recreado uno de los momentos más dramáticos del infierno nacionalsocialista, se demora muy significativamente en la cruz de un campanario de una iglesia cercana o próxima a los hechos.) B. M. se defiende y defiende la lógica subyacente de toda su actuación. Es durísimo con él y con todos. Distingue, distinción suprema, entre martirio y santidad. Acredita haber sufrido una experiencia existencial sin parangón. ¿Dios mío, cómo habrá podido sobrevivir a tanta cruz?
El otro tema queda definitivamente resuelto. Adolf Eichmann era un demonio. Si hay algo así como "la banalidad del mal", ese monstruo no es un buen ejemplo de ello. Sabía lo que hacía, hacía lo que quería y quería lo que hacía. No se limitaba a cumplir órdenes. Se las daba a sí mismo. Si las autoridades judiciales de Israel hubieran aceptado el testimonio de Benjamin Murmelstein en su juicio, esto hubiera quedado absolutamente claro. Porque Benjamin Murmelstein lo conoció muy bien y sabía que era un demonio de los de la peor especie.
La película puede verse, también, como el kadish que el rabino le negó. También como la bajada de Orfeo a los infiernos de Eurídice. Si tienes ocasión, no te la pierdas. Y si no, búscala. El testimonio es estremecedor. Es el infinito ciclo de la destrucción.