- 1 + 2 +3 +…..+ 34 + 35 + 36 = 666 (los primeros 36 números)
- 22 + 32 + 52+ 72 +112 + 132 + 172 = 666 (los primeros siete números primos al cuadrado)
- 3 dividido entre (1/6 + 1/6 +1/6 ) = 6
- D + C + L + X + V + I = 666 (los números romanos de mayor a menor)
- 13 +23+33 +43 +53 +63 +53 +43 +33 +23 +13 = 666
- La suma de los primeros 144 dígitos del número Pi = (6 +6)* (6 + 6) y 144 = (6+6)*(6+6)
- 16 – 26 + 36 = 666
- 6 + 6 + 6 + 63 + 63 + 63 = 666
- El número de enteros menores que 666 y primos respecto a 666 es igual a 6*6*6
- Los tres decimales del número Pi que comienzan en la posición 666 son 343 (= 7 * 7 *7)
- 666 = 2* 3*3*37 y 6+6+6 = 2+3+3+3+7 (es, pues, un número Smith)
- El número 666 en base 2 es: 1010011010
lunes, 15 de diciembre de 2014
CURIOSIDADES DEL NÚMERO 666
martes, 2 de septiembre de 2014
Vidas pasadas: Ian Stevenson en The Lancet (1999)
Ian Stevenson
Department of Psychiatric Medicine, University of Virginia Medical School, Charlottesville, VA 22908. USA
El artículo de Paul Gringras (Feb 13, p.562) acerca de las diferencias físicas entre un par de gemelos monocigóticos fue instructivo, pero podría haberlo sido más si hubiera descrito las diferencias, si es que las había, en las conductas de los gemelos.
Hemos examinado un par
de gemelos en Sri Lanka de muy diferente estatura y apariencia facial. Un
análisis de sus grupos sanguíneos y subgrupos demostró que eran monocigóticos.
Los gemelos también mostraron, claramente, diferentes comportamientos a una edad
temprana. El gemelo mayor era tranquilo y suave; su hermano era
"duro" y propenso a la violencia. El gemelo mayor era más inteligente
y tenía una memoria mejor que su hermano. El gemelo mayor disfrutó del trabajo
escolar y era bueno en eso; a su hermano no le gustaba la escuela y lo pasó
mal allí. El gemelo mayor se mantenía al margen de los demás miembros
de la familia, mientras que el gemelo más joven era abierto y cariñoso. Por
último, el gemelo mayor tenía fobia a los vehículos y casi nunca se sintió atraído por los chiles; su hermano no tenía ninguno de estos rasgos.
Los padres de los
gemelos no tenían ninguna razón para creer que su comportamiento hacia los
gemelos pudiera haber promovido o, incluso, alentado estas diferencias de
comportamiento. Ellos, por el contrario, tienen otra explicación para dar razón de las
diferencias. Cuando los gemelos tenían 3 años empezaron a hablar de vidas anteriores
que decían recordar. El gemelo más joven dijo que le había disparado la
policía. Debido a que su familia se reía de sus declaraciones, dejó de hablar
de una vida pasada. El gemelo mayor habló muchísimo de una vida que él dijo recordar como un colegial en una ciudad distante. Sus muchas declaraciones eran
suficientemente precisas como para permitir a su familia dar con una familia, hasta entonces
desconocida para ellos, de un joven fallecido cuya vida se correspondía con estas
declaraciones y cuyo comportamiento también era similar al del gemelo
mayor.
Mis colegas y yo hemos
investigado 42 pares de gemelos, uno o ambos de los cuales han afirmado
recordar una vida anterior. Los casos vienen en su mayoría de Asia, y las pruebas
de "cigosidad" hasta ahora han sido viables en -sólo- seis pares. Otro par -éste en
el Reino Unido- es monocigótico; y estos gemelos mostraron diferencias físicas
(incluyendo dos marcas de nacimiento en sólo uno de los gemelos) y también de
comportamiento que se correspondían con las vidas anteriores que parecían
recordar.
Entre el 5% y 18% de gemelos monocigóticos no son idénticos, si
se juzga por cuestionarios solo. La genética y las influencias postnatales no son
capaces de explicar todas esas diferencias. Factores relacionados con la gestación pueden explicar algunas diferencias.
References
2 Stevenson I. Reincarnation
and biology: a contribution to the etiology of birthmarks and birth defects. Westport,
CT: Praeger,1997.
3 Eaves LJ, Eysenck HJ, Martin NG. Genes,
culture, and personality: an empirical approach. London: Academic Press, 1989.
4 Cederlöf R, Friberg L, Jonsson E, Kalj L. Studies
on similarity diagnosis in twins with the aid of mailed questionnaires. Acta
Genet Stat Med 1961; 11: 338-362. PubMed
jueves, 24 de julio de 2014
Alimentarse de la luz
Se sabe que en la tradición mística cristiana se han dado muchos casos de personas que han vivido sin comer ni beber nada durante muchos años. De lo único que se alimentaban estos santos era del manjar eucarístico. Un caso excelso de este tipo fue narrado por el eminente pensador francés -íntimo amigo de Montini- Jean Guitton (1901-1998). Para un científico creyente esto no representa ningún problema pues lo coloca en la categoría de lo milagroso e inexplicable. Para el científico no creyente, simplemente, es algo irrelevante y ni se preocupa por tal fenómeno. Ahora bien, ¿qué pasa cuando se presentan pruebas -obtenidas bajo un estricto control metodológico y experimental- del hecho natural, ni paranormal ni sobrenatural, de que hay personas que pueden vivir sin comer ni beber nada durante años? Pues eso es lo que hace P. A. Straubinger, 2010, en su impresionante documental Vivir de la la luz. (Este documental se puede ver en filmin al precio de 2 euros.) En este trabajo hablan personas (de la India, Alemania, Suiza, Austria, Rusia, China) que han logrado vivir, literalmente, de la luz. Los científicos ortodoxos (creyentes o no), anclados en el marco epistemológico (mayoritario y predominante) reduccionista, mecanicista y materialista no son capaces ni de admitirlo ni, a fortiori, de explicarlo. Los científicos que están intentando ampliar el marco conceptual vigente, como Rupert Sheldrake, por ejemplo, que habla en el documental, están más preparados para aceptar este hecho portentoso. Como tampoco tienen problemas de aceptación del fenómeno, los investigadores del grupo de Princeton (Jahn, Dunne, Dobyns, Nelson, Bradish, Bösch, Houykooper, entre otros), algunos de los cuales también exponen sus razones en la película, que han logrado demostrar, más allá de toda duda estadística razonable, la real influencia de la mente humana sobre dispositivos artificiales como máquinas, artilugios varios o computadores. ¿Entonces, qué? ¿Somos o no somos seres luminosos? ¿La luz nos alimenta porque estamos creados a partir de ella? Es muy divertido ver las caras que se les quedan a los científicos ortodoxos cuando el director les muestra las pruebas de algo que con su marco conceptual no pueden comprender. Particularmente, desconcertante para ellos es el caso del ciudadano hindú que lleva sus buenos 70 años sin comer ni beber y, por ende, sin defecar ni orinar. Le encerraron en el hospital, con dos cámaras expiándole continuamente y, efectivamente, no meó aunque las ecografías permitían ver que la orina estaba allí, pero, no se sabe cómo, su cuerpo la reabsorbía. Estos científicos cuando ven esto se descomponen. Hay otros, en cambio, que para no descomponerse, no han publicado los resultados obtenidos bajo su estricta vigilancia porque no se correspondían con sus ideas previas.
El viejo paradigma está caduco. Pero todavía intentará aguantar todo lo que pueda como la estaca de LL.LL. Si estirem tots ella caurà...
El viejo paradigma está caduco. Pero todavía intentará aguantar todo lo que pueda como la estaca de LL.LL. Si estirem tots ella caurà...
sábado, 19 de julio de 2014
La telepatía bajo control experimental
Artículo de R. Sheldrake aparecido en Journal of International Society of Life Information Science (ISLIS), volumen 32, número 1, marzo de 2014.
Sheldrake presenta datos -obtenidos bajo un estricto control experimental- de la realidad de la telepatía. No como un fenómeno paranormal o sobrenatural sino como un hecho natural y cotidiano.
Pidió a 63 participantes que anticiparan quién de 4 posibles personas cercanas (familiares o amigos) les estaban llamando por teléfono. Si el porcentaje que cabe esperar por el mero azar es de 25% (1/4) él, obtuvo, en cambio, porcentajes del 40% (la significación estadística de este dato es abrumadora). Repitió la prueba con los 4 participantes más sensibles y volvió a obtener un porcentaje muy significativo (45%).
También ha controlado el efecto distancia. Con llamadas a Inglaterra procedentes de Nueva Zelanda, Australia o Sudáfrica, el porcentaje de aciertos -cuando las llamadas provienen de familiares muy cercanos- es del 60%.
En general, se puede decir que cuando las llamadas provienen de personas afectivamente muy próximas, el porcentaje de acierto es del 50% (cuando el porcentaje propio del azar sería del 25%). Mientras que cuando son de extraños no superarían el nivel del azar.
¿Pasará lo mismo con los envíos de correo electrónico? Parece que si. En un experimento en el que participaron 50 personas, el porcentaje de acierto fue del 43% (25% al nivel del azar). Los 5 que obtuvieron mejor tasa de aciertos, lograron en el retest un 47% de aciertos.
Sheldrake descarta que el fenómeno pueda explicarse por precognición. Cuando se hace el experimento pidiendo al participante que diga no quién llama, sino quién le va a llamar, las tasas de acierto están en el nivel del mero azar.
Sheldrake presenta datos -obtenidos bajo un estricto control experimental- de la realidad de la telepatía. No como un fenómeno paranormal o sobrenatural sino como un hecho natural y cotidiano.
Pidió a 63 participantes que anticiparan quién de 4 posibles personas cercanas (familiares o amigos) les estaban llamando por teléfono. Si el porcentaje que cabe esperar por el mero azar es de 25% (1/4) él, obtuvo, en cambio, porcentajes del 40% (la significación estadística de este dato es abrumadora). Repitió la prueba con los 4 participantes más sensibles y volvió a obtener un porcentaje muy significativo (45%).
También ha controlado el efecto distancia. Con llamadas a Inglaterra procedentes de Nueva Zelanda, Australia o Sudáfrica, el porcentaje de aciertos -cuando las llamadas provienen de familiares muy cercanos- es del 60%.
En general, se puede decir que cuando las llamadas provienen de personas afectivamente muy próximas, el porcentaje de acierto es del 50% (cuando el porcentaje propio del azar sería del 25%). Mientras que cuando son de extraños no superarían el nivel del azar.
¿Pasará lo mismo con los envíos de correo electrónico? Parece que si. En un experimento en el que participaron 50 personas, el porcentaje de acierto fue del 43% (25% al nivel del azar). Los 5 que obtuvieron mejor tasa de aciertos, lograron en el retest un 47% de aciertos.
Sheldrake descarta que el fenómeno pueda explicarse por precognición. Cuando se hace el experimento pidiendo al participante que diga no quién llama, sino quién le va a llamar, las tasas de acierto están en el nivel del mero azar.
martes, 8 de julio de 2014
El infierno de la mente desenganchada
Investigación publicada
en SCIENCE (4 July 2014)
Timothy
D. Wilson et al. han pedido a los
participantes en un experimento que dediquen entre 6 y 15 minutos a estar
consigo mismos en una habitación vacía de todo adorno. Han comprobado que mucha
gente tiene serias dificultades para concentrarse. Su mente vagabundea. A la
mayoría esta experiencia no les resulta ni grata ni placentera. Si la
experiencia se lleva a cabo en la propia casa de los participantes, los
resultados “empeoran”. Estos resultados no varían por efecto ni de la edad, la
educación, los ingresos económicos ni con la frecuencia de uso de móviles o de otros
medios de comunicación social. La mayoría de la gente, pues, no disfruta del “solo
pensar” y claramente prefiere dedicarse a otra cosa. Además, y esto es
novedoso, muchos participantes, sobre todo varones, prefieren autoinfringirse
una descarga eléctrica antes que pasar por la experiencia de dedicar entre 6 y
15 minutos a estar solo pensando. Parece que estar solos con sus propios
pensamientos (15 minutos) es tan aversivo que prefieren evitarlo, aunque sea
administrándose una dosis eléctrica que en condiciones normales pagarían por eludir.
Los autores concluyen que sin un cierto entrenamiento la gente prefiere hacer a
pensar, aunque eso que hacen no sea placentero e, incluso, puedan estar dispuestos
a pagar por no hacer. A la mente sin una guía no le gusta estar sola consigo
misma.
Los autores citan a John Milton, Paradise Lost: “The mind is its own place, and in it self/ Can make
a Heav´n of Hell, a Hell of Heav´n.”
martes, 13 de mayo de 2014
Rosalía, aunque es de noche o porque es de noche
Hay voces que anuncian.
¿Qué?
La llegada próxima -pero aun lejana- de lo prometido.
Voces -todavía- sólo voces. Sin palabra.
Voces que se despliegan en toda la escala posible de la materia sonora.
Antes de que venga la palabra prometida desde antiguo.
Llegará entonces la palabra -de nuevo- a esa voz: hoy útero anhelante.
Que la acogerá: quemará el sonido.
Y será la palabra pura.
Despojada de accidentes y de forma.
¿Qué?
La llegada próxima -pero aun lejana- de lo prometido.
Voces -todavía- sólo voces. Sin palabra.
Voces que se despliegan en toda la escala posible de la materia sonora.
Antes de que venga la palabra prometida desde antiguo.
Llegará entonces la palabra -de nuevo- a esa voz: hoy útero anhelante.
Que la acogerá: quemará el sonido.
Y será la palabra pura.
Despojada de accidentes y de forma.
miércoles, 9 de abril de 2014
Hölderlin y Heidegger
El pensamiento estaría próximo a ser suprimido por
completo.
Poetizar, pensar y decir: tres poderes en retirada.
Ya no experimentamos el poder de la poesía: porque
nuestra existencia está entrampada en una cotidianidad de la cual queda
excluido el ámbito de poder del arte.
No somos nosotros quienes tenemos el lenguaje, sino
que el lenguaje nos tiene…
Con el uso, las cosas cotidianas se desgastan, devienen
aburridas y vacías.
Poesía es instauración, fundación efectiva de lo que
permanece.
El ser histórico del hombre está esencialmente
traspasado de ambigüedad. El hombre es y sin embargo no es.
En un verdadero curso de filosofía no se trata de lo
que se dice directamente, sino de lo que, en este decir, es silenciado.
Lo decisivo es el preguntar. Lo decisivo no es la
respuesta. ¿Por qué?
El poeta ha de nombrar y, en el nombrar, sin
embargo, debe dejar inexpresado.
El antiguo y genuino Humanismo (siglos xv y xvi)
está irremediablemente muerto. El segundo humanismo apenas es un asunto de
formación cultural. El tercer humanismo es un capricho o una fuga ante el
presente.
Sabemos qué somos. ¿Sabemos acaso quiénes somos?
No conocemos nuestro auténtico tiempo histórico. La
hora mundial de nuestra humanidad nos es oculta, no sabemos quiénes somos.
Los auténticos creadores: el poeta, el pensador y el
estadista. ¿Dónde están?
No sabremos quiénes somos, mientras no conozcamos
nuestro tiempo.
Los antiguos dioses han huido. Los nuevos no
advienen.
¿Se ha roto el hilo conductor?
Cuanto más cerca está Dios más difícil es de captar.
¿Nunca ha estado más cerca que en el momento presente?
miércoles, 19 de marzo de 2014
Una reflexión sobre el mal, a propósito de El último de los injustos
¿Cuáles son
los verdaderos males de nuestro tiempo? No hay unanimidad entre los pensadores
del finales del siglo XX y los del naciente siglo XXI sobre cuáles son los
males de nuestro tiempo. Por poner sólo dos ejemplos:
Julián Marías
(1914-2005) consideraba que el siglo XX portaba en su seno tres monstruosidades
que dañaban gravemente la vida en general, y la vida personal, en particular:
el terrorismo, el consumo generalizado de drogas y la aceptación social del
aborto.
Por otra
parte, diversos estudiosos de la situación geopolítica actual, consideran que los males que martirizan a la
humanidad en el momento presente son tres, cuya conjunción produce la máxima
perversidad: el control del petróleo, el comercio internacional de armas y el
narcotráfico.
Pero lo más
importante es que tampoco hay consenso entre los pensadores sobre si hay una
causa última “maligna” que subyazca a esos males señalados. Y si la hubiere,
cuál sea ésta.
Ignacio
Ellacuría, y con él, los teólogos de la liberación más inteligentes, podría
decir que el mayor de los males es el olvido de los pobres de todo tipo y su
explotación sistemática.
Ratzinger,
por su parte, cree que el abandono de la búsqueda de la Verdad y la exclusión
de Dios de todas las realidades humanas lleva a la humanidad a un nuevo
paganismo que acaba por negar al hombre y condenarlo a la barbarie.
Los marxistas
podrían ver la causa última de toda la tragedia humana en la persistencia de la
propiedad privada. Pero Heidegger, si es que aceptase el reto de contestar a la
pregunta sobre el origen del mal, hablaría del olvido del Ser y la fijación
enfermiza del pensamiento calculador en el ser de las cosas.
Y los
pensadores que no dejan de meditar sobre el mal radical (nazismo y comunismo,
campo de concentración y gulag) tal y como se ha conocido en el siglo XX
encontrarían en el antisemitismo, en la negación del Otro, el origen de todo
mal.
Pero también
hay pensadores optimistas que no creen que exista una causa última del mal que
haya que, primero, identificar para, luego, combatir. Hay problemas, efectivamente,
tragedias, angustias, dolores, errores, atrocidades pero la humanidad camina
segura por el camino de la mejora de las condiciones de vida de todos y del
progreso en general. Más derechos, mayor tolerancia, más democracia, mejor
nivel de vida, más educación, cultura y sanidad. No se niegan los problemas
pero no hay una impugnación a la totalidad.
¿Quién tiene
más razón? Los realistas pesimistas o los realistas optimistas. Ambos grupos se
tienen que enfrentar al drama de la dualidad de la existencia humana. Unos, ven
un aspecto de ella y los otros ven el otro.
Hay quien
cree que sólo los pensadores, que voy a llamar de la cruz, están en lo cierto. Porque
están clavados en ella. Por ejemplo, Juan de la Cruz, Simone Weil, Edith Stein.
Ésta última tiene un libro prodigioso, La
Ciencia de la Cruz, que sólo un gran pensador y poeta como es Ramón Xirau
ha sabido apreciar y valorar como lo que es: un prodigio aún por descubrir.
La humanidad
está en cruz. La razón está en cruz. También la verdad, la belleza y la bondad
lo están. Hoy, como casi siempre, todo parece morir, agonizar. Pero esto es una
experiencia personal, difícilmente comunicable. Casi diríamos que poética. Por
ella pasaron Pascal, Hölderlin, Kierkegaard, Wittgenstein, Marcel Proust…
Decía
Heidegger que sólo un dios podía salvarnos. ¿De la cruz? Si no es de ella no sé
qué quiso poder decir con eso.
El
cristianismo expresa verdades eternas. La cruz es una de ellas, si no es que es
la verdad eterna por excelencia. Todo lo que está vivo y es significativo está
atravesado por la cruz. A nada importante se puede acceder si no es a través de
ella. Casi siempre y en todo lugar. Ya desde antiguo. El cristianismo desvela
esta suprema realidad previamente existente.
La vida
humana tras la expulsión del Paraíso es una pura cruz.
¿Y, antes?
Kafka dice
algo profundamente turbador: en lugar de comer del árbol de la vida, del que sí
podíamos comer, comimos del árbol de la ciencia del bien y del mal. Nuestra
condena, pues, es doble: por no comer del árbol adecuado y por comer del
inadecuado.
Spinoza cree
que era ineluctable que accediéramos al conocimiento del bien y del mal. Y ese
conocimiento comporta inevitablemente, la expulsión del paraíso. No deberíamos,
pues, lamentarnos de los resultados de nuestra elección por antonomasia. Seguir
en el paraíso, sin conocimiento, o salir de él a causa de ese conocimiento.
O sea, que ya
en el paraíso estaba la cruz.
Aprendamos,
entonces, la ciencia de la cruz. Es el saber más alto que podemos alcanzar. El
más olvidado. Pero como todo lo excelso y lo que duele no será el saber más
codiciado.
miércoles, 5 de marzo de 2014
Carlos Oroza
El poeta nace cuando le sorprende la primera
palabra. El problema es saber escucharla. Yo construyo mis versos a través del
otro yo, el yo interior. De repente, cuando surge la primera palabra, yo me
recluyo en un espacio donde no exista nada que me entretenga. Y me quedo
quieto, y espero a que suene la voz, que es la otredad. El poema se construye
como si fuese una sinfonía, no con rima sino con ritmo interno. Porque la
palabra tiene un ritmo interior; la rima es una cosa escolástica.
A veces te quedas alelado ante cosas que no
ven los otros: un árbol, la marcha de un río, una perspectiva donde tu mirada
alcanza mayor longitud... Ahí está el poeta, en la codicia de lo lejano.
¡Me quedé atrapado por el canto! Como dijo
Hölderlin, la poesía es un juego peligroso por su carga de fatalidad. De tal
manera te hace víctima, que si se marcha de tu hombro ese pájaro que canta, te
quedas sin nada, sin territorio y sin ti mismo.
Si el poema es un logro, alcanzas la totalidad
del universo, pero entonces se produce el vacío de volver a empezar. ¡Y eso es
tan difícil! ¡Volver a la lucha! Por eso, a veces, un solo verso es más
importante que todo un libro.
Somos bichos raros. Un poeta es un tipo
solitario, que va escuchando, no se sabe bien qué, y que tampoco se sabe bien
adónde va, porque va prendido del canto.
Somos un mal ejemplo, pero yo sólo puedo ser
poeta pero cuando se es poeta de verdad, se es todas las cosas. El poeta
organiza el caos, da sentido al absurdo de la existencia.
Para el sistema eso es algo
inconcebible. Está fuera del sistema...
Totalmente.
En ocasiones me constituyo en el
enemigo máximo de mi propia existencia. El cansancio de verte todos los días en
el espejo, el tener que cambiarte todos los días de ropa... Lo cotidiano mata,
poco a poco, lentamente.
Nos tenemos miedo. Empezamos a
detestarnos porque eso buscamos la compañía, sobre todo la del televisor.
(Cuando se le ve caminando por las calles de Vigo, alguien puede pensar
que está matando el tiempo...)
¡Pero si estoy trabajando! Mi
marcha es una marcha poética. Voy al encuentro de una guirnalda o de un poema,
y si no me lo da la realidad, entonces la sueño y la transformo.
Por eso me siento extraño en este
desierto emocional, donde la palabra fue raptada. La palabra alma, la palabra
espíritu... ¡tan mal utilizadas!
Vivimos en el mundo de la pasarela, de los
objetos. La gente acude a los grandes almacenes como si fuesen catedrales.
Nunca tuvimos tanto y nunca tuvimos tan poco.
En realidad, yo encuentro raros a los otros, a
todos.
Las palabras están sonando en una realidad
escondida. Yo voy al encuentro de las musas, que pueden ser una cosa humilde,
una flor, cualquier espacio inundado de emoción. El mundo esencial está detrás
de los muros de la realidad. Vivimos rodeados de contenciones, de fronteras,
siempre represivas. Hay que ver más allá. Tus ojos tienen que alcanzar la
perspectiva de la longitud de la naturaleza. El hombre del desierto tiene la
mirada más larga y profunda porque vive en un espacio libre. Su mirada es más
rica. Nosotros vivimos en un territorio marcado por paredes, fronteras...
Nuestra mirada es pobre.
Quien conserva la inocencia vive en un estado
poético. La inocencia no es idiotez ni culpabilidad; es permanecer en un estado
especial: ser capaz de sorprenderte, como un recién nacido que está
descubriendo el mundo. La inocencia es la mirada de ese niño que te está
preguntando con los ojos. La inocencia es Hölderlin.
La soledad sólo tiene sentido si es para hacer
algo. Sin embargo, la otra soledad ni bajo un techo se soporta.
Ahora todo es ruido, y la poesía es silencio,
cadencia, melodía, música... tu propio hálito.
Lo abandoné todo. Decidí salir de ese mundo,
de ese desierto emocional y penetrar en la esencia de las cosas, en busca del
poema y la sinfonía. Así que regresé. Y el lugar más parecido a mi idea
infantil de Galicia es Vigo, y aquí estoy. La poesía exige una renuncia total.
Yo he dejado todo por esto, pero esto es mucho más placentero y digno. Decidí
perder para ganar. Soy un romántico. Ya lo escribí: “Todas las tardes paseo mi
derrota por las calles de Vigo, alguna vez me paro en la orilla y espero algún
barco”.
Vigo es la luz y yo vine en su
búsqueda. La luz, no el sol... ¡La luz!
Pues yo he encontrado aquí la
poesía. En mis paseos he descubierto un tránsito poético.
El sentimiento de lo útil y de lo
inútil es moralista. Lo más inútil es verdaderamente lo bello.
Busco un poema de hoy que sirva
para mañana, aunque las futuras generaciones pueden rachar con todo, porque “lo
que ayer fueron grandes verdades, hoy están puestas en duda, no obstante las
mareas se precipitan, no hay nada, pues, de lo que fuimos que nos pertenezca”.
Lo único que nos pertenece es la tradición; el pasado es hemeroteca.
Para ser poeta hay que sentirse incómodo. En
una ocasión, el Papa viendo una obra de Miguel Ángel le reprendió. “Todo está
tan bien organizado, pero ese ángel, ese de ahí, ese ángel que ha pintado se
va...” Miguel Ángel le respondió: “Pues ese ángel es el que más me gusta”. La
perfección excesiva es academia. A veces los errores te enseñan. Hay que
reivindicar el derecho a equivocarse. En el error sobreviene el acontecimiento
y ahí surge el poema.
Están equivocados. Son gente que
defiende la abundancia, el llenar las neveras por si mañana hubiera guerra. Un
poema surge de vez en cuando... ¡De vez en cuando! Aquí hay mucho libro inútil
que no vale para nada.
La imprenta es un fenómeno de
nuestro tiempo; la poesía, anterior. El pueblo necesita oración, canto, palabra
y silencio.
La poesía es la verdad más
profunda del espíritu, pero se encuentra muy oculta y necesita ser cantada. Por
eso a la poesía no debe puntuarse ni ponérsele comas. Es un canto libre.
Yo no domino el diccionario. Me
repugna. Así que cuando me falla una palabra, la invento. La clave es que esa
palabra permanezca, que sea acogida como una aportación a un lenguaje que yo
trato de enriquecer, pero no de forma caprichosa; debo encontrar una pieza que
encaje en el puzzle. Por ejemplo, cuando canto “Ómniva, Ómniva, Ómniva”.
Yo tengo un poema que dice: “Dejad que el
trigo crezca en las fronteras, porque una flor no puede ser hermosa si no
dejáis que el trigo crezca en las fronteras”. La frontera es la cosa más ilegal
que hay en el mundo. Es repartirlo, cuartearlo. La infancia es la patria y lo
demás, una añadidura.
La poesía es una actitud permanente. No se
puede salir de una clase y escribir un poema, porque eso es caer en la
deformación, en el culturalismo más falso. La cultura es sólo un punto de
partida. A partir de ahí debemos seguir en la búsqueda de algo superior. Por
eso no me gusta la poesía ni la pintura académicas; me gusta el arte de
creación. No creo en los poetas de horas libres. El poeta lo es en todo
instante. El poema tiene que ser coherente con tu actitud vital; lo que
escribes, tienes que vivirlo.
Me siento indiferente hacia los demás, ni me
provocan; al contrario, de vez en cuando los amo.
Y yo soy muy vago y débil. El rencor
es el arma del fracaso más absoluto.
La mujer es un misterio, el eco de tus propias
cosas, de la naturaleza. Haber tenido a un individuo como yo dentro de un
vientre... supongo que habrían deseado expulsarme urgentemente. Nunca he
entendido a las mujeres, sólo las he sospechado.
La poesía se mastica. Cuando escribo, me huele
el paisaje.
Claro que duele. El dolor es la tendencia a la
derrota.
Una cosa es hacer poemas repetidos, y otra
tener una poética. Cuando tienes una poética siempre estás haciendo el mismo
poema, con variaciones.
(La muerte es un tema que esquiva.) Porque es el fin de todas las
cosas. Prefiero la vida y que la muerte me sorprenda cuando le dé la gana.
Sí. Soy terriblemente miedoso.
He soportado la noche con maquillaje. La noche
es una mentira literaria. Yo anhelo el sol, la esperanza... ¡la luz! Hasta la
palabra es bonita.
Yo sigo caminando al encuentro de
esas cosas que la gente no percibe y pisa.
(Cuándo recita su poesía, ¿qué siente?) Estoy unos segundos en lo divino.
Yo vivo la aventura del poema en mi cabeza. Lo
escucho, lo compongo y cuando está acabado y memorizado lo paso al papel, lo
convierto en signos.
Rechazo todo lo que me suena a cotidianeidad,
a tópico. No soporto la obviedad. La poesía tiene que trasladar el lenguaje,
darle una aristocracia. Para eso está la prosa. ¡Que hagan prosa ellos! ¡Son
prosaicos!
Eso ya le pasó al prodigioso Rimbaud. Cuando
la poesía te abandona, si el canto te deja... ¡es terrible! Es la desolación.
Si eso pasa, se acabó la aventura.
Yo busco la gente entrañable, humilde; que
recibe el poema aunque no lo entienda; que está sin estrenar; que tiene
capacidad para emocionarse. Ahí encuentro una proximidad de espíritu. Porque el
que está contaminado por la cultura es insoportable. ¡Es un pedante! ¡Un
verborraico! Sufre de incontinencia verbal. La demagogia es nauseabunda. El
cultismo, no; la cultura, sí.
martes, 18 de febrero de 2014
Los pilares de la mente contemporánea
Veo cuatro pilares sobre los que está
construida la mente contemporánea, que han venido a sustituir a los pilares sobre
los que se sustentaba la cosmovisión previa: heliocentrismo (frente a
geocentrismo), evolucionismo mediante selección natural (frente a creacionismo),
marxismo (frente a liberalismo) y psicoanálisis (frente a algo no claramente
determinado).
El heliocentrismo y el darwinismo
conservan el título de teorías científicas. Tanto el marxismo como el
psicoanálisis lo han perdido. Sin embargo, a pesar de ello, y a que se
presentaban como auténticas teorías científicas, conservan todo el crédito
sociocultural y toda su influencia sobre la mente contemporánea.
El heliocentrismo es una teoría
científica porque puede someterse a contrastación experimental. Sin embargo, el
darwinismo es, en palabras de K. Popper, un programa metafísico porque no es falsable.
Es decir, no puede someterse a ningún control experimental digno de tal nombre.
Ni tampoco puede hacer predicciones.
Tanto el heliocentrismo como el
darwinismo se sirven de un fraude lógico para mantener su supremacía científica,
social y política.
En su caso, el darwinismo da por
supuesto que su única alternativa es el Génesis. De ese modo se hace
invulnerable a la crítica. Pero, la alternativa al darwinismo no es el Génesis
sino una auténtica teoría científica contrastable y falsable. Y con capacidad
de predicción. Conviene saber que Santiago Ramón y Cajal, Karl Popper y Kurt
Gödel, por citar sólo a tres insignes pensadores, no consideraban a esa pseudoteoría
un “dogma de fe”. Por el contrario, la
consideran excesivamente pretenciosa y jactanciosa.
El heliocentrismo utiliza el mismo “truco”.
En su caso, se presenta como la única alternativa al sistema tolomeico, cuando,
en realidad, tiene otro competidor que es el sistema de Ticho Brahe. Por otra
parte, Barnett en El universo y el doctor
Einstein, con prólogo del propio Einstein, dice que no hay ninguna prueba
directa del movimiento de la tierra. O sea, que podría ser que la conjetura heliocéntrica
frente a la geocéntrica fuera un asunto indecidible. Además, el heliocentrismo
tiene como referente más que a Copérnico, a Galileo. Y este caso pesa mucho
sobre la mente moderna. Por ejemplo, Ratzinger ha confesado que el caso Galileo
pesó mucho en la convocatoria del Concilio Vaticano II. Y sigue pesando y mucho
en su aplicación.
Recapitulando: de los cuatro pilares
de la mente moderna sólo uno es una teoría científica. Los otros tres son, en
el mejor de los casos, metafísica, filosofía, opinión, creencia, ideología,
perspectiva cultural… y, en el peor, meras pseudoteorías.
Me parece que el heliocentrismo se
sostiene a sí mismo negando toda evidencia que le ponga en cuestión, haciendo
trampas lógicas, además, y es, en definitiva, el que carga con todo el peso del
edificio mental moderno y contemporáneo.
Yo no tengo, desgraciadamente,
conocimientos suficientes ni de física, matemáticas, biología, economía… Pero
os sugiero un “experimento mental”. ¿Qué pasaría si de pronto, los cosmólogos,
llegaran a la conclusión, a la vista de los datos empíricos más fiables, que el
modelo que mejor explica esos datos es el de Ticho Brahe o, que, en el peor de
los casos, los explica igual de bien que el modelo heliocéntrico? Es decir, que
como sugeriría la teoría de la relatividad, son modelos equivalentes. ¿En qué
quedaría el caso Galileo?
Yo creo, como escribió León Felipe
que el tinglado de la farsa y la losa de
los templos (no se olvide que los seis papas conciliares son
heliocéntricos, evolucionistas y aceptan, con matices, ciertos aspectos del
marxismo y del psicoanálisis) se vendrían abajo y entonces… ¿Habría que empezar
de nuevo?
sábado, 25 de enero de 2014
Benjamin Murmelstein
Benjamin Murmelstein (muerto en Roma en el año 1989) es el protagonista de El último de los injustos (Lanzmann). No es un mero documental. Es una verdadera película. Basada en el testimonio del único Presidente de un Consejo Judío (durante el exterminio del pueblo judío por los nacionalsocialistas) que pudo sobrevivir. El testimonio fue recogido durante una semana en Roma (1975) por Claude Lanzmann. Han pasado, pues, muchos años.
H. Arendt había abierto el debate en Eichmann en Jerusalén sobre el comportamiento de los presidentes judíos durante el periodo nacionalsocialista. Lanzmann y Murmelstein en sus conversaciones no rehuyen el problema. Y esa es la clave de la película. ¿Fue B. M. -a su pesar- un colaboracionista, si bien involuntario?
Pero H. A. también había hablado de la mediocridad y vulgaridad de Eichmann, de su extrema banalidad. Lo presentaba como un mero burócrata sumiso a las órdenes más siniestras, incapaz de revelarse contra ellas. Cooperador necesario del mal pero no necesariamente inductor. Se hubiera limitado, según la insigne pensadora, a cumplir órdenes. Ese es el otro tema clave de la película.
Cuando terminó la guerra, B. M. no fue juzgado en Israel. De hecho nunca pudo ir allí como hubiera sido su deseo. Era sospechoso. La principal sospecha que recaía sobre él era que había sobrevivido. Eso le hacía sospechoso de colaboracionismo, pues los otros líderes de los consejos judíos habían sido asesinados por los nacionalsocialistas. (Scholem, por ejemplo, consideraba que habría debido ser ahorcado.) Fue sometido, sin embargo, a una investigación judicial por los checos y quedó totalmente absuelto de cualquier delito. (Le fue negada -según testimonio de su hijo Wolf- la oración final sobre su tumba por las autoridades religiosas.)
¿Pero fue B. M. un colaboracionista? Su testimonio es tremendo. Las situaciones por las que tuvo que pasar, las decisiones que tuvo que tomar, las tragedias que tuvo que presenciar fueron horrendas. El habla de sí mismo como de alguien que está entre el martillo y el yunque y recibe todos los golpes. Se consideraba como una marioneta de los nacionalsocialistas que intenta no ser sólo movido por los hilos sino influir en los hilos para modificar el movimiento. Situaciones todas ellas extremas, en el límite más abismal, contradicciones insuperables, sin posibilidad alguna de compromiso entre distintas opciones. Se podría hablar de un auténtico calvario. Y, de hecho, por dos veces, al menos, Benjamin M. habla de Jesús en la cruz. La cruz. Como contradicción extrema insuperable. Una para decir, que así como los soldados que infringieron a Jesús la máxima tortura, se burlaban, además, de él, así mismo un presidente de un consejo judío en el gueto -una figura ridícula o tragicómica en realidad- estaba en el Gólgota. La otra, cuando intentó convencer a un nacionalsocialista de que no deportaran a los judíos bajo su custodia a Terezin. El jerarca le "tentó" diciendo que allí, como máxima autoridad, sería como un rey de los judíos. Él le contestó que la última vez que se había escrito esa expresión fue en el palo de una cruz. (Además, en un determinado momento, la cámara después de haber recreado uno de los momentos más dramáticos del infierno nacionalsocialista, se demora muy significativamente en la cruz de un campanario de una iglesia cercana o próxima a los hechos.) B. M. se defiende y defiende la lógica subyacente de toda su actuación. Es durísimo con él y con todos. Distingue, distinción suprema, entre martirio y santidad. Acredita haber sufrido una experiencia existencial sin parangón. ¿Dios mío, cómo habrá podido sobrevivir a tanta cruz?
El otro tema queda definitivamente resuelto. Adolf Eichmann era un demonio. Si hay algo así como "la banalidad del mal", ese monstruo no es un buen ejemplo de ello. Sabía lo que hacía, hacía lo que quería y quería lo que hacía. No se limitaba a cumplir órdenes. Se las daba a sí mismo. Si las autoridades judiciales de Israel hubieran aceptado el testimonio de Benjamin Murmelstein en su juicio, esto hubiera quedado absolutamente claro. Porque Benjamin Murmelstein lo conoció muy bien y sabía que era un demonio de los de la peor especie.
La película puede verse, también, como el kadish que el rabino le negó. También como la bajada de Orfeo a los infiernos de Eurídice. Si tienes ocasión, no te la pierdas. Y si no, búscala. El testimonio es estremecedor. Es el infinito ciclo de la destrucción.
H. Arendt había abierto el debate en Eichmann en Jerusalén sobre el comportamiento de los presidentes judíos durante el periodo nacionalsocialista. Lanzmann y Murmelstein en sus conversaciones no rehuyen el problema. Y esa es la clave de la película. ¿Fue B. M. -a su pesar- un colaboracionista, si bien involuntario?
Pero H. A. también había hablado de la mediocridad y vulgaridad de Eichmann, de su extrema banalidad. Lo presentaba como un mero burócrata sumiso a las órdenes más siniestras, incapaz de revelarse contra ellas. Cooperador necesario del mal pero no necesariamente inductor. Se hubiera limitado, según la insigne pensadora, a cumplir órdenes. Ese es el otro tema clave de la película.
Cuando terminó la guerra, B. M. no fue juzgado en Israel. De hecho nunca pudo ir allí como hubiera sido su deseo. Era sospechoso. La principal sospecha que recaía sobre él era que había sobrevivido. Eso le hacía sospechoso de colaboracionismo, pues los otros líderes de los consejos judíos habían sido asesinados por los nacionalsocialistas. (Scholem, por ejemplo, consideraba que habría debido ser ahorcado.) Fue sometido, sin embargo, a una investigación judicial por los checos y quedó totalmente absuelto de cualquier delito. (Le fue negada -según testimonio de su hijo Wolf- la oración final sobre su tumba por las autoridades religiosas.)
¿Pero fue B. M. un colaboracionista? Su testimonio es tremendo. Las situaciones por las que tuvo que pasar, las decisiones que tuvo que tomar, las tragedias que tuvo que presenciar fueron horrendas. El habla de sí mismo como de alguien que está entre el martillo y el yunque y recibe todos los golpes. Se consideraba como una marioneta de los nacionalsocialistas que intenta no ser sólo movido por los hilos sino influir en los hilos para modificar el movimiento. Situaciones todas ellas extremas, en el límite más abismal, contradicciones insuperables, sin posibilidad alguna de compromiso entre distintas opciones. Se podría hablar de un auténtico calvario. Y, de hecho, por dos veces, al menos, Benjamin M. habla de Jesús en la cruz. La cruz. Como contradicción extrema insuperable. Una para decir, que así como los soldados que infringieron a Jesús la máxima tortura, se burlaban, además, de él, así mismo un presidente de un consejo judío en el gueto -una figura ridícula o tragicómica en realidad- estaba en el Gólgota. La otra, cuando intentó convencer a un nacionalsocialista de que no deportaran a los judíos bajo su custodia a Terezin. El jerarca le "tentó" diciendo que allí, como máxima autoridad, sería como un rey de los judíos. Él le contestó que la última vez que se había escrito esa expresión fue en el palo de una cruz. (Además, en un determinado momento, la cámara después de haber recreado uno de los momentos más dramáticos del infierno nacionalsocialista, se demora muy significativamente en la cruz de un campanario de una iglesia cercana o próxima a los hechos.) B. M. se defiende y defiende la lógica subyacente de toda su actuación. Es durísimo con él y con todos. Distingue, distinción suprema, entre martirio y santidad. Acredita haber sufrido una experiencia existencial sin parangón. ¿Dios mío, cómo habrá podido sobrevivir a tanta cruz?
El otro tema queda definitivamente resuelto. Adolf Eichmann era un demonio. Si hay algo así como "la banalidad del mal", ese monstruo no es un buen ejemplo de ello. Sabía lo que hacía, hacía lo que quería y quería lo que hacía. No se limitaba a cumplir órdenes. Se las daba a sí mismo. Si las autoridades judiciales de Israel hubieran aceptado el testimonio de Benjamin Murmelstein en su juicio, esto hubiera quedado absolutamente claro. Porque Benjamin Murmelstein lo conoció muy bien y sabía que era un demonio de los de la peor especie.
La película puede verse, también, como el kadish que el rabino le negó. También como la bajada de Orfeo a los infiernos de Eurídice. Si tienes ocasión, no te la pierdas. Y si no, búscala. El testimonio es estremecedor. Es el infinito ciclo de la destrucción.
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