Todo comenzó con la visión terrorífica de León XIII: por un siglo Satanás desataría una persecución de la cristiandad y de la humanidad como nunca se había visto.
Ese tiempo ha concluido con la elección de León XIV.
En este momento se cumple lo que en el Apocalipsis se describe como el
encadenamiento de Satanás por mil años.
Ha sido un tiempo espantoso.
Es imposible resumirlo, pero: primera guerra mundial, implantación de las
dictaduras comunista y nacionalsocialista, segunda guerra mundial, intento de exterminio
del pueblo judío, guerra fría, Concilio Vaticano II y sus consecuencias
desastrosas, papados disolventes a partir del de Pio XII, terrorismo de
servicios secretos, promoción masiva del consumo de drogas, abortos, ideologías
perversas, abuso de menores, fraudes políticos continuados, instalación de la
mentira como forma preferida de dominación de las masas.
El apogeo y culminación de la confusión llegó con el papado que comenzó de
forma imprevista en el 2013. Y ha supuesto el cumplimiento de la profecía del
Pastor necio. Si no hubiera habido un papado paralelo y subyacente (el Pastor sabio)
desde 2013 hasta 2023 la Iglesia habría sido dividida con consecuencias
devastadoras.
En este último tramo de estos tiempos conocidos por León XIII el aroma y la
mano satánica se aprecia:
(a) en el intento de provocar una peste mundial para erradicar a una porción
sustancial de la humanidad. El deseo se quedó reducido a una pseudopandemia;
(b) al provocar a Rusia utilizando como señuelo a Ucrania y así desencadenar
un conflicto apocalíptico, cosa que tampoco ha resultado;
(c) al proclamar una falsa amenaza de catástrofes naturales provocadas por
un fraudulento efecto antropogénico en el clima y
(d) al intentar acabar con la realidad del sexo natural y convertirlo en
mero género cultural.
Todo esto --y todas las ideologías y perversidades anteriores-- tiene el
sello satánico y su inspiración procede claramente del maligno. No obstante, es
una condición necesaria pero no suficiente. Según Julio Meinville se requiere que,
además, un determinado grupo humano coopere en su difusión.
Lo repito. Todo ello, sin que nadie lo note, ha llegado a su fin.
Por lo que respecta a las ayudas, los avisos, las advertencias
sobrenaturales es muy difícil abrirse paso entre ellos. Pues, en general, han
quedado, a su vez, anegados en la misma maraña.
Los acontecimientos de Fátima son confusos. Es muy difícil alcanzar una
comprensión verdadera de su significado. El problema estriba en que la vidente
original (Lucia) en algún momento (en torno a 1947) fue sustituida por una
falsa vidente que moriría en 2005 no sin antes falsificar los mensajes
originales. Todo ello con la complacencia de JP II y BXVI.
En cambio, lo ocurrido en Garabandal (1961-1965) tiene todos los visos de
ser una intervención de carácter sobrenatural para contrarrestar el efecto
perverso desatado por Satanás contra la Iglesia.
Las apariciones yugoslavas parecen ser un colosal fraude para impedir salir
de la confusión satánica en la que ha caída toda la humanidad -por efecto de la
crisis de la Iglesia- y de la que ahora comenzará a salir poco a poco.
Europa y sus principales naciones han perecido. Apostasía, destrucción de
la natalidad, inmigración masiva y salvaje musulmana. En España, por ejemplo,
la apostasía ha sido estremecedora pues se ha producido no por miedo a
la persecución y al martirio. La sociedad ha quedado sumida en el puro
nihilismo. Es posible que España haya muerto definitivamente, lo mismo que
Europa.
La Iglesia volverá a renacer pues como está escrito no puede perecer. Y si
la Iglesia renace la humanidad lo hará por su causa. Y una nueva civilización
inspirada por ella se abrirá paso entre las ruinas de la presente.
Occidente, pues, correrá la misma suerte que ya corrieron Grecia, Roma y demás
civilizaciones que no fueron capaces de frenar el declive natural al que está
sometido todo proceso natural o histórico.
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